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Informe especial
El saneamiento del Riachuelo
El Comité de Redacción de Acta Bioquímica Clínica Latinoamericana ha seleccionado este artículo publicado en CIENCIA HOY – Volumen 22 - Número 132 – abril - mayo 2013, pp. 9-15, para su difusión a través de FABAInforma


Vista aérea del Riachuelo cerca de su desembocadura. En primer plano, la autopista a La Plata; luego el puente Nicolás Avellaneda y detrás de este, el viejo trasbordador del mismo nombre. Más atrás, la Vuelta de Rocha y, pasando el segundo recodo del curso, el antiguo puente ferroviario Barraca Peña. Adviértase el color oscuro de las aguas en primer plano, indicador de una mayor contaminación que las también contaminadas aguas costeras del Plata. Foto instrumentalism.wordpress.com

¿De qué se trata?

¿De dónde proviene, en qué consiste y por qué procesos se produce la contaminación del río Matanza-Riachuelo y de su cuenca?

EL RÍO

El Matanza-Riachuelo fluye con una orientación general de sudoeste-noreste a lo largo de 81 km y en forma de sinuosos meandros. Recoge el drenaje superficial de las aguas de una cuenca de aproximadamente 2240 km2. con unos 64 km de longitud y un ancho medio de 35 km. Recibe el aporte de numerosos cursos menores de diverso tamaño cuyos recorridos totalizan 510 km. Entre sus principales tributarios se destacan los arroyos Morales. Cañuelas. Aguirre y Ortega.
El más importante en el territorio de la ciudad de Buenos Aires es el arroyo Cildáñez, en la zona de Mataderos y Lugano, que se encuentra rectificado y parcialmente entubado.
La naciente del Matanza es la confluencia de los arroyos Castro y de los Pozos, en el partido bonaerense de Cañuelas. Aguas abajo del puente de la Noria, donde cambia el nombre de Matanza por el de Riachuelo, forma el límite entre la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y los partidos provinciales de Lomas de Zamora, Lanús y Avellaneda. El desnivel verificado entre su naciente y su desembocadura en el Plata alcanza los 35 m.
El caudal medio anual del río, medido en la estación Autopista, es de 7.02 m3 por segundo; en ocasión de una crecida importante pero no extrema el caudal registrado fue de 1325 m3/seg. Entre esos caudales, la superficie del agua ascendió 7.73 m: pasó de la cota de 1.43 m sobre el nivel del mar a la de 6.16 m.
La sinuosidad de su recorrido, propia de un río de llanura, causada por la baja pendiente, en especial en la planicie aluvial que bordea el Riachuelo, unida a las mencionadas oscilaciones en la altura de las aguas, fueron el origen de recurrentes y extensos anegamientos y han dado lugar a la formación de numerosas lagunas, bañados y meandros abandonados. En ese tramo inferior, en la actualidad solo quedan la laguna Soldati y una ubicada dentro del Autódromo, parcialmente modificadas, como evidencia de esa morfología.
Hoy la cuenca Matanza-Riachuelo es asiento de una población de entre de 3.5 y 4 millones de habitantes distribuidos en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y los partidos bonaerenses de Almirante Brown. Avellaneda, Lomas de Zamora, La Matanza, Lanús, Cañuelas, Ezeiza, Las Heras, Marcos Paz, Merlo, Esteban Echeverría, Presidente Perón y San Vicente.


Vacunas

Los fallos de la Suprema Corte de Justicia, emitidos en respuesta a una demanda iniciada en 2004 por un grupo de residentes de Avellaneda, pusieron en marcha un proceso de saneamiento ambiental de la cuenca del río Matanza (que adquiere el nombre de Riachuelo en su tramo inferior, en el que la Capital Federal es ribereña).



