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James Watson contra las terapias oncológicas personalizadas y el papel atribuido a los antioxidantes
En un artículo recientemente publicado en Open Biology, el Nobel Watson, codescubridor de la doble hélice de ADN, desata la polémica sobre el tratamiento del cáncer y sugiere que las dietas basadas en antioxidantes pueden llegar a favorecer la progresión de esta enfermedad




James Watson, biólogo estadounidense premio Nobel 1962, co-descubridor de la estructura del ADN

Tan solo unos días después de la publicación de los prometedores datos de la evolución del cáncer en los Estados Unidos que reflejan una menor incidencia de todos los tipos menos el del papiloma, el Nobel James Watson, revolucionó el debate sobre el futuro de este conjunto de enfermedades, la segunda, tras las cardiovasculares, en mortalidad en los países ricos.
El veterano investigador afirmó que la curación de esta enfermedad no vendrá de la mano de las terapias genéticas.
En una entrevista a Reuters citada por el diario español El País, Watson, que llevaba años preparando su artículo, afirma que los tratamientos basados en la caracterización genética de cada tumor “funcionan solo durante unos meses”, y que “no hay nada para las metástasis de pulmón, colon y mama”. Asimismo, y respecto al papel de los antioxidantes, Watson afirma que “todo el mundo pensaba que [...] eran buenos, pero pueden impedir que curemos el cáncer”.
Consultada por El País acerca de la hipótesis de Watson, María Blasco, directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) de Madrid, España, señala: “Hace una revisión del estado actual y las perspectivas de futuro de varias de las rutas moleculares que se han propuesto como claves en el desarrollo y tratamiento del cáncer. Es una revisión bastante extensa, completa, y critica. Tras 40 años de investigación en los mecanismos moleculares del cáncer, los éxitos no han sido los previstos y esto es debido a que el problema del cáncer es mucho más complejo de lo que se preveía”.
Frente a esta opinión, Rogelio González Sarmiento, investigador en el Centro de Investigación del Cáncer (CIC) de la Universidad de Salamanca, critica que “no se trataría de un trabajo demasiado novedoso si no fuera porque lo escribe Watson”.
En su artículo, publicado en la revista Open Biology, Watson solicita “un calendario mucho más rápido para el desarrollo de fármacos antimetastásicos” y aventura que, “a menos que podamos encontrar la manera de reducir los niveles de antioxidantes, la última etapa del cáncer será en diez años tan incurable como lo es hoy”.
En el centro del argumento del investigador se halla el grupo de moléculas denominadas especies reactivas del oxígeno (ROS, por sus siglas en inglés), que califica como “fuerza positiva para la vida” debido a su papel en la apoptosis o muerte celular programada –uno de los mecanismos clave para descartar disfunciones biológicas que supongan una amenaza para la supervivencia de los organismos–.
Según declaró González Sarmiento, entre los efectos nocivos de los radicales ROS figura el hecho de que favorecen las mutaciones y la aparición del cáncer. Por eso, aclara este experto, “está de moda aconsejar dietas antioxidantes que, en teoría, dificultan la acción de las ROS sobre el ADN y obstaculizan la aparición del cáncer”. Sin embargo, y si Watson está en lo cierto sobre el papel de las ROS y los antioxidantes en la última etapa del cáncer, “será mejor que comamos alimentos antioxidantes por su buen sabor, no porque su consumo disminuya el riesgo de enfermedad”.

