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Preocupan los niveles de presión arterial de jóvenes bonaerenses
El 12% de los varones y el 1.6% de las mujeres son hipertensos, mientras que el 60% de los varones y el 32% de la mujeres tienen valores de prehipertensión. Estos datos, provistos por investigadores del Conicet en la Facultad de Medicina de la UNLP, revelan una realidad que debería ser contemplada a la hora de planificar políticas sanitarias de prevención primaria



Por Ana María Pertierra

Según un estudio epidemiológico llevado a cabo por investigadores del Conicet en la Facultad de Medicina de la UNLP, la mayoría de los jóvenes tienen valores de presión arterial no óptimas. Si bien la situación es diferente entre varones y mujeres, los científicos no dejaron de sorprenderse ante las cifras obtenidas en el último estudio de 2010.
FabaInforma dialogó con la doctora Irene Ennis, investigadora adjunta del Conicet en el Centro de Investigaciones Cardiovasculares, profesora adjunta de la cátedra de Fisiología y Física Biológica de la Facultad de Medicina de la UNLP, e integrante de la comisión directiva de la Sociedad Argentina de Hipertensión Arterial (SAHA). La especialista comentó el estudio que su grupo de investigación viene desarrollando hace casi quince años en más de 6.000 jóvenes estudiantes del segundo año de la carrera de Ciencias Médicas con el objetivo de conocer la prevalencia de hipertensión arterial en ese grupo etario. “ A los alumnos que cursan en forma anual nuestra materia, cerca de 500 estudiantes de distintos lugares de la provincia de Buenos Aires que en promedio tienen 20 años de edad, les medimos la presión arterial siguiendo las recomendaciones internacionales que establecen las condiciones previas al registro: reposo, no haber consumido ni alimentos, ni bebidas con cafeína, ni haber fumado. La determinación la repetimos al menos dos veces con un intervalo de una semana para evitar el sesgo que puede darse por una situación de cierto estrés muchas veces no consciente”, explicó.


Dra. Irene Ennis, investigadora adjunta del Conicet en el Centro de Investigaciones Cardiovasculares de la Facultad de Medicina de la UNLP


Los resultados más recientes son los del año 2010 y arrojan cifras de lo más preocupantes: el 12% de los varones y el 1.6% de las mujeres era hipertenso, el 60% de los varones y el 32% de las mujeres tenía valores de presión arterial en la categoría de prehipertensión y sólo un tercio de los varones y dos tercios de las mujeres presentaron valores normales u óptimos. En este último estudio también se incorporaron controles ecocardiográficos para evaluar el tamaño del corazón. “Una de las repercusiones más rápidas que tiene la presión arterial alta es modificar la masa del corazón que se empieza a agrandar porque tiene que trabajar contra una mayor resistencia, y el agrandamiento del corazón es un factor de riesgo cardiovascular independiente”, explicó Ennis.
La hipertensión arterial constituye un factor de riesgo muy importante para las enfermedades cardiovasculares, y éstas representan la principal causa de muerte en los países industrializados, razón nada desdeñable para considerar medidas de prevención primaria.

Intervenciones oportunas

“Desde el punto de vista poblacional poner el foco en los jóvenes hipertensos significa haber llegado un poco tarde. Lo ideal es tratar de que la mayor parte de la población pertenezca al grupo de los normotensos o de valores de presión arterial óptimos y evitar que estén en valores normales altos o prehipertensos trabajando enérgicamente sobre ellos para que no evolucionen hacia la hipertensión arterial”, dijo Ennis.
Si bien controlar el valor de la presión es una práctica muy barata, indolora y rápida muchas veces no se hace, sobre todo en los jóvenes que desde que dejan sus controles pediátricos en la niñez vuelven a la consulta médica ya adultos. “Los médicos sabemos que tenemos que tomar la presión por lo menos una vez al año. Sin embargo, en el estudio muchos chicos nos dijeron que era la primera vez en su vida que les tomaban la presión”, comentó Ennis.
Para la investigadora, estos hallazgos deberían llamar la atención de los responsables de planificar políticas de salud pública. “Nosotros hacemos estos estudios con fines de investigación y debería haber alguien que tome nota de esto para diseñar acciones. Por lo pronto, se debería tener registro de las presiones arteriales en los individuos sanos”.
Según la médica, todavía no se sabe si es el costo de hacer alguna intervención terapéutica en los casos de prehipertensión es beneficioso. “Está claro que si a ese joven se le indica actividad física regular, mantener un peso adecuado, y una alimentación sana va tener beneficios pero todavía no se sabe si sería aconsejable alguna intervención terapéutica con medicación”, dijo.
Existe un consenso bastante unánime –agregó– de que a los prehipertensos convendría empezar a medicarlos si tienen antecedentes familiares importantes o si además son diabéticos.
La advertencia de los especialistas anticipa que una situación de prehipertensión evoluciona inexorablemente hacia hipertensión. “Es sólo cuestión de tiempo, pero no se puede esperar sin hacer nada porque cuando se instala la hipertensión ya se han producido daños en distintos órganos, hay que atacar el problema mucho antes”.