La contaminación de las aguas del Riachuelo es bien conocida y data de largo tiempo, pero no es el único trastorno ambiental del área, pues el deterioro también alcanzó las aguas subterráneas y los suelos, y configuró, hasta donde se lo puede afirmar en ausencia de estudios epidemiológicos sistemáticos, un serio problema de salud pública.
Las últimas décadas fueron testigo de varios intentos de mejorar la situación, de alcances limitados algunos, y razonablemente exitosos, como la eliminación de naves en desuso y estado de abandono del tramo final del río; y de ambiciones amplias otros, e invariablemente fracasados, no tanto por la complejidad técnica del problema, que no es menor pero tiene soluciones conocidas, sino –se puede conjeturar– por un cúmulo de circunstancias políticas y administrativas en un área parcelada en varias jurisdicciones y carente de una autoridad que pudiese coordinar las decisiones y la acción de organismos de los tres niveles estatales y de variadas competencias.
La intervención de la Corte Suprema abrió el camino hacia la solución de ese dilema institucional. Sin embargo, más allá de la lucidez y las buenas intenciones de los magistrados, y de la por todos reconocida necesidad de recuperar la calidad ambiental del Riachuelo como un bien público, su saneamiento genera tensiones sociales en un contexto en el cual los barrios de la Capital y los municipios bonaerenses ubicados sobre las márgenes del río experimentan fuertes transformaciones.
Los artículos que siguen explican en qué consiste y de dónde proviene la contaminación, y analizan algunos factores que explican las mencionadas tensiones sociales.

La calidad del agua del río Matanza-Riachuelo

La composición química del agua de los ríos está determinada por diversos factores, entre ellos, la lluvia, las descargas de contaminantes que sufren, los procesos biológicos que acontecen tanto en la columna de agua como en los Iodos del cauce, el agua que escurre del área de drenaje y la que ingresa de las napas freáticas en épocas de bajo caudal.
Como resultado de la erosión natural de rocas y suelos, todos los cuerpos de agua contienen sedimentos o partículas sin disolver: las muy finas permanecen suspendidas en el agua por meses, las más gruesas se depositan rápidamente en el fondo.
Las aguas dulces contienen sustancias disueltas, que resultan esenciales para el crecimiento normal de muchas formas de vida, pero en concentraciones por encima de ciertos niveles (llamados niveles guía) pueden ser dañinas. Por otro lado, los distintos usos de la tierra en una cuenca fluvial pueden condicionar la calidad del agua del río, debido a los efluentes que producen.
Los sedimentos depositados en el lecho de los ríos constituyen un registro de los procesos ocurridos en la columna de agua. Dependiendo de su composición y de la capacidad de retenerlos del fondo del cauce, pueden convertirse en fuentes de contaminación. Su capacidad contaminante no solo es función de la cantidad de sustancias potencialmente nocivas presentes, de su movilidad y de su persistencia; también se relaciona con la biodisponibilidad de esas sustancias, es decir, la posibilidad de que causen algún efecto sobre los seres vivos, positivo o negativo. Además, se pueden producir cambios en el ambiente geoquímico del lecho, tanto naturales como de origen humano, lentos o rápidos, algo que puede favorecer la liberación de contaminantes acumulados, que se reincorporan entonces al agua circulante. Por lo dicho, para medir la contaminación de un río, en adición a analizar la calidad del agua, es importante conocer la composición química de los sedimentos del fondo, cuyas condiciones fisicoquímicas resultan influidas por, entre otras cosas, la presencia de materia orgánica y de actividad bacteriana.
El río Matanza-Riachuelo es uno de los casos emblemáticos de contaminación acuática de la Argentina. La fisonomía ambiental original del río resultó completamente alterada por el desordenado proceso de ocupación de su cuenca, en la que se distinguen tres zonas de características diferentes: la cuenca baja, coincidente con el Riachuelo, altamente urbanizada, abarca desde la desembocadura de éste en el Plata hasta el puente de la Noria; la cuenca media, periurbana o en vías de urbanización, va desde dicho puente hasta las confluencias de los arroyos Chacón y Cañuelas; y la cuenca alta, rural, que todavía muestra condiciones ambientales satisfactorias, se extiende desde esas confluencias hasta el nacimiento del río. Hace ya siglo y medio el río causó uno de los primeros debates sobre contaminación ambiental en la Argentina, que sostuvieron los dueños de saladeros, autoridades nacionales, médicos y químicos (véase Birocco CM y Cacciatore LC, 2007, 'Saladeros, contaminación del Riachuelo y ciencia entre 1852 y 1872', CIENCIA HOY, 17, 101: 48-59, octubre-noviembre).



