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¿En vísperas de tratamientos eficaces para la enfermedad de Alzheimer?
En el curso de 2006 se conocieron los resultados de una serie de investigaciones con ratones modificados genéticamente para expresar las lesiones cerebrales de la enfermedad de Alzheimer. Estos estudios abren caminos para el futuro desarrollo de tratamientos eficaces para esta enfermedad, que hasta ahora es incurable.

El Comité de Redacción de Acta Bioquímica Clínica Latinoamericana ha seleccionado este artículo publicado en la CIENCIA HOY
Volumen 17 Nº 97 – 2007, para su difusión a través de FABA Informa.


< Fig. 1.- Lesiones características del cerebro en la enfermedad de Alzheimer

La enfermedad de Alzheimer es la causa más frecuente de la demencia senil. Entre el 2 y el 5% de las personas de 65 años, y el 25% de quienes superan los 85 años de edad la padece. El progresivo aumento de la expectativa de vida de la población determina que el Alzheimer tenga una creciente incidencia en los gastos en salud. En la actualidad la atención de la enfermedad consume anualmente unos 145 mil millones de dólares.

Síntomas y signos

La enfermedad comienza con síntomas casi imperceptibles. Un ejemplo de esto es el caso de la novelista británica Iris Murdoch (1919-1999). Un estudio publicado en 2005 en la revista Brain demostró que en la última novela de Murdoch (Jackson’s Dilemma) ya era detectable el déficit cognitivo propio de la enfermedad de Alzheimer que le fuera diagnosticada a su autora luego de que terminara de escribirla.
La enfermedad se caracteriza por la pérdida de la memoria (Ronald Reagan, otra de sus víctimas, no recordaba que había sido presidente de los Estados Unidos), de la iniciativa y del pensamiento abstracto. A medida que avanza, desaparece la capacidad de hablar y de realizar movimientos coordinados.
Los pacientes manifiestan una desorientación que puede conducir a que se extravíen aun en lugares que le han sido familiares por años. De hecho, las averiguaciones de paradero de ancianos extraviados que difunden los medios suelen corresponder a pacientes con Alzheimer. Durante el curso de la enfermedad suelen aparecer agitación, insomnio y depresión, los que en general no responden a los psicofármacos que son eficaces en enfermedades diferentes al Alzheimer. A medida que la enfermedad se acerca a su etapa final quienes la padecen pierden toda capacidad de valerse por sí mismos. La dolencia no sólo afecta al paciente sino que también influye sobre sus seres queridos, que se ven obligados a contemplar impotentes el lento pero inexorable derrumbe de la personalidad del enfermo.

Lesiones cerebrales en la enfermedad de Alzheimer

El cerebro de los pacientes con Alzheimer presenta una serie de alteraciones que conducen a la destrucción de neuronas y a la pérdida de las conexiones que las vinculan. Estas lesiones incluyen:
la formación de agregados extracelulares llamados placas amiloides, el depósito en el interior de las neuronas de ovillos neurofibrilares y, la acumulación en las neuronas de proteínas unidas a la ubiquitina. La ubiquitina es una pequeña proteína que está presente en todas las células (de ahí su nombre) que se une a otras permitiendo así que éstas sean reconocidas por los sistemas encargados de su degradación.
Las placas amiloides se forman debido a precipitación de agregados de un péptido de entre 39 y 43 aminoácidos conocido como amiloide beta (Aâ)). Este péptido es un pequeño fragmento de una proteína llamada APP (de Amyloid Precursor Protein) formada por una única cadena de 753 aminoácidos que atraviesa de lado a lado la membrana celular. El péptido Aâ se desprende de la APP por la acción sucesiva de las enzimas beta y gama secretasas
(Figura 2). Este péptido es un componente normal del organismo, pero en condiciones patológicas, como en la enfermedad de Alzheimer, adquiere una configuración alargada la que permite a sus moléculas asociarse entre sí formando agregados insolubles que conducen a las placas amiloides. Este proceso requiere otras sustancias, algunas de ellas se mencionarán más abajo al describir posibles tratamientos de la enfermedad.
Muchos estudiosos creen que el péptido Aâ o alguno de sus derivados -y no la placa amiloide en sí- es el principal causante de las alteraciones cerebrales propias de la enfermedad de Alzheimer. También se sabe que de los distintos péptidos Aâ, el que contiene 42 aminoácidos es el principal responsable de las lesiones. A pesar de que se origina fuera de las células, algunos de los efectos neurotóxicos pueden requerir la penetración del péptido Aâ en las neuronas
(figura 2).

