home  
 
  ARG
^

ABCL

Plantas medicinales y aromáticas en la Argentina
El Comité de Redacción de Acta Bioquímica Clínica Latinoamericana ha seleccionado este artículo publicado en CIENCIA HOY - Volumen 19 Número 111 (junio-julio de 2009), para su difusión a través de FABA Informa

Las plantas medicinales y aromáticas, algunas de las cuales cumplen las dos funciones, conforman un universo de gran interés agronómico, industrial y comercial que podría experimentar un interesante crecimiento en la Argentina y sus países limítrofes.

Flor de azafrán (Crocus sativus)

Elena R Mongelli, Hugo D Chludil y Silvia R Leicach
Facultad de Agronomía, UBA

Desde los tiempos más remotos, la humanidad ha utilizado las plantas con fines notablemente diversos. Además de los usos más evidentes relacionados con la ornamentación, la alimentación humana, el forraje para animales domésticos, los tejidos, el aprovechamiento artesanal e industrial de la madera y su poder combustible, el reino vegetal constituye un reservorio de compuestos químicos que se destinan a un gran abanico de usos, entre otros, insecticidas, herbicidas, aromáticos y medicinales. Cumplen estas funciones sobre todo por sus metabolitos secundarios, moléculas producto del metabolismo vegetal que no intervienen en los procesos bioquímicos de supervivencia, crecimiento y reproducción de la planta, pero cumplen en ella funciones de defensa, regulación y señalización química.
Las distintas culturas humanas han empleado las plantas de infinidad de maneras, que estudia la etnobotánica, un término acuñado por el botánico estadounidense John William Harshberger (1869-1929) en 1895, que se refiere a los usos de las plantas por las diferentes sociedades (no sólo las sociedades aborígenes) como alimentos, vestimenta, tinturas, cosméticos, medicina, herramientas y hasta moneda. Por ello se habla de los usos etnobotánicos.


Pimientos puestos a secar en Angastaco, provincia de Salta.

Entre estos usos se cuentan los religiosos o rituales, así como los de aquella medicina para la cual la enfermedad es un fenómeno sobrenatural, cuya cura requiere recurrir a especies dotadas de poderes mágicos. Los curanderos o chamanes habitualmente emplean plantas con sustancias psicoactivas, capaces de producir un estado alterado de conciencia que permite entrar en contacto con el mundo sobrenatural. Ejemplo de esto es la utilización actual de la ayahuasca (Banisteriopsis caapi) por varias tribus del Amazonas.
En los tiempos actuales, la mitad de los compuestos de origen vegetal usados por la humanidad se destina a la dieta de las personas, una cuarta parte recibe empleo cosmético, un 20% va a la industria farmacéutica y el 5% restante cumple funciones variadas. Son productos que provienen, principalmente, de países en desarrollo, de las Américas, África y Asia, y en esta sobre todo de la India y de China. Se consumen en su mayoría en los países desarrollados, como los de la Unión Europea, los Estados Unidos y el Japón, pero unas diez mil especies vegetales encuentran utilización en la medicina tradicional, como la china, que utiliza aproximadamente el mismo número de preparados de origen vegetal.
En Alemania, desde 1970 el consumo de medicamentos de origen vegetal aumentó de modo marcado, sobre todo para ciertas enfermedades: aproximadamente un 60% de los alemanes consumen n preparados de ese origen para el tratamiento del resfrío y, en algunos casos, las ventas de algunos de esos preparados superó a la de fármacos sintéticos recetados para la misma patología. Por ejemplo, en algunos años las ventas de preparados de ápices de hipérico (Hypericum perforatum) duplicaron las del medicamento Prozac para el tratamiento de estados depresivos.
En Francia esa clase de productos tiene peso en el tratamiento de los trastornos circulatorios, con un 44% del mercado, y en los Estados Unidos aproximadamente el 45% de la población consume plantas medicinales, lo cual llevó a las empresas de medicina prepaga a incluirlos entre los tratamientos que solventan, y a las universidades a impartir cursos sobre esas terapias. El éxito progresivo de las plantas medicinales puede relacionarse con el regreso a lo natural, producido en muchas sociedades.
En un sentido amplio, una planta medicinal es aquella que posee valor terapéutico, sea para prevenir, atenuar o curar una enfermedad. Ejercen específicamente la acción medicinal determinadas sustancias llamadas principios activos, generalmente metabolitos secundarios de diferente estructura molecular y función, como alcaloides, saponinas, terpenos, heterósidos y aceites esenciales, entre otros (tabla 1).
Los principios activos suelen estar presentes sólo en algunos órganos de la planta; por ejemplo, los calmantes del tilo se encuentran en las flores, de modo que un té preparado con las hojas no surtiría el efecto buscado. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció que planta medicinal es la que contiene sustancias que pueden ser utilizadas con finalidad terapéutica, o de la que se extraen compuestos que pueden servir para ese propósito. Se llama droga vegetal a la parte de la planta medicinal de uso terapéutico, mientras que sustancias responsables de su acción farmacológica son los mencionados principios activos.