Valores óptimos

Existen dos organizaciones a nivel mundial con la autoridad científica para emitir guías y recomendaciones para la prevención, detección, evaluación y tratamiento de la hipertensión arterial. Una de ellas es la americana Joint National Comitee y la otra la Sociedad Europea de Hipertensión que con una cierta periodicidad emiten documentos que son pautas a seguir. Ambas instituciones coinciden en fijar en la categoría de hipertensión los valores de presión arterial iguales o mayores a 140 mm de Hg para la presión sistólica ( o máxima) y 90 mm de Hg para presión diastólica (o mínima). Para los americanos los valores normales de presión arterial son aquellos iguales o menores a la dupla 120-80 , y los que se encuentran entre más de 120 y menos de 140 (para la máxima) y más de 80 y menos de 90 (para la mínima) entrarían en la categoría de prehipertensión. Los europeos, por su parte, hacen una subclasificación considerando como presión arterial óptima los valores hasta 120-80, normal hasta 130 y normal alta menor de 140.
“El valor fijado como óptimo es el ideal porque en esa situación el riesgo cardiovascular es mínimo”, señaló Ennis. Y–agregó– este grupo de jóvenes sometidos al estudio con un promedio de edad de 20 años eran sanos sin problema de salud alguno pero tenían valores de presión arterial no deseables.
Consultada por las causas que se podrían atribuir a esta realidad objetiva, la especialista dijo: “Si lo supiéramos exactamente estaríamos salvados”.
“Es muy clara la relación entre valores de presión arterial y consumo de sodio (sal). El sodio que se incorpora con la dieta tiene un peso muy importante en el valor de la presión arterial, pero no es lo único. Los jóvenes de hoy tienden a ser más sedentarios, a tener algo más de sobrepeso, sin llegar a ser obesos, y tienen una dieta más desequilibrada con mayor incorporación de grasas y sodio en vez de fibras. Además está el factor genético, no atribuible a un único gen sino a una condición poligénica “, puntualizó. Esta afección multifactorial que en el 95% de los casos no tiene una única causa se denomina hipertensión esencial.
“Con antecedentes familiares de hipertensión y de accidentes cardiovasculares hay mayor probabilidad de tener hipertensión”, sostuvo la investigadora.

Diferencias de género

Un dato llamativo hallado en este estudio es la diferente prevalencia de hipertensión arterial entre varones y mujeres. “En este grupo de jóvenes de, en promedio 20 años, la prevalencia de hipertensión en varones fue del 12%, un valor altísimo, mientras que en la mujeres fue de 1.6%”. Esta situación –según la especialista– se debe a que el valor de la presión arterial depende del volumen de sangre expulsado por el corazón y de qué resistencia ofrecen las arterias al flujo de sangre. “El volumen de sangre que expulsa el corazón de un varón es mayor que el de una mujer a causa de la mayor superficie corporal y la mayor cantidad de masa magra que tiene el varón respecto de la mujer por una cuestión hormonal”, explicó Ennis, y –añadió– en promedio los varones tienen valores de presión arterial mayores que las mujeres y eso hace que puedan estar muy cerca de caer en la categoría de hipertensión sin llegar a ser cifras demasiado altas.

Obesidad e hipertensión

Según una reciente comunicación de la Sociedad Española de Hipertensión, la prevalencia de hipertensión en los jóvenes de España es similar a la nuestra y ellos lo atribuyen al aumento de las tasas de obesidad. Sin embargo, en el estudio argentino no se arriba a las mismas conclusiones. Es más, las cifras de obesidad no parecen ser preocupantes todavía entre nuestros jóvenes.
“En nuestra experiencia no está tan clara la relación con la obesidad porque para nuestro grupo de estudio la obesidad fue muy baja, de un 2%, y sin embargo la prevalencia de prehipertensión fue del 60%”, dijo Ennis quien reconoció que “una persona obesa tiene mucha más chance de ser hipertensa porque se producen cambios a nivel hormonal y a nivel de la pared arterial a causa de la dislipemia con formación de placas ateromatosas que lesionan la pared arterial y la dejan mucho más rígida favoreciendo el desarrollo de hipertensión”.

 

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