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Actualidad

Día Mundial contra la Hepatitis: 28 de julio de 2013
El laboratorio, la principal herramienta para la detección de hepatitis virales

El diagnóstico oportuno, a través de análisis bioquímicos inmunológicos y de biología molecular de algunas de estas afecciones virales hepáticas que pueden ser asintomáticas, evita la evolución a las más frecuentes complicaciones como cirrosis y cáncer de hígado


Por Ana M. Pertierra

El 28 de julio de cada año, la OMS y sus asociados conmemoran el Día Mundial contra la Hepatitis – en honor al día del nacimiento del descubridor del virus de la hepatitis B, Profesor Baruch Samuel Blumberg, galardonado con el Premio Nobel – con el objetivo de acrecentar la sensibilización y la comprensión de la hepatitis viral y las enfermedades que provoca. La campaña hace hincapié en que, en general, la hepatitis viral sigue siendo desconocida como amenaza sanitaria en gran parte del mundo convirtiéndose en una “epidemia silenciosa”.


Según la Organización Mundial de la Salud

Millones de personas padecen hepatitis viral y muchos otros millones están expuestos al riesgo de contraer la infección. La mayor parte de las personas que padecen infección crónica con el virus de la hepatitis B o C no son conscientes de estar infectadas con el virus. Por lo tanto corren el riesgo de desarrollar una enfermedad hepática crónica grave, y sin saberlo pueden transmitir el virus a otras personas. Aproximadamente un millón de personas muere cada año por enfermedades relacionadas con la hepatitis viral, en la mayoría de los casos por cirrosis y cáncer del hígado.
A pesar de que la carga de morbilidad relacionada con la hepatitis es muy alta en la mayoría de los países, el problema no se ha encarado de forma integral por muchos motivos. Entre ellos el hecho de que la mayor parte de las personas no desarrollan ningún síntoma cuando contraen la infección, y suelen no tenerlos durante decenios, hasta que desarrollan la enfermedad hepática crónica. Conjuntamente, esos factores han provocado la “epidemia silenciosa” que experimentamos en la actualidad.
Además, la hepatitis viral supone una pesada carga para los sistemas de salud, en razón de los elevados costos que entraña el tratamiento del cáncer del hígado y la insuficiencia hepática derivada de la cirrosis. En muchos países la insuficiencia hepática derivada de la hepatitis viral es la principal causa de trasplantes de hígado. Este tratamiento extremo es muy costoso, y puede ascender fácilmente a cientos de miles de dólares por persona.


Los virus de la hepatitis A, B, C, D y E pueden causar infección e inflamación grave y crónica del hígado, que a su vez puede dar lugar a cirrosis y cáncer del hígado. Estos virus representan un importante riesgo sanitario mundial, reflejado en los 240 millones de personas que padecen infección crónica con el virus de la hepatitis B, y unos 150 millones con el de la hepatitis C.
Por su parte la Asociación Argentina para el Estudio de las Enfermedades del Hígado (AAEEH) advirtió que medio millón de personas en el país podrían llegar a morir de cirrosis o cáncer hepático por ser portadores del virus de la hepatitis B sin saberlo.
FABAINFORMA entrevistó al doctor Alejandro Chiera, Bioquímico, Especialista en Inmunohematología y Bancos de Sangre, Magister en Biología Molecular e Ingeniería Genética, y Jefe del Servicio de Coordinación del Instituto de Hemoterapia de la Provincia de Buenos Aires dependiente del Ministerio de Salud

-¿Son los análisis de laboratorio la única herramienta para hacer el diagnóstico de estas virosis?

Los estudios de laboratorio tanto inmunoserológicos como virológicos, constituyen una herramienta fundamental para la detección, diagnóstico, seguimiento y control de tratamientos de estas infecciones virales. Indudablemente como en todas las patologías, la epidemiología y la clínica del paciente son siempre orientadoras primarias de la posibilidad de estar frente a una Hepatitis Viral. También son importantes algunos estudios invasivos como la biopsia hepática, que define el posible daño del tejido hepático. Pero sólo el hallazgo de marcadores serológicos y /o material genético del virus definen el agente etiológico y por consiguiente la futura conducta médica a seguir.

-¿Qué pruebas de laboratorio son las más eficaces para el diagnóstico de hepatitis A, B, C, D y E?

Las pruebas de laboratorio más ampliamente usadas para la detección de antígenos y / o anticuerpos son las basadas en el método de Enzimoinmunoensayo, ELISA, aunque desde hace algún tiempo están siendo paulatinamente desplazadas por pruebas basadas en el método de Quimioluminiscencia, el que demostró una mayor sensibilidad y especificidad en el diagnóstico.
También las pruebas de biología molecular para la detección de genomas virales tienen su utilidad precisa en la confirmación de la viremia y en el seguimiento de la efectividad de los tratamientos antivirales. Se recomienda que estas últimas sean de origen comercial, estandarizadas y no “home made”, como también que todas las pruebas sean realizadas bajo normas de calidad y programas de control de calidad interno y externo en el laboratorio, para el aseguramiento de resultados confiables.

-¿Muchas de estas hepatitis pueden cursar de forma asintomática y si no se hace un diagnóstico oportuno evolucionar a situaciones de mayor gravedad?

En principio, si bien todas las Hepatitis Virales pueden presentarse en algún grado de manera aparentemente asintomática, las que tienen mayor probabilidad de hacerlo por períodos variables de tiempo, son las hepatitis causadas por los virus B y C. La presencia de esta situación, no quiere decir que el virus no esté multiplicándose y desarrollando la enfermedad, motivo por el cual, de no hacerse un diagnóstico oportuno hay mayores posibilidades que estos virus causen un mayor daño hepático con el consecuente riesgo de progresión a cirrosis y en algunos casos a hepatocarcinomas primarios.