Izquierda: flores femeninas de lúpulo. Centro: nuez moscada en estado natural. Derecha: cilantro o coriandro en flor.
 

Planta aromática es aquella de la que se puede obtener, de manera directa o mediante algún proceso fisicoquímico, compuestos con aroma o sabor característicos que sirven de insumos para diversas industrias. La lavanda (Lavandula spp.) es un ejemplo de lo primero; la resina aceitosa obtenida de frutos de coriandro o cilantro, de lo segundo. Las plantas aromáticas y sus productos derivados se pueden utilizar en las industrias alimentaria, cosmética y del perfume. También pueden emplearse en la industria farmacéutica, con fines bactericidas, fungicidas, carminativos o expectorantes, de modo que las categorías de aromática o medicinal no son enteramente excluyentes, ni es imposible que una especie medicinal o aromática tenga otros usos, como los alimentarios u ornamentales (ver tabla 2)
En uno de los documentos sobre medicina más antiguos que se conocen, hallado en las ruinas de la ciudad sumeria de Nippur y correspondiente a finales del tercer milenio antes de nuestra era, figuran nombres de plantas utilizadas con fines medicinales, entre ellas la higuera (Ficus carica), el abeto (Abies spp.), el mirto (Myrtus communis), el peral (Pyrus communis) y el tomillo. También datan de épocas remotas los papiros egipcios con instrucciones sobre el uso de plantas como el azafrán, el comino, el coriandro y el eneldo (Anethum graveolens). Los asirios y babilonios empleaban cerca de 250 especies vegetales con fines curativos, entre ellas el aloe (Aloe vera), la amapola (Papaver somniferum) y la menta.
En la antigua Grecia, Hipócrates proporcionó una de las primeras referencias sistemáticas sobre el uso de principios vegetales en la atención de la salud; mencionó en sus trabajos la cicuta (Conium maculatum), entre otras especies. Aristóteles, Teofrasto y también Galeno nombraron en sus escritos diversos vegetales con propiedades medicinales.
De tiempos del Imperio Romano datan los escritos sobre plantas medicinales de Cantón el Censor, Plinio el Naturalista y Pedanius Dioscorides, el cirujano de Nerón, que recogió esas plantas en numerosos países de la cuenca mediterránea y en el año 78 reunió, en los cinco tomos de su Materia médica, toda la información que había acumulado sobre el tema. Los romanos empleaban como curativos el apio (Apium graveolens), el perejil (Petroselinum crispum), el euforbio (Euphorbia spp.) y el jenjibre (Zingiber officinale).
En América, los aztecas y los mayas tenían la papaya (Carica papaya ), la jalapa (Ipomoea purga), el ágave (Agave spp.) y el liquidámbar (Liquidambar styraciflua) como plantas medicinales. En el actual territorio argentino, diversas etnias indígenas utilizaron el ambay (Cecropia pachystachya), el palo pichi (Fabiana imbricata), el pehuén o araucaria (Araucaria araucana), el pañil (Buddleja globosa) y el notro (Embothrium coccineum), entre otras especies.
En China, el compendio médico Pen ts’ao kang-mou, que data de fines del siglo XVI, prescribió drogas de origen mineral, animal y vegetal en número que superaba ampliamente el de las utilizadas por cualquier otro pueblo en esa época.
En la Argentina hay hoy más de un millar de especies registradas como plantas medicinales. Entre las primeras obras científicas que documentaron su uso se puede citar el trabajo del farmacéutico italiano Domingo Parodi (1823-1890), Ensayo de botánica médica comparada (1881), y el catálogo del botánico alemán Georg Hieronymus (1845-1921), confeccionado durante su estadía en Córdoba y publicado en el Boletín de la Academia de Ciencias de esa ciudad, Plantae diaphoricae florae argentinae (1882).
Las plantas medicinales y las aromáticas se asemejan en materia de producción, recolección, acondicionamiento, comercialización y consumo. Se puede explotar tanto plantas silvestres como cultivadas. Entre las primeras se destacan la rosa mosqueta (Rosa rubiginosa) y la carqueja (Baccharis spp.); y, entre las cultivadas, la pimienta negra y el lúpulo, de producción intensiva, así como el eneldo y el coriandro, cuya producción es extensiva.
En la Argentina las plantas exclusivamente medicinales no están muy difundidas, y solo un reducido número de ellas ha recibido atención agronómica: la mayoría se cultiva sobre la base de la experiencia, como es el caso del ginseng. Las especies aromáticas, en cambio, son más comunes, con ciertas especies características de determinadas regiones. En el noreste se produce citronela (Cymbopogon nardus), hierba limón (Cymbopogon citratus), menta japonesa (Mentha arvensis) y, principalmente, cítricos por los aceites esenciales obtenidos de su corteza, mientras que el noroeste se caracteriza por el cultivo del anís, el pimentón, el orégano y el comino. Cuyo produce hinojo, estragón (Artemisia dracunculus), mejorana (Origanum majorana), angélica (Angelica archangelica), menta piperita (Mentha x piperita), romero (Rosmarinus officinalis) y tomillo. En el centro del país se cultiva principalmente cedrón, lavandín (Lavandula hybrida) y romero, en tanto que en la región pampeana predomina el coriandro, la manzanilla y la mostaza (Sinapis spp.). En la Patagonia se destacan los cultivos de lavanda, lavandín, lúpulo, angélica y rosa mosqueta.
La explotación de las plantas medicinales y aromáticas comienza por la recolección silvestre o el cultivo. Sigue con el secado del material que se cosecha y, luego, con la extracción de los principios activos de las hierbas secas. El secado evita determinadas reacciones de deterioro, así como la proliferación de microorganismos, algo que ocurre rápidamente en una planta cortada. Para el secado por lo general se utilizan sistemas de circulación de aire caliente o la simple exposición al sol. En pequeña escala, lo segundo suele ser lo más conveniente, pues solo necesita disponer el material en bastidores o catres, sobre lienzos o papel, y hasta en el suelo.
La concentración en los tejidos vegetales de los compuestos que se busca extraer varía en forma marcada con la estación del año y la hora del día en que se efectuó la recolección, así como con la zona de cultivo, el clima y la calidad del suelo. Por ejemplo, en la amapola, la codeína, un alcaloide de uso medicinal, llega a triplicar su concentración al mediodía. Por lo general, la estación seca y las primeras horas del día son los mejores momentos para la recolección de la mayoría de las plantas.

