Oriunda de la provincia de San Luis, María Simona Ciuffani nació en Villa Mercedes, donde vivió junto a su familia y cursó sus estudios primarios y secundarios. Obtuvo el título de bioquímica en la Universidad Nacional de San Luis y más tarde se especializó en Microbiología Clínica mediante un posgrado en la UBA.
Sin embargo, desde 1977 está radicada en la localidad bonaerense de 9 de Julio donde trabaja en su laboratorio particular con su esposo que también es bioquímico.
Retirada de su actividad pública que cumplió en el Hospital Zonal de 9 de Julio después de 25 años de servicio, la doctora Ciuffani sintió su vocación literaria desde su adolescencia y escribe tanto prosa como poesía.
Algunos de sus poemas han sido seleccionados para integrar, junto a obras de varios autores de habla hispana, una Antología poética publicada en 2005 por el Centro Poético de Madrid. En tanto que en el orden local, en 2001 su obra fue publicada en un Anuario de poética y prosa de la Biblioteca Agustín Álvarez de la ciudad de 9 de Julio, y en 1984 y 1985 en los Anuarios Poéticos Nacionales editados por la Editorial Tinta Nueva.
Su conocimiento científico del fascinante mundo de la microbiología, que también trasmitió cuando fue docente en el Instituto de Tecnología de Alimentos en su ciudad adoptiva, no le impidió plasmar su sensibilidad artística a través del lenguaje de las palabras.
EL AUSENTE
La ausencia no es un tiempo.Es un estado.
Un estado del alma del ausente.
Un estado donde no es necesaria la presencia,
porque el alma sola está presente.
Y entonces ,
es posible,
reconstruir cada uno de los pasos ,
cada momento de calma compartido ,
y cada voz resonando ...
y no oída por nadie.
La ausencia no es un tiempo.
Es un sortilegio,
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donde la presencia del otro es más fuerte.
Y entonces ,
es posible ,
rehacer uno a uno los pedazos
que el adiós destrozó en otro tiempo,
y en ese renacer , es el ausente,
el que aferra a la tierra , con más fuerza...
Porque...
Cómo podría detener mi pupila en la flor
o en la lluvia , sin buscarlo?...
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Consultada por su fuente de inspiración, Ciuffani señaló que la vida misma es el mejor motivador para su escritura. “No tengo temas preferidos, si uno ama la vida cualquier situación resulta inspiradora”. Sin embargo, reconoce que algunos poemas –como Añoranza– han nacido del extrañamiento del paisaje serrano. “Para los que hemos nacido en lugares de sierra, donde el verde sólo se visualiza en primavera, pero los altos y bajos tienen el poder de transformar los sueños, resulta muy difícil vivir en la llanura”, dijo y –agregó– no puedo acostumbrarme a ese límite infinito del horizonte en la pampa argentina, mis ojos necesitan la contención de la sierra.
Descendiente de una familia toscana, la doctora Ciuffani recuerda de su época de juventud que “toda señorita bien educada debía pasar por alguna rama del arte”. Así fue que cursó el Bachillerato de Arte y allí encontró el placer por la literatura. Sin embargo, decidió estudiar bioquímica porque valoró la profesión a través de un amigo de su padre.
“He sido una ávida lectora y cuando uno lee mucho termina escribiendo”, sostuvo.
Entre sus autores preferidos citó a los clásicos, antiguos y modernos: Borges, Cortázar, García Márquez, así como Quevedo, Dante, Cervantes, Benedetti, y sin lugar a dudar la poesía de Neruda, Alfonsina Storni, Gabriela Mistral, entre otros.
Madre de tres hijos y amante de la familia, la doctora Ciuffani no cree que la bioquímica y la literatura sean incompatibles sino que cada una puede desarrollarse en su ámbito apropiado.
“Encuentro placer en escribir”, dijo y no le preocupa tanto publicar. Sin embargo, reconoce las posibilidades que ofrece la Internet para divulgar sus poesías por el mundo. De allí que acaba de publicarlas en un blog español, invitada por un poeta valenciano, Mariano Estrada Vázquez.
Escribe poemas tanto en español como en italiano mientras que gran parte de su prosa recae en mensajes familiares, cartas intimistas dedicadas a su familia.
“Creo en los escritos como un horizonte abierto para quien los lee. Un horizonte que le permita ser, crecer y recrearse al leerlos”, concluyó.
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