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Institucionales

Copas Rotas

Madrugada de principios de diciembre de 2013, madrugada de saqueos, Ramiro tiene 27 años, con su Honda Wave impecable transita las calles de Barrio Norte, es morocho y tiene gorrita, por lo tanto califica para que un grupo de vecinos, clase media alta, lo arranquen de su moto y lo golpeen hasta teñir de rojo sangre el pavimento. La moto la compró con su trabajo en una obra hacia la cual se dirigía en ese momento. Con paciencia juntó pesito a pesito, entre lo que saca de la obra, y lo que cobra de un Plan accedió a su ansiada nave. (Está en negro obviamente, no le conviene estar en blanco, si está en blanco no cobra el Plan Trabajar, que le consiguió el puntero de no importa qué partido político). Discriminación y odio, mezcla que hace combustión en una clase media superficial y pasatista.
Noche cálida de mediados de diciembre de 2013, 21 hs, en algún lugar de Quilmes, Germán, 33 años, traumatólogo, estaciona su Audi A3 en la puerta del edificio de su amigo, le cruzan un Bora sin patente, se bajan tres muchachones visiblemente alterados, lo sacan violentamente del habitáculo y de igual manera lo tratan, le quitan sus pequeños tesoros: un Ipad, un Iphone, una computadora personal con la historias clínicas de sus pacientes, todo al igual que su auto conseguido con mucho, muchísimo esfuerzo. Se llevan el auto y parte de sus ganas de seguir peleándola sin subirse a un avión y buscar otro destino dónde el trabajo médico sea reconocido como corresponde económica y socialmente. A un valor de $ 112.- la consulta de OSDE, supuestamente la mejor prepaga, para llegar a los más de $ 10.000.- que vale un Iphone hay que caminar bastante. Violencia, inseguridad, subvaloración profesional, ingredientes de un guiso que se va haciendo menú repetido.
Para algunos, Ramiro tenía algo que lo robó a los que más tienen, para otros Germán tenía algo que lo compró con lo que le saca a los que menos tienen. El juego de los cristales deformados se lleva dos víctimas inocentes, entre miles.
Las imágenes que nos devuelven los televisores son un espanto, un niño de aproximadamente 9 años sale de una casa de electrodomésticos con un LCD, abuelos robando colchones, adultos en edad laboral y productiva robando todo tipo de artículos que no son de primera necesidad. Mi hijo me pregunta si roban por hambre. ¿Para qué roban un LCD? ¿En qué dieta figura como alimento básico una lata de pintura, o un cochecito para un recién nacido, o un colchón con somier? En el apuro una madre joven, muy joven, se olvida su bebé, quizás como una muestra más de que todos por un momento se olvidaron de su bien más preciado, su dignidad, su vergüenza.
En el comienzo de los tiempos los hombres peleaban unos con otros por alimentos, después se enfrentaron por los territorios, después fue por las riquezas, más tarde quizás sólo por poder. Después fue lo de pobres contra pobres. Luego, hinchadas contra hinchadas. Hoy estamos frente a la peor guerra jamás vista, la del hombre contra sí mismo. ¿O acaso un padre que roba frente a su hijo no se está humillando a sí mismo, no se está autodestruyendo, no está bastardeando sus propios valores, aquellos a los que no se puede renunciar, si se quiere construir una familia, si se quiere dejar una herencia, si se quiere fomentar un futuro?
Siguiendo la sugerencia de mi admirado coterráneo Alfredo Leuco, propondría al Papa Francisco como el mejor candidato a presidente, pero me parece un gran director técnico para un equipo paupérrimo. Es como traer a Mourinho a dirigir a Atlas.
Muere uno de los grandes líderes del mundo contemporáneo, Nelson Mandela. Muere un personaje mediático fruto de una argentina que fabrica ídolos fugaces, sin contenido, de trascendencia casi milagrosa, Ricardo Fort. La cantidad de horas de aire televisivo son inversamente proporcionales a la importancia de cada uno, lo cual habla de que algo no está bien. Nos interesa más el morbo del ignoto Fort, que la profundidad del alma de Mandela. Pareciera que le tenemos miedo a enfrentar lo realmente importante, le tenemos pavor a la sustancia. Esta impronta sin lugar a dudas, baja intencionalmente, como un río de populismo, que inunda las mentes y confunde los estómagos semivacíos.
Un espejo imaginario nos devuelve la imagen de un país poco serio, improvisado, siempre caminando al borde de la cornisa, más del lado de afuera, que de adentro. Un país que ya va perdiendo las referencias de peso, y que avanza a manotazos, que se arrodilla diariamente ante sí mismo, que se enfrenta ante sus propios fantasmas, ante los cuales pierde irremediablemente una y otra vez.
No nos queda otra que seguir adelante, apostar al milagro, a que Messi juegue el mundial de su vida y nos haga olvidar por un mes de la realidad, pero para eso habrá que llegar al invierno, soportar más medidas poco originales y previsibles, como lo son el fracaso que conllevan.
Este país siempre duele, siempre se sufre, se disfruta poco en relación a lo que tendría que ser. ¿Cómo llegamos acá? ¿Cómo dejamos que nos traigan hasta este presente casi asfixiante, con una plaza con corazones fríos que festejan, mientras que en las morgues yacían diez cuerpos calientes?
Como un alud se vienen las imágenes de un 2013 olvidable, excepto por la elección del primer Papa argentino, el resto difícil de digerir. A saber: Lázaro que se levantó y anduvo bastante, sobre todo de acá a Suiza ida y vuelta, Lanata y su grieta (¿qué hace en el grupo Clarín?, rompí mi colección de Página 12 ochentosa, se me cayó un ídolo, es que para que se entienda, para aquellos que militamos en los claustros universitarios de la Córdoba de los 80, Página 12 era la resistencia, era la Biblia que nos traía el aire fresco, que Lanata escriba en Clarín, es el equivalente a que Román se ponga la 10 de nuestros plumíferos retoños), Chávez convertido en mito y pajarito, todo por el mismo precio, la inundación de La Plata, que dejó bajo sus aguas mucho más que las pertenencias de miles de argentinos una vez más desprotegidos, Bianchi y el Chiqui Pérez, que nunca tuvo que dejar de ser albañil, honrosa profesión si las hay. Ah, me olvidaba de Independiente que se fue al descenso, el rey de Copas, el Rey de América. ¿Será una señal? ¿No éramos acaso el granero del mundo?¿No parecíamos la Europa americana? ¿No teníamos la mejor educación del continente? Ojo! ya van varios campeonatos en el fondo de la tabla, no le echemos la culpa al último director técnico tampoco, pero dejemos de regalar tiempo, que es lo único imperdonable de regalar.
Como diría Larralde “Cuando no se quiere ver, no hay más que cerrar los ojos, pero no es bueno a mi antojo, ser ciego por voluntad. Castiga más la verdad en rancho que usa cerrojo…”.
Quisiera caer en lugares comunes, hacer un brindis, extender mi brazo, pero tengo un pequeño gran inconveniente, es imposible brindar cuando las copas están rotas…

Claudio H. Cova
Presidente del Distrito IX de FABA

 

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