Métodos simples de obtención de extractos vegetales

Frascos con aceites esenciales



 

 

Las drogas vegetales se pueden obtener por diferentes métodos o procedimientos. Dado que para conseguirlas se las extrae de los tejidos de las plantas, se habla de extractos vegetales.
Se denomina infusión al extracto obtenido por filtrado luego de dejar el vegetal en agua caliente por, generalmente, unos veinte minutos. Si la droga hierve en agua y después se filtra, recibe el nombre de cocimiento o decocción.
Las tinturas son preparados líquidos que pueden obtenerse por maceración o por lixiviación. La maceración consiste en poner el vegetal en un líquido a temperatura ambiente durante un tiempo. En la lixiviación se hace pasar un líquido (por lo general alcohol o una mezcla de este con agua) a través del vegetal para extraer los principios activos solubles.
Los aceites esenciales o esencias son el resultado de extraer los principios aromáticos de vegetales por destilación o por arrastre con vapor de agua. Los aceites esenciales de los cítricos se extraen mediante el uso de prensas. Cuando el aceite esencial contiene exudados o sustancias secretadas por las plantas, se denomina oleorresina, como, por ejemplo, la trementina de pino.


Luego del secado sigue la industrialización primaria, para preparar extractos, tinturas o aceites esenciales, productos que constituyen insumos de diversas industrias, como la cosmética, la farmacéutica o la alimentaria. En esta última, por ejemplo, se utilizan como saborizantes, colorantes y aditivos, y también como especias. La vainilla (Vanilla spp.), el clavo de olor (Syzygium aromaticum), la nuez moscada (Myristica fragrans), el comino, el ajo (Allium sativum) y el azafrán caen en esta categoría. Una gran cantidad de cultivos aromáticos se utilizan en la fabricación de bebidas alcohólicas, como el lúpulo en la industria cervecera.
Las plantas medicinales son utilizadas en medicina popular o tradicional, en la atención primaria de la salud y para la elaboración de medicamentos. En la medicina tradicional, la parte de la planta con efecto farmacológico suele ser recolectada directamente por el usuario o comprada en el comercio, desecada. Las formas más comunes de preparación son las infusiones y decocciones.
La OMS estimó que el 80% de los habitantes de los países en vías de desarrollo dependen de plantas medicinales para satisfacer sus necesidades en atención primaria de la salud. Ese organismo internacional recomendó a los gobiernos reconocer y validar ciertas prácticas tradicionales para mejorar la situación sanitaria de los sectores más desprotegidos, que son los que corren mayores riesgos de salud.
En la Argentina, la Asociación Argentina de Fitoterapia promovió el uso tradicional de plantas medicinales en las provincias de Misiones, Santa Fe y Buenos Aires, con el apoyo financiero de organismos italianos de cooperación internacional. Para dar a la población necesitada acceso a medicamentos, buscó aprovechar las plantas medicinales de la respectiva provincia y logró obtener aprobación oficial de la pomada de caléndula (Calendula officinalis) para tratamiento de ezcemas, dermatitis de pañal y otras, grietas de pezón, y como coadyuvante de úlceras dérmicas o de decúbito; también, de un jarabe de ambay para el tratamiento de tos, y de los comprimidos de congorosa (Maytenus ilicifolia), indicados para gastritis, acidez, dispepsias y como coadyuvante de úlceras gástricas.