En la extensión entre las nacientes del río y el km 25 medido desde la desembocadura, el curso fue artificialmente rectificado, pues atravesaba una zona de bañados. Aguas arriba de allí, los principales contaminantes provienen de la producción animal en corrales o galpones, de plantas elaboradoras de productos lácteos y de la agricultura, a los que se suman algunas industrias, principalmente frigoríficos y curtiembres que vuelcan en el río, sin tratar, la mayor parte de sus efluentes. Aguas abajo del km 25 también llegan al río efluentes industriales sin tratar, pero la mayor contaminación se origina en aguas cloacales domésticas, en las que escurren o se infiltran basurales a cielo abierto, en efluentes contaminados de desagües pluviales y en otras fuentes difusas.
Los contaminantes más destacados del Matanza-Riachuelo son materia orgánica, que es el más importante en la cuenca alta, y metales pesados, que dominan en la cuenca media y en el Riachuelo. Esta situación resulta preocupante dado que sus aguas drenan directamente en el Río de la Plata, que constituye la fuente de abastecimiento de agua potable de buena parte de la región metropolitana. (Apuntemos, de paso, que el concepto de metales pesados carece de una definición científica aceptada, pero se usa en ausencia de otro mejor.)
La materia orgánica presente en aguas naturales muestra espectro continuo de tamaños, desde moléculas pequeñas, pasando por macromoléculas y agregados, hasta organismos. La materia orgánica en forma de partículas se define arbitrariamente como la fracción retenida por un filtro con poros de entre 0,5 y 1 micrómetros. Las fluctuaciones de los sólidos en suspensión en los sistemas fluviales afectan el carbono orgánico total, que consiste tanto de carbono disuelto como del que se encuentra en partículas en suspensión. Usualmente se observa entre el primero y el segundo una proporción de entre 6 a 1 y 10 a 1 , excepto durante inundaciones o cuando las aguas están muy turbias, en que dominan las partículas en suspensión y la relación disminuye. Esta disminución también puede significar contaminación con materia orgánica nueva.
La materia orgánica que encontramos en los cursos de la cuenca tiene características diferentes en función de la actividad humana de los alrededores. En la cuenca alta proviene sobre todo de residuos de organismos que viven en los arroyos, en especial de fitoplancton y zooplancton, además de originarse en establecimientos agropecuarios intensivos como feedlots, tambos y granjas de pollos, que son fuente de materia orgánica poco degradada.
En la zona periurbana, la aparición de basurales a cielo abierto trae nuevos compuestos orgánicos que forman parte de residuos domésticos, muchos sintéticos y algunos ajenos a los sistemas biológicos (llamados xenobióticos), presentes en detergentes, emulsionadores y conservantes. En esa zona también encontramos materia orgánica que escurre hacia el cauce de los suelos de los alrededores. La lenta velocidad del río en esa zona aguas arriba de la rectificación permite el depósito y la acumulación de materia orgánica en los sedimentos del fondo.
Por su lado, la alta contaminación del Riachuelo incluye materia orgánica llevada por la escorrentía de los suelos, desechos de organismos acuáticos y una alta proporción de hidrocarburos y de compuestos biológicos producto de la actividad humana, los que podrían usarse como indicadores de contaminación antropogénica.
La cantidad de oxígeno disuelto en el agua está relacionada con la intensidad de la contaminación orgánica. Ya en la cuenca media se puede encontrar prácticamente un estado de anoxia, es decir; se miden valores cércanos a cero miligramos de oxígeno por litro de agua. Un ambiente sin oxígeno influye en el comportamiento de otros contaminantes, como nitrógeno (encontrado como amonio) y azufre (encontrado en forma de sulfuros), y resulta importante para la retención en los sedimentos del cauce de los metales pesados, otro componente principal de la contaminación.
Más del 90% de los metales pesados se encuentra por lo general en material particulado en suspensión y en los sedimentos, retenido en arcillas, carbonatos, óxidos de hierro y manganeso, sustancias orgánicas como ácidos húmicos: organismos vivos como algas y bacterias, y, en ambientes reducidos, en sulfuros. La reoxidación de sedimentos sin oxígeno puede producir variaciones en los metales, lo que es capaz de afectar su movilidad y biodisponibilidad. Por esta razón es importante no solo conocer las concentraciones totales de metales pesados en los sedimentos sino, también, determinar en qué forma se encuentran. Ello se hace tomando y analizando muestras en diferentes lugares del cauce.
Como podría suponerse, la contaminación por metales pesados varía desde prácticamente ausente en las zonas más alejadas de la cuenca hasta intensa hacia la desembocadura del Riachuelo. Por ejemplo, se encontraron en el cruce del arroyo Morales con la ruta 3 cantidades de cobre, plomo, níquel y cinc que superan los niveles guía para la protección de la vida acuática establecidos por la ley 24.051 de residuos peligrosos (que son, respectivamente, de 2, 1, 25 y 30 millonésimas de gramo por litro de agua). Datos tomados en 2009 y 2010 en el puente de la Noria muestran, además, fuerte contaminación por cromo, mayor que el nivel guía de 2 microgramos por litro.
Es esperable que en ambientes con alto potencial reductor (potencial de adquirir electrones), elevado tenor de materia orgánica y bajo contenido de humus, como los de la cuenca baja, el cromo se encuentre en el estado de oxidación con menor movilidad y toxicidad, llamado forma trivalente. La alta concentración de cromo registrada en diferentes sitios del Riachuelo podría deberse tanto a la descarga de efluentes de la industria del curtido como a la mayor estabilidad de dicha forma.
Mediciones tomadas en los sedimentos del fondo llevan a concluir que en la cuenca baja la contaminación por cromo, cobre y cinc reflejaría descargas históricas. El pH de esos sedimentos y las condiciones favorables a la sedimentación en determinadas zonas favorecerían la estabilidad de los metales pesados.
El efecto de la lluvia sobre la calidad del agua del río es variado. Se ha encontrado que diluye metales como cinc y cobre, e incrementa la concentración de plomo y cromo, lo segundo porque los procesos de reoxidación de las aguas favorecen la disolución de sales antes insolubles. Pero sobre los sedimentos del Riachuelo, por su elevado contenido de sulfuro y de metales pesados, la lluvia no produce el efecto de disolución observado en los de otros cursos fluviales.
Los sedimentos del cauce y el agua que contiene interactúan fuertemente con el cuerpo de agua por encima de ellos. Ese intercambio se ha incorporado en los modelos matemáticos de simulación con los que se analiza la calidad de agua, cuyos resultados hacen pensar que se encuentra en aumento. Las características de los sedimentos más contaminados, que están en la cuenca media y en el Riachuelo, dominan la aparición de compuestos órgano-metálicos disueltos en la columna de agua en forma independiente de la que podía haber en esta; la mismo acaece con la disponibilidad de metales para los organismos acuáticos. Sedimentos sucios generan aguas sucias.

