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La diabetes afectará a 366 millones de personas en 2030
Un estudio estima que el 90% de los casos de diabetes tipo 2 es resultado de hábitos de vida poco saludables. Su prevención pasa por recuperar una alimentación adecuada en nutrientes y calorías, y la práctica regular de ejercicio físico

La diabetes afecta ya a 200 millones de personas en el mundo, y se vaticina que en el año 2030 afectará a 366 millones, con un aumento mayor en la población de 45 a 64 años, y en los países en desarrollo, afirmaron desde Fundación Lilly en la presentación del libro Type 2. Diabetes Mellitus.
“La diabetes está alcanzando proporciones pandémicas, siendo los países en vías de desarrollo los que presentan mayores incrementos. Ello resulta particularmente desastroso desde un punto de vista de salud pública al coincidir con problemas mayores de salud como los relacionados con las enfermedades infecciosas tales como la malaria, tuberculosis, y VIH/Sida, lo que duplica en ellos el sufrimiento”, afirmó Sir George Alberti, del Imperial College de Londres, en el prólogo del libro.
Según advirtió el doctor José Antonio Gutiérrez, director de la Fundación Lilly y uno de los coordinadores de la obra, “a menos que se pongan en marcha acciones para prevenir la diabetes y sus complicaciones, el creciente aumento de su frecuencia, particularmente en aquellos países en vías de desarrollo, supondrá una muy elevada carga social y financiera, difíciles de soportar”.
La diabetes tipo 2 supone entre el 85% y el 95% de todos los diabéticos, un porcentaje aún mayor en las regiones en desarrollo. “Alrededor de la mitad del gasto empleado en el tratamiento de la diabetes lo asume el de sus complicaciones, siendo las cardiovasculares responsables de la mayor parte. De hecho, tres de cada cuatro diabéticos fallecen de enfermedades cardiovasculares”, explicó este especialista.
Por su parte, el profesor Manuel Serrano Ríos, catedrático de Medicina Interna, también coordinador del libro, señaló a las complicaciones macro y microvasculares (como la retinopatía o la nefropatía) y a la neuropatía diabética como “patologías asociadas de gran relevancia a nivel tanto de calidad de vida como socio-económico”.
Además, añadió que también es conveniente “conocer la posible coexistencia de otros factores de riesgo como la citada obesidad, la hipertensión arterial o las dislipemias”, ya que su coincidencia, que da lugar al llamado ‘Síndrome Metabólico’, supone un riego multiplicado de padecer complicaciones cardiovasculares, como el infarto de miocardio. El libro recoge también las evidencias científicas de la relación de la diabetes con la inflamación, el estado protrombótico o la disfunción endotelial, entre otros.
Los autores destacan que no se trata solo de una enfermedad, sino una colección de síntomas heterogéneos desde el punto de vista de su etiología y su patología. Esta consideración obliga, según indicó el profesor Serrano Ríos, “a abordarla olvidando el excesivo ‘glucocentrismo’ al que estamos habituados”.
Tal y como detallan los autores, la mayoría de los casos registrados tienen su origen en un defecto progresivo de las células beta del páncreas en la segregación de insulina con mayor o menor resistencia periférica a la misma. Se estima que en el 90% de los casos este tipo de diabetes es resultado de la interacción multifactorial entre los hábitos de vida poco saludables.
Actualmente, y según recoge el libro, las investigaciones están dirigidas a conocer los mecanismos patofisiológicos genéticos, los factores intrauterinos y ambientales que favorecen la aparición de la diabetes tipo 2, “así como identificar las mejores medidas de prevención y los tratamientos más eficaces para su control”, señaló el doctor Gutiérrez.

La prevención de la enfermedad, según los expertos, pasa por recuperar los mejores hábitos de vida, en particular una alimentación adecuada en nutrientes y calorías, y la práctica regular de ejercicio físico.

