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Coordinación General de Evaluación Epidemiológica
de Programas de Atención de FABA
COLAPSO SANITARIO
¿Sobran o faltan profesionales de la salud? ¿Hay sistema de salud?

Por Horacio Micucci
Noticias periodísticas dieron a conocer que, ante la epidemia de fiebre porcina en curso, el Ministro de Salud bonaerense, Claudio Zin, dijo que el ausentismo en los hospitales alcanzaba el 40 por ciento por el personal también afectado por diferentes enfermedades. Frente a esa situación y al notable incremento de las consultas médicas se decidió convocar a médicos jubilados y a estudiantes de los últimos años de la carrera de medicina para que participaran en el control primario de las consultas.
El sistema de salud aparece colapsado. Primero, en los comienzos de la epidemia colapsó el sistema privado de emergencias. Luego los hospitales de Capital y Conurbano vieron superadas su capacidad de atención. En algunos hospitales interzonales generales de agudos de la Pcia. de Bs. As. se registraban más de trescientos turnos de pediatría por día. El colapso se extendió a los sistemas municipales.
Se hizo público en estos días que no podían ser ocupadas camas hospitalarias, en la emergencia, por falta de colchones o de sábanas.
Recién a fines de junio se comenzó a analizar la ampliación de la capacidad de diagnóstico. A partir del 1° de julio se descentralizarían los análisis que se realizan en el Malbrán y se pondría en funciones a 19 laboratorios en diferentes provincias para obtener con mayor velocidad los datos..
Es decir: falta de insumos, capacidad de internación insuficiente y falta de profesionales y técnicos de la salud y, su causa previa, falta de un plan de acción ante emergencias y de un sistema de promoción de la salud y prevención y curación de la enfermedad con las estructuras y el personal necesarios. Además todavía no se alcanzó el pico de la enfermedad y confluyen la gripe estacional y las infecciones respiratorias bajas, propias de la época.

Los profesionales no sobran

Desde hace algunas décadas publicistas televisivos, funcionarios de áreas de ciencias de la salud y la educación, ayudados a veces por algunos dirigentes profesionales, insistieron el que sobraban profesionales de la salud. Se habló machaconamente de la “plétora profesional”.
Se establecieron cursos de ingresos en la facultades de ciencias de la salud, fundamentados primero en la necesidad de mayor exigencia a los estudiantes. Pero pronto el argumento fue modificado: se dijo que era necesario limitar el ingreso adaptándolo al escaso número de docentes y presupuesto universitario. Es decir, en lugar de aumentar el presupuesto y el número de docentes, se “ajustó” el número de estudiantes. En lugar de agrandar el zapato se intentó achicar el pie.
Inclusive algunos llegaron a afirmar que, ante el exceso de profesionales, debían utilizarse los sistemas de mejoramiento de la calidad para excluir del sistema a cierto número. Uno de los parámetros de eficiencia de los sistemas de calidad, en lugar de la satisfacción de las necesidades de la población, debían ser, para algunos, la cantidad de profesionales que se lograban excluir.
Se maceró la cabeza de los bioquímicos con la idea de que sobraban, que era una carrera en extinción, etc. Este debate llegó a los organismos profesionales y aún a los claustros universitarios. De la mano de las ideas libremercadistas de los ´90, se postuló la concentración de prestadores y la eliminación de los laboratorios pequeños.
Los resultados son los que vemos. No alcanza el número de profesionales a la menor emergencia.  Se ha llegado al extremo de falta de insumos básicos. Inclusive las estadísticas de salud y enfermedad son “borrosas”. Hasta el número de chagásicos de Argentina es una estimación resultado de la proyección de los datos masculinos de la última conscripción (1994) extrapolado 15 años después, a hombres y mujeres.