< Figura 2. La proteína precursora del amiloide (AAP) atraviesa la membrana que rodea las células. La â secretasa cataliza la escisión de un fragmento soluble situado en la superficie extracelular de la membrana; este fragmento no participa directamente en la génesis de las lesiones de la enfermedad de Alzheimer. El corte que produce la â secretasa deja en la membrana un fragmento que al ser escindido por la ã secretasa da lugar al péptido Aâ. En la enfermedad de Alzheimer este péptido se acumula, cambia de forma y se asocia dando lugar a agregados insolubles que son el principal componente de las placas amiloides. El diagrama no muestra el camino llamado no amiloidogénico en el cual la AAP es cortada primero por la ã secretasa dando un fragmento que no produce péptidos Aâ.

Los ovillos neurofibrilares (figura 1) son depósitos intracelulares en los que participan agregados insolubles de proteínas tau. Estas proteínas forman parte del citoesqueleto, esto es, de la red de túbulos y fibrillas que da forma a las células y que participa en su motilidad y su división.
La acumulación de proteínas unidas a la ubiquitina se debe a que en el Alzheimer la actividad de una enzima propia de las neuronas llamada Uch-L 1 (hidrolasa C Terminal de la ubiquitina) está disminuida, probablemente por acción del péptido Aâ. Esta enzima es necesaria para la liberación de la ubiquitina una vez que ha cumplido su función en las neuronas.


En búsqueda de nuevos tratamientos


El conocimiento de las lesiones cerebrales del Alzheimer ha servido de base para la búsqueda de tratamientos eficaces de la enfermedad. Esto ha sido facilitado por la creación de ratones que contienen genes humanos que expresan las proteínas que se alteran en la enfermedad. Estos ratones transgénicos desarrollan lesiones cerebrales y trastornos de la memoria y el aprendizaje parecidos a los de la enfermedad humana. Su utilización para la búsqueda de tratamientos ha logrado resultados promisorios al aplicar los siguientes tres enfoques:


el bloqueo de los efectos del péptido Aâ,
la mejoría de la función sináptica y,
el restablecimiento de los niveles normales de la Uch-L 1.

Bloqueo de los efectos del péptido Aâ

Si los daños cerebrales del Alzheimer fueran causados por la acumulación del péptido Aâ debería ser posible evitarlos bloqueando los efectos de este péptido.
Para lograr esto, en una etapa inicial se ensayaron las llamadas ‘vacunas’ contra el Alzheimer. Estas estaban formadas por anticuerpos que se unen al péptido Aâ. Esta estrategia fue transitoriamente abandonada al comprobarse en 2002 que este tipo de tratamientos producía encefalitis (inflamación del cerebro) en los pacientes que los recibían. Este resultado no descarta la posibilidad de que el uso de anticuerpos pueda ser modificado para evitar sus efectos colaterales de modo de convertirse en un procedimiento eficaz para el tratamiento de la enfermedad.
Una alternativa a los anticuerpos es el uso de sustancias que, sin serio, comparten con ellos la capacidad de combinarse con el péptido Aâ, evitando su acción deletérea. En lo que sigue se describirán algunos de los numerosos estudios que emplearon este enfoque y que se dieron a conocer en el curso de 2006.
En 2004, científicos de la empresa Samaritan Pharmaceuticals Inc. y de la Universidad de Georgetown de Estados Unidos informaron en un artículo publicado en la revista Steroids que compuestos derivados de intermediarios de la síntesis de esteroides (los esteroides incluyen sustancias como el colesterol, los andrógenos y estrógenos, y las hormonas de la corteza suprarrenal) se unen al péptido Aâ evitando sus efectos sobre las neuronas. Los estudios continuaron y así llevaron al desarrollo de una droga llamada Caprospinol®. En diciembre de 2006 Samaritan Inc. anunció que la Food and Drug Administration de los Estados Unidos había autorizado el inicio de los ensayos clínicos del Caprospinol®. Previamente se había demostrado que, en animales transgénicos, el Caprospinol® detenía la formación de placas amiloides y eliminaba las ya preexistentes indicando que la droga bloqueaba las transiciones del péptido Aâ.
Por su parte, investigadores de la empresa canadiense Neurochem Inc., y del Departamento de Química de la Queen’s University de Kingston, Ontario, publicaron en el número del 6 de noviembre de 2006 de la revista Neurobiology of Aging estudios en los que se demostró que una sustancia llamada Tramiprosate (ácido 3-amino-1-propansulfónico) que está registrada como Alzhemed® también se asocia al péptido Aâ, impidiendo que éste se una a sustancias llamadas glicosaminoglicanos sulfatados (GAGs) y bloqueando así sus efectos. En el momento de escribir esta nota (enero de 2007), la empresa estaba realizando un ensayo clínico de fase III de esta droga (la fase III es la última fase de las que preceden a la autorización del uso de un medicamento).
Efectos similares a los de las drogas ya mencionadas fueron encontrados en la escuela de medicina de la New York University: los resultados fueron publicados el 20 de noviembre de 2006 en los Proceedings of the National Academy of Sciences de EEUU y mostraron que un péptido que tiene la misma secuencia de aminoácidos que un segmento del péptido Aâ inhibe la formación de la placa amiloide al impedir la combinación con el péptido Aâ de un compuesto llamado apolipoproteína E que es necesaria para que el péptido Aâ, se asocie y precipite.
En la revista Nature Medicine del 11 de junio de 2006 científicos de la Universidad de Toronto informaron que una sustancia llamada ciclohexanehexol antagoniza la unión del fosfatidil inositol al péptido Aâ y protege o revierte las manifestaciones del Alzheimer en ratones transgénicos.

