Celebración
del día del Bioquímico
Sensaciones y sentimientos encontrados.
Este nuevo aniversario del Día
del Bioquímico nos encuentra atravesando una etapa que, desde
el punto de vista científico y profesional, nos provoca sensaciones
contradictorias.
Resulta por una parte auspicioso y alentador que, de un tiempo a
esta parte, la sociedad en general ha comenzado a comprender y valorar
en su debida dimensión la función destacada que cumple
el profesional bioquímico en el ámbito de la salud.
Empezando por los sectores más informados, que saben de los
trascendentes avances que ha tenido la ciencia bioquímica
en el orden mundial, pasando por el común de la gente, preocupada
por su propia salud, y finalizando con la población más
desposeída, necesitada de campañas de prevención
que mitiguen los riesgos de su pobreza. En todos los ámbitos,
con más presencia, se advierte que el bioquímico va
obteniendo mayor espacio y reconocimiento en la consideración
de todos.
Y no es ajena a esta evolución, la actividad colectiva que
llevan adelante los analistas clínicos a través de
sus instituciones representativas. Las entidades primarias, las
federaciones y la confederación, entre otras, conforman un
"paraguas" de protección y sostenimiento donde
todos los profesionales encuentran una posibilidad de crecimiento,
actualización y capacitación, con el claro objetivo
de optimizar la calidad del servicio que se presta a la población
sin diferenciación de categorías.
Sin embargo, este aliciente panorama que renueva y promueve nuestra
inveterada vocación de servicio, se ve mitigado en estos
tiempos por políticas de Estado que no acompañan el
esfuerzo de los prestadores privados.
En efecto, hoy por hoy debemos reiterar que en la Argentina no hay
programación alguna en materia de salud. El Estado, preocupado
de otras urgencias, no vuelca ninguna atención ni asistencia
financiera al Sistema de Salud el cual, apoyado económicamente
solamente en aportes y contribuciones, va relegando cada vez más
la participación del sector privado con las lamentables consecuencias
que ello trae aparejado para la asistencia médica. Todos
vemos como los funcionarios declaman sobre altos valores, caso por
ejemplo "la equidad en salud", pero también vemos
que nada hacen al respecto. Sólo sabemos nosotros los esfuerzos
y relegamientos personales y materiales que el bioquímico
hace en pos de que sus pacientes tengan asegurada una debida y calificada
atención. Es nuestra obligación, pero también
hay obligaciones que incumben al sector oficial y no se cumplen.
Así estamos.
Ahora bien, más allá de este juego de sensaciones
por un lado gratificantes y por otro lado desalentadoras, no debemos
apartarnos de dimensionar debidamente el motivo que hoy nos convoca.
Es el Día del Bioquímico y como tal debemos celebrarlo.
Es que, sin perjuicio de los ideales con que cada uno de nosotros
encaramos la profesión elegida, todos sabíamos los
tropiezos y dificultades que deberíamos sortear en su ejercicio.
Así las cosas, alegrémonos por nuestros logros y nuestro
esfuerzo. Olvidemos por hoy los contratiempos que nos aquejan y,
como siempre, redoblando nuestro espíritu y sin bajar los
brazos, apostemos a un mejor porvenir para nosotros, para los colegas
jóvenes y para aquellos próximos a graduarse.
Dr. Alberto N. Torres
Presidente - FABA
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