Existen otros programas regionales orientados a promover el aprovechamiento de este tipo de plantas, como el de plantas medicinales del Mercosur, del Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola, entidad de las Naciones Unidas. Entre sus metas está mejorar los ingresos de los agricultores familiares mediante la diversificación de su producción. Se lleva a cabo en el sur del Brasil, en los estados de Río Grande del Sur, Santa Catalina y Paraná; en la región oriental de Paraguay; en el Uruguay, y en el noreste y noroeste de la Argentina.
En estas regiones del mundo, un volumen significativo de este tipo de plantas se exporta.Según estadísticas oficiales, el comercio exterior de plantas medicinales y aromáticas disminuyó un 15% en 2007 con respecto a 2006, pero debido al aumento de los precios internacionales, el ingreso de divisas aumentó un 166%. La tabla 3 muestra las ventas en esos dos años y las especies (coriandro, orégano, manzanilla, lúpulo, pimienta y pimentón) más exportadas. En 2007, los principales destinos de esos embarques fueron Brasil, Alemania, Estados Unidos, Chile e Italia.
La producción de plantas medicinales y aromáticas constituye una oportunidad interesante para el país, tanto desde su punto de vista económico y social como ambiental. En relación con lo último, es necesario cuidar que la recolección de especies silvestres se realice en forma controlada, para evitar la sobreexplotación, pues esta conduce al empobrecimiento del ecosistema y a la posibilidad de extinguir el recurso, cosa que ha sucedido más de una vez, en el país y en el mundo.
Existe en la Argentina una razonable capacidad de investigación científica y tecnológica que puede ser aprovechada en la producción de sustancias fitoterapéuticas y aromáticas, tanto para la fase agrícola como para la extracción, purificación, caracterización y control de los productos naturales, lo mismo que para la evaluación de propiedades farmacológicas. Existe también suficiente capacidad empresarial como para llevar adelante las actividades agrícolas, industriales y comerciales necesarias para el crecimiento del sector. Y la información etnomédica que se puede recopilar permitiría explorar la vigencia de la sabiduría ancestral de los grupos étnicos precolombinos, los que podrían también aprovechar las oportunidades económicas que se abran. La producción de drogas y aceites esenciales tiene un creciente mercado internacional vinculado con las industrias farmacéutica, cosmética y perfumera, que abre posibilidades atractivas para las economías regionales.

Lecturas sugeridas

ALONSO J y DESMARCHELIER C, 2005, Plantas medicinales autóctonas de la Argentina. Bases científicas para su aplicación en atención primaria de la salud, Lola, Buenos Aires.
Autores varios, 2006, Cultivos industriales, Editorial Facultad de Agronomía, Buenos Aires.
COLLURA A y STORTI N, 1971, Manual para el cultivo de plantas aromáticas, INTA, Buenos Aires.
Sitios de internet vinculados con el tema: www.econbot.org - www.plantasmedicinales.org - www.herbotecnia.com.ar
www.alimentosargentinos.gov.ar/especias


Plantas medicinales y aromáticas en la Argentina



Optimizado para 1024x768px l Recomendado: Explorer 5.0 ó superior.
Soporte Técnico: webmaster@fbpba.org.ar l Diseño:
info@naranhaus.com
Copyrigth © 2003 l Federación Bioquímica de la Provincia de Buenos Aires: secpres@fbpba.org.ar