Mejoramiento de la función sináptica

Una de las características de la enfermedad de Alzheimer es el deterioro de la función de las sinapsis (ver recuadro ‘Sinapsis, neurotransmisores y receptores’) con el consecuente déficit funcional de la compleja red neuronal necesaria para la correcta actividad cerebral. Entre los distintos tipos de sinapsis afectadas por la enfermedad, se destacan las que utilizan acetilcolina como neurotransmisor. Estas sinapsis desempeñan un papel central en los procesos de aprendizaje, memoria y en el procesamiento de las emociones. Es por eso que los medicamentos actualmente utilizados para tratar la enfermedad (Donepezilo, Rivastigmina y Galantamina) están diseñados para aumentar la concentración cerebral de acetilcolina. Sin embargo, la eficacia de estos medicamentos es baja, ninguno de ellos proporciona más que un alivio parcial y pasajero de los síntomas en las etapas iniciales e intermedias de la enfermedad, y ninguno revierte las lesiones que ésta provoca ni evitan su evolución fatal. De hecho, en noviembre de 2006, el National Institute for Health and Clinical Excellence, cuya misión es definir qué medicamentos pueden suministrarse sin cargo en el sistema de salud del Reino Unido, recomendó no suministrar estas drogas a nuevos pacientes y reducir las ya usadas a pacientes con formas iniciales o intermedias de la enfermedad. (Cabe consignar que, en enero de 2007, la empresa Eisai, que tiene la licencia del Donepezilo, con el apoyo de Pfizer, que la comercializa, recurrió a la justicia del Reino Unido para que esta decisión se revirtiera).
En un intento de superar las deficiencias de los actuales medicamentos, investigadores de la Universidad de California ensayaron mejorar la actividad sináptica aumentando la sensibilidad de los receptores de la acetilcolina. Para ello utilizaron un compuesto llamado AF267B que facilita la acción de la acetilcolina sobre la variedad de receptor muscarínico (ver recuadro ‘Sinapsis, neurotransmisores y receptores’) para la acetilcolina que abunda en las regiones del cerebro más afectadas en el mal de Alzheimer. Los resultados de estos experimentos, que fueron publicados en el número del primero de marzo de 2006 de la revista Neuron, señalaron que el compuesto AF267B revirtió el déficit en la capacidad de aprendizaje e hizo desaparecer las placas amiloides y los ovillos neurofibrilares en las regiones más afectadas del cerebro de los ratones transgénicos.
Además, en el curso de enero de 2007 varios laboratorios estaban realizando ensayos clínicos con sustancias que aumentaban la sensibilidad de otras variedades de receptores para la acetilcolina.

Sinapsis, neurotransmisores y receptores

En cada neurona el impulso nervioso consiste en una señal eléctrica -llamada potencial de acción- que viaja con una amplitud y velocidad constante. Este impulso pasa de una neurona a otra merced a la liberación de sustancias llamadas neurotransmisoras en una región especializada, llamada sinapsis. Una vez que es liberado el neurotransmisor, este se difunde a través del muy estrecho espacio que separa las neuronas que participan en la sinapsis y al llegar a la que recibe la señal se une a una proteína específica llamada receptor. Esta unión desencadena la respuesta de la neurona que recibió la señal permitiendo así que la información contenida en el impulso nervioso pase de una neurona a otra. La acetilcolina, uno de los muchos neurotransmisores que participan en la función cerebral, actúa sobre dos tipos de receptores: los nicotinicos, que al unir acetilcolina abren un canal que permite el paso de iones a través de la membrana, y los muscarínicos, en los que la unión de la acetilcolina desencadena una respuesta metabólica.

