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Servicios FABA

Coordinación General de Evaluación Epidemiológica
de Programas de Atención
La mirada desde el enfoque de riesgo
Primera parte

Dr. Adolfo Sánchez de León
Médico Especialista en Salud Pública (UBA)

De las 300.000 muertes que aproximadamente ocurren cada año en nuestro país, más de la mitad son causadas por enfermedades cardiovasculares y cánceres. La enfermedad cerebrovascular produce una pérdida de un poco más de 66.000 años de vida entre las mujeres y 32.000 años que deben ser vividos con discapacidad entre los hombres, el infarto produce cada año una pérdida de más de 88.000 años de vida entre los hombres y la diabetes produce 26.000 años de discapacidad entre las mujeres.
Ahora bien, un grupo reducido de factores de riesgo impactan en muchísimas enfermedades no transmisibles. En nuestro país la dieta inadecuada, la inactividad física y el tabaco generan el 75 % de las enfermedades cardiovasculares. Solo el tabaco produce 40.000 muertes por año. El sobrepeso explica el 58 % de la diabetes, el 21 % de la enfermedad coronaria y entre el 8 al 42 % de diferentes cánceres. La ingesta inadecuada de frutas y verduras interviene en el 19 % de los cánceres de tubo digestivo, en el 31 % de las enfermedades coronarias y en el 11 % de los accidentes cerebrovasculares. La hipertensión arterial explica 52.000 muertes cada año, y el 62 % de los accidentes cerebrovasculares y está presente en el 42 % de las enfermedades coronarias. (1)
El término “riesgo” implica la presencia de una característica o factor (o de varios) que aumenta la probabilidad de consecuencias adversas. El riesgo constituye una medida de probabilidad estadística de que en un futuro se produzca un acontecimiento por lo general no deseado. La medición de esta probabilidad constituye el enfoque de riesgo.
Un factor de riesgo es entonces cualquier característica o circunstancia detectable de una persona o grupo de personas que se sabe asociada con un aumento en la probabilidad de padecer, desarrollar o estar especialmente expuesto a un proceso mórbido. Estos factores de riesgo (biológicos, ambientales, de comportamiento, socio-culturales, económicos) pueden, sumándose unos a otros, aumentar el efecto aislado de cada uno de ellos produciendo un fenómeno de interacción. (2)
El término “factor de riesgo” fue utilizado por primera vez por el investigador de enfermedades cardiacas, el Dr. Thomas R. Dawber en un estudio publicado en 1961 (Estudio Framingham) donde atribuyó a la cardiopatía isquémica determinadas situaciones como son la presión arterial, el colesterol o el hábito tabáquico. Este término luego fue extendido al resto de las patologías.
En epidemiología, los factores de riesgo son aquellas características y atributos (variables) que se presentan asociados diversamente con la enfermedad o el evento estudiado. Los factores de riesgo no son necesariamente las causas, sólo sucede que están asociadas con el evento. Como constituyen una probabilidad medible, tienen valor predictivo y pueden usarse con ventajas tanto en prevención individual como en la comunidad.
El reporte sobre salud mundial de la OMS del 2002 establece que los principales factores de riesgo registrados que causaron mortalidad en países de América Latina fueron en este orden, la presión arterial elevada, el IMC elevado, el alcohol, el tabaco, el colesterol elevado, la insuficiente ingesta de frutas y verduras, la inactividad física, los factores ambientales, sexo no protegido, ocupacionales, déficit de hierro, bajo peso, drogas, otros.
Con los números actuales de obesos, fumadores e hipertensos que tiene nuestro país se estima que en las próximas décadas se duplicará el porcentaje de personas diabéticas, así como se duplicará la necesidad de diálisis y trasplantes, el 75 % de las muertes serán explicadas por causas cardiovasculares y canceres y el impacto en los costos de atención se triplicará. Los hábitos de vida cada vez explican un mayor número de enfermedad y muertes.
Una serie de medidas como caminar treinta minutos diarios, cambiar ascensores por escaleras, incorporar más frutas, verduras y pescado a la ingesta, disminuir el consumo de sal y dejar de fumar contribuiría a mejorar la calidad de vida individual y colectiva.
Diversos estudios demuestran en nuestro país que a menores ingresos y menor nivel educativo mayor incidencia de hipertensión arterial y obesidad. Entre los niños de 0 a 5 años más pobres la incidencia de la obesidad es mayor que el de la desnutrición y ambas son mayores en estos que en los niños de familias de medianos y altos ingresos. O sea que los problemas de los pobres son la falta de vivienda, trabajo y educación pero lamentablemente incluyen también los que el imaginario popular solo le asigna a los que más tienen.

Referencias bibliográficas

1- Primera Encuesta Nacional de Factores de Riesgo. Ministerio de Salud de la Nación. Año 2006
2- Pita Fernández, S., Vila Alonso MT, Carpente Montero J. Unidad de Epidemiología Clínica y Bioestadística. Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (España) CAD ATEN PRIMARIA 1997;4: 75-78. Determinación de factores de riesgo




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