Algunas cifras

Se sostiene que hay en nuestro país unos 116.000 médicos. Si imaginamos un sistema sanitario basado en la Estrategia de Atención Primaria de Salud postulada por la OMS, y si la cifra de médicos aceptable fuera de uno cada 1000 habitantes (unas 250 familias), para una población de 40 millones de habitantes harían falta 40.000 sólo en el primer nivel de atención. Pero la relación de uno a 1000, debe contemplar las horas de dedicación de ese médico de familia (para el seguimiento y búsqueda preventiva del paciente) que no podría ser superior a 8 horas diarias. Lo anterior exige, para ese primer nivel de atención de promoción de la salud y prevención y curación de la enfermedad, un mínimo de dos médicos (en dos turnos) cada mil habitantes o sea no menos de 80.000 médicos. Si a esto agregamos la necesidad de mantener servicios las 24 horas (eliminando los sistemas de profesionales que cumplen 24 horas de labor corridas lo que, se ha demostrado, afecta la salud de los mismos y la calidad de sus servicios), más la necesidad de cubrir los otros niveles de atención con sus respectivos especialistas, es claro que el número de médicos es insuficiente y no excesivo como se plantea. Fácilmente se podría duplicar.
Como muestra de la situación baste un dato: con 350 turnos de pediatría por día en un hospital del conurbano bonaerense, si en ese hospital hubiera diez pediatras trabajando en forma simultánea, deberían atender 35 niños por turno. A veinte minutos por niño, son doce horas de labor. Hay lugares donde los pacientes sacan turno a las dos de la madrugada y son atendidos, escasos minutos, a las doce del mediodía.
Hace unos años se hablaba del exceso de farmacéuticos. Sin embargo, la disposición que obliga a recetar por nombre genérico exigió la presencia del profesional en la dispensación, lo que lleva en la actualidad a una plena ocupación farmacéutica, demostrando la falacia de las creencias anteriores. Sin embargo, hay en Argentina unos 6.000 centros públicos de atención primaria de salud que carecen de esos profesionales. Y son escasos y sobreexigidos o con designaciones precarias en hospitales de la Pcia. de Bs. As.¿Sobran o faltan?.
Como se ve el Estado, que debiera ser el primer empleador en salud, es el primer incumplidor de la ley que obliga a la existencia de profesionales en esa tarea.
La necesidad de desarrollar un sistema integral de salud que satisfaga las necesidades de la población está íntimamente ligada a la formación de recursos humanos del mismo. Es imposible, si no se define para qué se lo quiere, diseñar el perfil del profesional y técnico a formar y mucho menos su número. Produce desconcierto asistir a la discusión de planes de estudio en facultades de ciencias de la salud, donde jamás se considera el proyecto de sistema de salud en el cual ese profesional debiera insertarse.
Desde ya la composición de la matrícula universitaria depende de otros factores. Para una Argentina exportadora de productos primarios y sin industria nacional, sobran no sólo médicos, sino también ingenieros, arquitectos, biólogos marinos, geólogos, bioquímicos especialistas en industria alimentaria, epidemiólogos, etc..

Estructuras necesarias

Según la OMS, los microorganismos se clasifican en cuatro grupos de riesgo. No son iguales las estructuras necesarias para un microorganismo del Grupo de Riesgo 4 (elevado riesgo individual y comunitario) que para uno de Grupo de Riesgo 2 (riesgo individual moderado, riesgo comunitario bajo) y esta diferencia implica distintas estructuras de trabajo.
Una epidemia que se produzca con alto nivel de riesgo individual y comunitario exige estructuras de Nivel de Bioseguridad 4 y Argentina no cuenta con ningún laboratorio de ese tipo. En cuanto a las estructuras de nivel de bioseguridad 3 (el máximo existente el Argentina) se pueden contar con los dedos de una mano.
Lo anterior no sólo perjudica a los potenciales pacientes sino también a los operadores sanitarios que corren riesgos de infección al actuar en condiciones precarias. Los peligros de agentes infecciosos (que podrían tener mayor morbilidad y mortalidad que los actuales) reclaman la existencia de dichos establecimientos en un número suficiente.
Son necesarias estructuras asistenciales de adecuadas características y de distintos niveles de complejidad con aceitados planes previos de acción, en caso contrario, en una epidemia de un microorganismo de grupo de riesgo 4, morirán pacientes y trabajadores de la salud por contagio intrahospitalario.
El actual sistema de salud es un mal sistema de curación de la enfermedad que ni siquiera cumple con ese objetivo limitado. No existe un sistema integrado e integral que se base en la Estrategia de Atención Primaria de Salud, con los distintos niveles de complejidad, para la prevención y curación de la enfermedad y la promoción de la salud, con una atención próxima a los lugares de vivienda y trabajo de la población. No hay accesibilidad geográfica, económica y cultural al acto de salud que debiera ser un derecho inalienable para todos.

La contribución de FABA

Una decisión acertada sería incorporar a los pequeños y medianos prestadores privados a un servicio integrado con el sector estatal y regulado por éste.
La Federación Bioquímica de la Pcia de Bs. As. agrupa más de dos mil bioquímicos en mil quinientos laboratorios. Puede contribuir en el primer nivel de la atención primaria y hacer un aporte adicional: el suministro de información epidemiológica como lo hace con el Seguro Público de Salud provincial y en el convenio para determinar indicadores de intoxicación en habitantes de la Cuenca Matanzas-Riachuelo y en el destinado a determinar flúor en agua potable.
Las autoridades tienen la palabra.


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