< Figura 3. Esquema de una sinapsis. Se muestra solo la zona de contacto entre dos neuronas. El impulso nervioso llega en forma de una señal eléctrica hasta el extremo de una neurona (arriba) donde el neurotransmisor está contenido en las vesículas sinápticas. La llegada del impulso nervioso desencadena un proceso que determina que las vesículas
se unan a la membrana de la neurona y se abran al estrecho espacio que separa ambas neuronas. liberando en este neurotransmisor el que difunde hasta combinarse con los receptores de la otra neurona que constituye la sinapsis (abajo). Una vez producida la combinación la neurona se activa de un modo que depende de ella y del neurotransmisor. Es así como la información del impulso pasa de una neurona a otra. Después de actuar el neurotransmisor puede ser destruido o recaptado por la neurona que lo liberó para participar en una nueva activación de la sinapsis. Nótese que debido a que el neurotransmisor se libera solo desde una de las neuronas y los receptores están solo en la otra, en cada sinapsis el impulso nervioso pasa en una sola dirección.


Aumento del nivel de la enzima Uch-L 1

Un planteo diferente a los anteriores fue utilizado por científicos de la Universidad de Columbia en Nueva York. Consistió en reestablecer los niveles de Uch-L 1 mediante la administración de exógeno I de esta enzima. Los experimentos, que fueron publicados el 25 de agosto de 2006 en la revista Cell, mostraron que el suministro de Uch-L 1 corrige los déficit en la memoria y en el aprendizaje de los ratones transgénicos. Los investigadores interpretaron esto como una indicación de que la administración de Uch-L 1 revierte las alteraciones que el Alzheimer provoca en los complejos mecanismos bioquímicos que participan en la memoria y en el aprendizaje.

Perspectivas


Los hallazgos aquí comentados deben ser confirmados con estudios en seres humanos dado que no es predecible que los efectos favorables observados en los ratones transgénicos se reflejen en la mucha más compleja estructura y función cerebral de los seres humanos.
A pesar de eso, los hallazgos permiten abrigar la esperanza de que en un futuro no muy lejano se desarrollen medicamentos capaces de evitar la aparición o revertir las lesiones de la enfermedad de Alzheimer.
Si eso se lograra, millones prolongarían su vida útil y, seguramente, nunca olvidarían el día en que recobraron sus recuerdos.

Lecturas sugeridas
ARANCIO O, CAO Z, GONG B, MOOLMAN D, LlU S, SHELANSKI M, STANISZÉWSKI A, VITOLO OV, ZHANG H y ZHENG P, 2006, ‘Ubiquitin Hydrolase Uch-L 1 Rescues ì-Amyloid-lnduced Decreases in Synaptic Function and Contextual Memory’, Cell, 126: 775-788.
BlLLINGS LM, CACCAMO A, FISHER A, GREEN KN, MARTINEZ-CORIA H, LAMERLA FM y ODDO S, 2006, ‘M1 Receptors Play a Central Role in Modulating AD-Iike Pathology in Transgenic Mice’, Neuron, 49, 671-682.
MEHTA PD, PANKIEWICZ J, PRELLI F, QUARTERMAIN D, SADOWSKI MJ, SCHOLTZOVA H y WISNIEWSKI T, 2006, ‘Blocking the apolipoprotein E/amyloid-{beta} interaction as A a potential therapeutic approach for Alzheimer’s disease’, Proceedings of the National Academy of Sciences, 103:18787-18792. Este artículo está accesible en la web.
SELKOE DJ, 2003, ‘Deciphering the genesis and fate of amyloid â-protein yields novel therapies for Alzheimer disease’, The Journal of Clinical Investigation, 110: 1375-1381.
Tanto Cell como Neuron están accesibles en la biblioteca electrónica de la SECYT;
www.biblioteca.secyt.gov.ar/. Tanto el artículo de los Proceedings of the National Academy of Sciences como el del The Journal of Clinical lnvestigation están libremente accesibles buscando en www.pnas.org y www.jci.orqg, respectivamente.

Patricio J Garrahan
Profesor titular emérito. UBA.
Investigador superior.
CONICET.
e - mail: garrahan@mail.retina.ar




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