“El gran reto de diabetes tipo 2 es la prevención no farmacológica, sino basada en la identificación precoz de los pacientes en riesgo y una actuación temprana sobre el estilo de vida, los programas de actividad física y los aspectos psicosociales que rodean al paciente”, concluyó el profesor Serrano Ríos.
Esta obra aporta puntos de vista novedosos que rompen con las ideas establecidas hasta la fecha en diabetes tipo 2 como una clasificación de la misma no basada en la edad. En su elaboración participaron 30 científicos de España, Europa, Estados Unidos y Australia, todos ellos de reconocido prestigio internacional en la materia.

Hemoglobina glicosilada como prueba diagnóstica


Dada su fiabilidad, este valor -que hasta ahora sólo se utilizaba para el control del paciente diabético- acaba de ser incorporado como criterio diagnóstico de la diabetes, junto con la medición de la glucosa en sangre.

En las últimas recomendaciones de la American Diabetes Association (ADA), publicadas en enero de 2010, aparece por primera vez el valor de hemoglobina glicosilada como criterio diagnóstico de diabetes

Según explicó el Dr. Raimundo Goberna, ex-Presidente de la Sociedad Española de Bioquímica Clínica y Patología Molecular (SEQC) y jefe de Servicio de Bioquímica Clínica del Hospital Universitario Virgen Macarena de Sevilla, “en la actualidad, su realización está indicada en personas mayores de 45 años o en menores de 45 años que presenten algún factor de riesgo para el desarrollo de diabetes tipo 2, como un índice de masa corporal mayor a 30, dislipemia, hipertensión arterial, antecedentes familiares de diabetes, diabetes durante el embarazo o que presenten valores de glucosa alterados”.
Asimismo, se recomienda la realización de esta prueba a todos los pacientes diabéticos dos veces al año, independientemente de si sus valores de glucosa en sangre se encuentran bien controlados o no, tal y como recogen las principales guías de práctica clínica.
Sin embargo, “aunque al día de hoy es una prueba que se realiza de forma rutinaria en casi la totalidad de laboratorios de España, hasta hace poco los resultados de hemoglobina glicosilada no eran comparables entre distintos laboratorios debido a la multitud de técnicas existentes para su medición, y a la utilización de distintas unidades para expresar estos resultados”, afirmó el Dr. Goberna.
Ante esta situación, que suponía un grave problema pues ponía en peligro la calidad del control de los pacientes diabéticos, el Departamento de Bioquímica Clínica del Hospital Universitario Virgen Macarena, junto con la Sociedad Española de Bioquímica Clínica y Patología Molecular (SEQC), y la Sociedad Española de Diabetes (SED), tomaron la iniciativa de organizar una reunión a finales de 2008, a la que asistieron representantes de las principales sociedades científicas para el estudio de la diabetes de dentro y fuera de ese país, y que permitió unificar criterios en cuanto a la calidad necesaria y a la emisión de resultados de hemoglobina glicosilada.

Fruto de esta reunión, nació un documento de consenso que permite solventar este problema, pues en él se recogen una serie de recomendaciones dirigidas a los laboratorios para que los resultados sean de calidad y comparables entre sí. “Esto es de vital importancia para el paciente diabético, que ve así mejorada la calidad en su control por parte del laboratorio”, concluyó Goberna.

¿Qué niveles indican diabetes?

La hemoglobina glicosilada es el tanto por ciento de hemoglobina que se encuentra unido a la glucosa, alrededor del 5% en condiciones normales. Un valor mayor al 6,5% es diagnóstico de diabetes.
Cuando se utiliza este valor para el control del paciente diabético, un resultado mayor a 7% indica que hay que realizar una vigilancia más estricta de los niveles de glucosa del paciente, ya que de no ser así podría desarrollar complicaciones como ceguera, fallo renal o neuropatía.
Consultado por Faba-Informa, el doctor Juan José Gagliardino, director del CENEXA (Centro de Endocrinología Experimental y Aplicada) de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNLP, relativizó dicha recomendación considerando que todavía “no hay un consenso general” para utilizar la prueba de hemoglobina glicosilada para el diagnóstico y sí lo hay para el control y seguimiento del paciente diabético.
Además recalcó que no sería una prueba necesariamente de diagnóstico “sobre todo cuando existe un simple cuestionario mediante el cual se puede determinar si una persona está en riesgo de padecer la enfermedad”.




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