-¿Cuáles son las medidas de prevención más aconsejables?

Las medidas de prevención están estrechamente ligadas a la manera de transmisión propia de cada virus causante de hepatitis. En el caso de aquellos cuya vía de transmisión es la fecal-oral, como es el caso de los virus A y E, es indispensable para evitar su transmisión, beber y utilizar agua potable para el lavado de alimentos y mantener adecuadas medidas higiénico - sanitarias generales tanto en lo personal como en lo social, incluyéndose en este aspecto el acceso de la población a redes cloacales y de agua potable.
En el caso del virus B, sus vías de transmisión son la parenteral, sexual y perinatal, por lo que las medidas de prevención adecuadas son el uso de material descartable en la realización de tatuajes y piercings, la correcta esterilización del material quirúrgico, odontológico, podológico etc, la detección de AgHBs y anti HBc en la sangre y hemocomponentes a transfundir, no compartir agujas ni jeringas durante el uso de drogas endovenosas y la utilización correcta del preservativo durante relaciones sexuales que impliquen riesgo. Para la prevención de la transmisión perinatal de este virus, se hace indispensable el estudio de todas las embarazadas para detectar la presencia de AgHBs y en caso positivo poder aplicar gamma globulina hiperinmune y la vacuna al recién nacido para evitar la infección.
Gracias a la existencia de una vacuna eficiente, la aplicación de la misma a poblaciones de personas más expuestas al riesgo, como así también la incorporación al calendario obligatorio de vacunación de los niños, ha descendido notoriamente la tasa de infección por el virus B.
El virus C comparte la vía de transmisión parenteral con el B, por lo tanto idénticas medidas son eficientes para evitar la infección por este virus. La transmisión sexual y perinatal no son vías tan eficientes como lo son para el virus B.
En el caso del virus D, dado que es un virus defectivo y solo puede multiplicarse en presencia del virus B, tomando idénticas precauciones evitamos la infección por ambos virus.


La hepatitis es una inflamación del hígado causada generalmente por una infección vírica. Se conocen cinco tipos principales de virus de la hepatitis, designados como A, B, C, D y E. Estos son los que mayor preocupación generan debido a la gran morbilidad y mortalidad que causan y a la posibilidad de que generen epidemias y se diseminen de esta manera. En particular, los tipos B y C ocasionan una afección crónica en cientos de millones de personas y en conjunto son la causa más común de cirrosis hepática y cáncer del hígado.
La hepatitis A y la E son causadas generalmente por la ingestión de agua o alimentos contaminados. Las hepatitis B, C y D se producen de ordinario por el contacto con humores corporales infectados. Son formas comunes de transmisión de estos últimos la transfusión de sangre o productos sanguíneos contaminados, los procedimientos médicos invasores en que se usa equipo contaminado y, en el caso de la hepatitis B, la transmisión de la madre a la criatura en el parto o de un miembro de la familia al niño, y también el contacto sexual.
La infección aguda puede acompañarse de pocos síntomas o de ninguno; también puede producir manifestaciones como la ictericia (coloración amarillenta de la piel y los ojos), orina oscura, fatiga intensa, náuseas, vómitos y dolor abdominal.
Los científicos han identificado cinco virus de la hepatitis designados por las letras, A, B, C, D y E. Todos causan enfermedades hepáticas, pero se distinguen por varios rasgos importantes.
El virus de la hepatitis A (VHA) está presente en las heces de las personas infectadas y casi siempre se transmite por el consumo de agua o alimentos contaminados. Se puede propagar también por ciertas prácticas sexuales. En muchos casos la infección es leve, y la mayoría de las personas se recuperan por completo y adquieren inmunidad contra infecciones futuras por este virus. Sin embargo, las infecciones por el VHA también pueden ser graves y potencialmente mortales. La mayoría de los habitantes de zonas del mundo en desarrollo con saneamiento deficiente se han infectado con este virus. Se cuenta con vacunas seguras y eficaces para prevenir la infección por el VHA.
El virus de la hepatitis B (VHB) se transmite por la exposición a sangre, semen y otros líquidos corporales infecciosos. También puede transmitirse de la madre infectada a la criatura en el momento del parto o de un miembro de la familia infectado a un bebé. Otra posibilidad es la transmisión mediante transfusiones de sangre y productos sanguíneos contaminados, inyecciones con instrumentos contaminados durante intervenciones médicas y el consumo de drogas inyectables. El VHB también plantea un riesgo para el personal sanitario cuando este sufre pinchazos accidentales de aguja mientras asiste a personas infectadas por el virus. Existe una vacuna segura y eficaz para prevenir esta infección.
El virus de la hepatitis C (VHC) se transmite casi siempre por exposición a sangre contaminada, lo cual puede suceder mediante transfusiones de sangre y derivados contaminados, inyecciones con instrumentos contaminados durante intervenciones médicas y el consumo de drogas inyectables. La transmisión sexual también es posible, pero mucho menos común. No hay vacuna contra la infección por el VHC.
Las infecciones por el virus de la hepatitis D (VHD) solo ocurren en las personas infectadas con el VHB; la infección simultánea por ambos virus puede causar una afección más grave y tener un desenlace peor. Hay vacunas seguras y eficaces contra la hepatitis B que brindan protección contra la infección por el VHD.
El virus de la hepatitis E (VHE), como el VHA, se transmite por el consumo de agua o alimentos contaminados. El VHE es una causa común de brotes epidémicos de hepatitis en las zonas en desarrollo y cada vez se lo reconoce más como una causa importante de enfermedad en los países desarrollados. Se han obtenido vacunas seguras y eficaces para prevenir la infección por el VHE, pero no tienen una distribución amplia.

 

 

 

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