Martha Bargiela.
Lic. en Cs. Químicas Fac. Cs. Exactas y Naturales, UBA. Prof. Adjunta, Facultad de Agronomía, UBA.
Alicia Iorio.
Dra. en Ciencias, Universidad de Vigo. Prof. Titular, Facultad de Agronomía, UBA.


Lecturas sugeridas


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BARGIELA M et al., 2006, Fracción de metales solubles en sedimentos del cauce del río Matanza, Revista de la Facultad de Agronomía 26, 1: 31-37.
• RENDINA AE y FABRIZIO de IORIO AR, 2005, ‘Especiación de metales por resinas de intercambio en aguas superficiales de la cuenca del río Matanza’, Revista de la Facultad de Agronomía, 25, 1: 21-30.
DOUROJEANNI A, JOURAVLEV A y CHÁVEZ G,2002, Gestión del agua a nivel de cuencas: teoría y práctica, CEPALECLAC,Santiago de Chile, accesible en http: //www.eclac.cl/drni/
publicaciones/xml/5/11195/lcl1777-P-E.pdf. EDITORIAL,‘El Riachuelo: un problema (casi) bicentenario’, Ciencia Hoy, 20, 115:4-5, febrero-marzo de 2010.
GALLARDO LANCHO JF (ed.), 2006, Medioambiente en Iberoamérica. Visión desde la física y la química en los albores del siglo XXI, 3 tomos, Sociedad Iberoamericana de Física y Química Ambiental, Badajoz.
• HAJER M, 1995, The Politics of Envrionmental Discourse, Clarendon Press, Oxford.
HERZER H (ed.), Barrios al sur: renovación y pobreza en la ciudad de Buenos Aires, Café de las Ciudades, Buenos Aires.
JONES G & VARLEY A, 1999, ‘The reconquest of the historic centre: urban conservation and gentrification in Puebla, Mexico’, Environment and Planning A, 31: 1547-1566.
RENDINA A et al., 2001, ‘Formas geoquímicas de metales pesados en sedimentos del río Matanza y principales afluentes’, Revista del Museo Argentino de Ciencias Naturales, 3, 1: 33-39.
SCHILL M & NATHAN P, 1983, Revitalizing America´s Cities. Neighborhood Reinvestment and Displacement, State University of New York Press, Albany.
VARNI M, ENTRAIGAS I y VIVES L (eds.), 2010, Hacia la gestión integral de los recursos hídricos en zonas de llanura, Editorial Martín, Bs As.

 

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