Dietas antioxidantes

Tal como explica González Sarmiento, “cuando tratamos el cáncer, lo que queremos es que las células se mueran o se suiciden y las ROS también favorecen dicha apoptosis, de manera que cuando inhibimos estos radicales ROS con antioxidantes estamos dificultando la muerte celular por apoptosis”. Lo que Watson sugiere, en suma, es que las dietas antioxidantes, al dificultar la muerte celular, favorecen la resistencia a la quimioterapia y a la radioterapia.
“La hipótesis de Watson”, puntualiza el experto del CIC, “es nueva para los que no están implicados en el tema pero subyace en muchas de las nuevas estrategias de tratamiento del cáncer”, quien, además, denuncia: “Informaciones de este tipo confunden a la población. Dietas antioxidantes dificultan el desarrollo del cáncer pero también entorpecen el efecto de los tratamientos”.
Para González Sarmiento la solución puede estar en seguir estas dietas mientras no se tiene cáncer y abandonarlas cuando se diagnostica un tumor. “De todas maneras, el efecto antioxidante de las dietas es demasiado pequeño como para darles la importancia que se les está dando, tanto para prevenir el cáncer como para facilitar la muerte de la célula tumoral”, concluye.
El presidente de la Sociedad Española de Oncología Médica, Juan Jesús Cruz, sostuvo que “el esfuerzo que se está haciendo es muy grande. En 2015 probablemente tengamos un mapa de los tumores, que no sé lo que habrá costado. A su desesperanza yo opongo la de que tengamos en unos años 20 o 30 vías comunes de las metástasis”, dijo. Sobre los antioxidantes cree que Watson exagera: “El efecto de las terapias es tan destructivo que por muchos antioxidantes que se tomen dudo que se anule”.
En los Estados Unidos también hay dudas. Por ejemplo, Robert Weinberg, oncólogo y profesor del Massachusetts Institute of Technology (MIT) de Cambridge, defendió la aproximación genética, y explicó que lo que ocurre es que cuando se bloquea una vía de proliferación del cáncer, este muta y encuentra otra.
En cambio, sobre el tema de los antioxidantes, le dan la razón: lo que es bueno como medida preventiva, puede no serlo cuando ya ha aparecido el tumor. “Todo lo que mantenga el cáncer lleno de radicales libres es un componente efectivo del tratamiento”, dijo Robert Benezra, del Sloan-Kettering Cancer Center de Nueva York.

FabaINFORMA consultó a la Dra. Lucía Policastro, especialista argentina en el tema, quien vertió su opinión sobre este artículo tan polémico:

El artículo publicado por James Watson en la revista Open Biology es una revisión aguda y crítica sobre los principales mecanismos moleculares que operan en la célula tumoral. La célula tumoral es el resultado de la alteración en la expresión de múltiples genes. Pero esta alteración en la expresión de los genes no es estática. Las mismas células tumorales van modulando la expresión de los genes para sobrevivir, por ejemplo, al efecto de las drogas quimioterapéuticas y?o de los tratamientos radiantes. Esta plasticidad es la que le permite al tumor generar resistencia a las nuevas drogas y, como sugiere Watson, una nueva visión sería atacar los tumores mediante el uso de múltiples drogas que apunten a bloquear distintas vías simultáneamente. Sin embargo, no considero que sea en vano conocer los mapas genéticos de los distintos tumores y más aún los perfiles genéticos de resistencia que desarrollan los mismos. Teniendo esta información, se podrían programar las terapias de manera más racional y evitar con antelación la administración de drogas que no sean las más adecuadas para cada tipo de paciente. Las terapias personalizadas están en una etapa muy incipiente pero han mostrado algunos resultados promisorios en algunos tipos de cáncer como el cáncer de colon y de mama metastásico. Si bien aún no puede considerarse que estas estrategias curen el cáncer, aumentan la sobrevida y la calidad de vida de los pacientes.
El uso de los antioxidantes como antitumorales es un tema controvertido. Si bien se ha demostrado que el uso de antioxidantes tiene un efecto antitumoral en modelos preclínicos, o sea en animales de laboratorio, es cierto, que no se ha observado el mismo efecto en varios estudios realizados en humanos. Tampoco, los antioxidantes han mostrado acción preventiva en estudios sobre poblaciones de riesgo, como se evidencia en más de una decena de ensayos clínicos. Por lo tanto, como bien señala Watson, hasta el momento no se ha demostrado que el uso de antioxidantes tenga efectos preventivos de la enfermedad, ni controle estados avanzados de la progresión tumoral. La célula tumoral generalmente aumenta los niveles de radicales libres respecto de los niveles que poseen las células normales y los utiliza como moléculas de señalización en varias vías asociadas a su proliferación, metabolismo, etc. Pero de todos modos, los radicales libres sí pueden ser explotados para encontrar nuevas estrategias contra el cáncer. Por un lado, como las célula tumorales generalmente producen más radicales libres que las normales, tienen casi toda su capacidad antioxidante ocupada en eliminar este excedente de radicales libres. Por lo tanto, son más susceptibles al efecto de drogas que generan radicales libres porque no tienen con qué defenderse de ellos. También podemos usar esta mayor producción de radicales libres como una característica diferencial de la célula cancerosa. Potencialmente, se podría dirigir la expresión de “genes terapéuticos” de manera más selectiva, mediante el uso de secuencias genéticas o promotores que se activan por radicales libres.

Dra Lucía Policastro
Investigadora de la Comisión Nacional de Energía Atómica y del CONICET. Departamento de Micro y Nanotecnología. Especialista en cáncer, terapia génica y estrés oxidativo.

 

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