La vacuna contra el mal de los rastrojos ya se puede elaborar en
el país
En Argentina hay cinco millones
de personas en riesgo de padecer esa enfermedad
Después de varios años de esfuerzo, lograron producirla
y probarla a través de un amplio ensayo clínico. Ahora
queda por definir cuál será la estrategia de vacunación.
En el Instituto Nacional de Enfermedades Virales Humanas (INEVH)
de Pergamino están orgullosos: la vacuna contra la fiebre
hemorrágica que han elaborado, comenzará a ser aplicada
este año. Y la capacidad instalada se utilizará para
producir otras vacunas.
La fiebre hemorrágica argentina es una enfermedad endémica,
de ciertas zonas de la pampa húmeda. Los síntomas
son similares a los de una gripe fuerte, pero si el tratamiento
no se inicia en la primera semana, puede ser mortal en el 15% al
30% de los casos.
El virus se contrae al aspirar la orina o la saliva del pequeño
ratón maicero. "Laucha de campo", le dicen los
trabajadores rurales, históricamente sus víctimas
más frecuentes. Pero los cambios demográficos también
influyeron en la enfermedad, y el área afectada se extendió
"a zonas donde la ciudad empieza a meterse en el campo: countries,
casaquintas, campings y asentamientos precarios con vacíos
urbanos", señala la directora del INEVH, Delia Enría.
El virus Junín fue aislado en 1958. Desde entonces hubo unos
mil enfermos por año, con una mortalidad superior al 30%.
Esto motivó la radicación, en Pergamino, de un grupo
de investigadores y técnicos, con el apoyo de entidades oficiales
y privadas; fue el origen del actual INEVH, que lleva el nombre
de quien coordinó aquel equipo, el doctor Julio Maiztegui.
Allí se comenzaron a producir los sueros para tratamiento,
que a partir de los 70 redujeron la letalidad. El gran paso llegó
en 1985, cuando un discípulo de Maiztegui, Julio Barrera
Oro, terminó de desarrollar la vacuna Candid I. Como a ningún
laboratorio le interesó fabricarla, con subvención
internacional se hizo por encargo una producción en el Instituto
Jonas Salk de Estados Unidos.
La inoculación fue selectiva -sólo a grupos de riesgo,
más de 240.000 personas desde 1991-, pero eficaz. El número
de casos bajó drásticamente: en 2004 hubo 60 notificados
(sospechosos), con 6 confirmados; en 2005, la cifra subió
a 94 y 19, respectivamente. "Este año ya hay 54 casos
notificados, con 5 muertos confirmados, ninguno de ellos vacunado
-alerta Enría-. La letalidad aumentó del 4% a casi
el 10%, porque no hay un reconocimiento temprano de la enfermedad",
destaca.
En 1992, el Ministerio de Salud proyectó la producción
masiva de Candid 1 en el INEVH. Pero el plan quedó frenado
en 1994, por lo que en 1996 la abogada Mariela Viceconte, colaboradora
del CELS con campos en Azul, presentó un recurso de amparo.
A partir de 1998, la Justicia debió intimar varias veces
a los ministerios de Salud y de Economía para que se cumpliera
el proyecto. "Lo novedoso fue que la Sala IV de la Cámara
en lo Contencioso Administrativo Federal siempre convocó
a audiencias con todas las partes", destaca Carolina Fairstein,
abogada del CELS.
Finalmente, a fines de 2003 el INEVH concluyó unas 80.000
dosis. Hubo que realizar un ensayo clínico para comparar
esa vacuna con la fabricada en los Estados Unidos. El trabajo involucró
a casi 2.000 voluntarios y un enorme esfuerzo colectivo. Tras demostrarse
que tiene idéntica calidad, el 29 de agosto pasado la ANMAT
le dio su aprobación.
Queda por definir la estrategia de la vacunación. "La
producción de 5 millones de dosis -el número de habitantes
de la zona de riesgo-, para un trabajo de 5 a 7 años, podría
hacerse en un año. El dinero asignado para 2007 alcanza para
390.000 dosis, a 8 pesos cada una", informa Enría.
La médica ha calculado que, si se continuara con la vacunación
selectiva, en diez años se ahorrarían 8.648 dólares
por caso prevenido. De vacunar a todos, el ahorro sería de
4.689 dólares por caso prevenido, pero se evitaría
que se enfermaran 508 personas, y que 54 murieran.
El INEVH es ahora "un instituto con capacidad de producir vacunas
virales", subraya Gustavo Ríos, interventor en la Administración
Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud. Su directora asegura
que "hay muchas ganas de que se hagan cosas como ésta,
y mucho más".
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