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Actualidad

Por Ana María Pertierra
La autoinmunidad participaría
en la cardiopatía chagásica
Los anticuerpos antimuscarínicos circulantes serían responsables de la muerte súbita en los pacientes chagásicos. Alteran la contractilidad del músculo cardíaco y pueden determinarse por enzimoinmunoensayo (Elisa). En la Argentina, el número de infectados es alarmante. Aconsejan las pruebas serológicas para la detección de casos en las grandes ciudades.



Muchos de los eventos que suceden en la cardiopatía chagásica podrían explicarse por el fenómeno de autoinmunidad. “Tanto en cardiopatías dilatadas como chagásicas están presentes anticuerpos contra receptores adrenérgicos y colinérgicos”, señaló el doctor Jorge Yanovsky, inmunopatólogo y ex investigador del Conicet, durante la primera jornada de Prevención, Educación e Investigación en la Enfermedad de Chagas organizada por el Instituto Universitario de Ciencias de la Salud, Fundación Barceló en la ciudad
de Buenos Aires.
“El 30% de los infectados de Chagas tienen autoanticuerpos”,
dijo y – explicó– que la presencia de anticuerpos antimuscarínicos perturba
la sincronía de la contractilidad del músculo cardiaco porque sus mecanismos de acción no están regulados por el sistema nervioso autónomo, y esto podría explicar la muerte súbita causada por arritmias agudas. Se los puede dosar
por enzimoinmunoensayo (Elisa) con un antígeno específico.
El especialista planteó que uno de los desafíos actuales de los investigadores es encontrar qué fenómeno determina la muerte en un paciente con cardiopatía chagásica. Para ello, se probó una intervención terapéutica para extraer
de la sangre dichos anticuerpos. “Con la inmunoabsorción de anticuerpos, metodología extracorpórea de lavado del plasma, y el reemplazo con inmunoglobulinas G purificadas se observó una mejora hemodinámica”, comentó.

“La mortalidad es alta en gente joven y muchas veces sin morbilidad manifiesta”, sostuvo Yanovsky sobre la base de datos confirmados en dos trabajos brasileños con seguimiento a 10 años.
El especialista priorizó el tema de la atención al paciente chagásico diciendo que desde el punto de vista médico “la enfermedad de Chagas no es una parasitosis sino una cardiopatía que muchas veces conduce a la muerte sin manifestaciones clínicas que hayan motivado la atención médica”.


Mientras la comunidad científica considera al mal de Chagas una enfermedad “perfectamente prevenible” mediante la lucha antivectorial, el control en los bancos de sangre y el tratamiento oportuno de la enfermedad congénita, en nuestro país la cantidad de infectados asciende a 2.330.000, equivalente al 7,2% de la población, superando a la de los países limítrofes.
Se estima que en el mundo hay 90 millones de personas expuestas al riesgo de padecer la infección por habitar en zonas endémicas en convivencia con el agente trasmisor, la vinchuca. En Latinoamérica son 15 millones los infectados con Tripanosoma cruzi, y la Argentina es uno de los países con más casos.
“De la totalidad de infectados en Latinoamérica, 5 millones evolucionan a distintos tipos de cardiopatías de carácter severo. Muchas de ellas requieren la colocación de marcapasos, cardiodesfibriladores o trasplante cardiaco”, señaló el doctor Jorge Mitelman, cardiólogo y profesor del Instituto de Ciencias de la Salud, Fundación Barceló de la ciudad de Buenos Aires, durante la jornada.

Atacar desde varios flancos
Siendo la enfermedad de Chagas una zoonosis, afección que primariamente se encuentra en los animales y luego se transmite al hombre a través de vectores conocidos como triatomidos, su abordaje debe tener en cuenta varios aspectos.
Los especialistas recalcaron que la lucha contra el vector, Triatoma infestans
o vulgarmente vinchuca, debe estar a cargo de la Salud Pública mediante programas de fumigaciones y vigilancia del insecto en las zonas rurales endémicas. Pero que además, los médicos en las grandes ciudades también deben participar sin omitir la solicitud de estudios serológicos, única manera de detectar ésta enfermedad crónica y silenciosa que se cobra la vida de 21.000 individuos al año y produce un total de 649.000 incapacidades en toda Latinoamérica, según datos epidemiológicos del año 2005 del TDR, programa especial para la investigación y capacitación en enfermedades tropicales coordinado por la OMS.
Bolivia encabeza la seroprevalencia de la región con un valor de 12,26%.
Le sigue la Argentina con una seroprevalencia importante, mientras que Uruguay y Chile han controlado la enfermedad y tienen 0,45% de seroprevalencia cada uno.
“La enfermedad oriunda de un medio rural se traslada a distintos lugares
a causa de las migraciones poblacionales, de allí que en la ciudad
de Buenos Aires se registre una importante cantidad de enfermos portadores
y que muchos de ellos sean de clase media e incluso alta”,
señaló el doctor Mitelman.
A la hora de atribuir responsabilidades la doctora Luisa Giménez investigadora de la Fundación Barceló, destacó que “se ha dedicado la mayor parte de los recursos a atacar al vector y a estudios del tripanosoma más que a la asistencia del enfermo chagásic.” y consideró más importante controlar la transmisión que exterminar a un insecto, del cual existen diferentes especies potencialmente infectables además del Triatoma infestans. Y –comentó– éste control se logró en ciertas provincias fundamentalmente en aquellas de baja endemicidad tales como Río Negro, La Pampa, y Neuquén pero también lo alcanzó la provincia de Jujuy, dato por demás llamativo.
“A pesar de que en nuestro país el presupuesto destinado a Chagas
se ha ido incrementando sucesivamente la situación cada vez se agrava más”, puntualizó Giménez.
Como lo señalara Carlos Chagas hace más de siete décadas, ésta enfermedad de la pobreza pone un dedo acusador sobre un problema económico y social que los gobiernos son incapaces de resolver. Pobreza, desnutrición, falta de educación y viviendas indignas, todo ello combinado
con desidia al encarar la erradicación de la enfermedad conducen
a las cifras de infectados en nuestro país.

Vecinos exitosos
En el mes de junio último las autoridades sanitarias brasileñas recibieron
de la OPS el Certificado Internacional de Eliminación de la Transmisión
del Mal de Chagas por Triatoma infestans. Según fuentes del Ministerio
de Salud brasileño, en los últimos tres años el país invirtió más de 30 millones de dólares en un programa que contó con 9000 operarios de campo para la aplicación de insecticidas con poder residual mediante aspersores manuales. Éste éxito se debió a una decisión política de poner en marcha un programa que comenzó hace dos décadas y no decayó hasta lograr la eliminación completa de la vinchuca, insecto introducido en territorio brasileño a principios del siglo XX que se expandió y produjo altas tasas de infección en la población.

Una mujer pequeña
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Parte 2


La autoinmunidad participaría
en la cardiopatía chagásica





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