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Servicios FABA

Coordinación General de Evaluación Epidemiológica de Programas de Atención de FABA
Fiebre porcina:
Epidemias, causas sociales, bioseguridad y defensa nacional

La acción de los organismos gremiales profesionales en la promoción de la salud


Enfermedad y causas sociales

Nos remitimos en este aspecto a lo afirmado en el artículo de FABA INFORMA Nº 439 sobre las causales sociales de la epidemia de dengue. Desde los inicios de la medicina social, se ha debatido si sólo hay causas biológicas de las enfermedades o deben considerarse también factores sociales en las mismas. Lo afirmado en ese artículo sobre dengue tiene validez en lo referido a la gripe aviar que nos amenazó hace unos años y la fiebre porcina hoy. (1) La periodista Silvia Ribeiro, en el diario La Jornada de México, escribía el 28 de abril de 2009: “La nueva epidemia de influenza porcina que día a día amenaza con expandirse a más regiones del mundo, no es un fenómeno aislado. Es parte de la crisis generalizada, y tiene sus raíces en el sistema de cría industrial de animales, dominado por grandes empresas trasnacionales.” Y continúa: “En México, las grandes empresas avícolas y porcícolas han proliferado ampliamente en las aguas (sucias) del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Un ejemplo es Granjas Carroll, en Veracruz, propiedad de Smithfield Foods, la mayor empresa de cría de cerdos y procesamiento de productos porcinos en el mundo, con filiales en Norteamérica, Europa y China. En su sede de Perote (Veracruz) comenzó hace algunas semanas una virulenta epidemia de enfermedades respiratorias que afectó a 60 por ciento de la población de La Gloria, hecho informado por La Jornada en varias oportunidades, a partir de las denuncias de los habitantes del lugar. (...) Granjas Carroll declaró que no está relacionada ni es el origen de la actual epidemia, alegando que la población tenía una gripe común. Por las dudas, no hicieron análisis para saber exactamente de qué virus se trataba.” (2) Precisamente, según el diario Clarín (3/5/2009), un niño de 5 años, Edgard Hernández, de esa localidad de La Gloria, Veracruz, México, se convertía en el primer paciente en el que se detectó el virus. Mientras tanto, las conclusiones del panel Pew Commission on Industrial Farm Animal Production (Comisión Pew sobre producción animal industrial), publicadas en 2008, han sido confirmadas por lo que parece ocurrir en ocasión de la fiebre porcina. Esa comisión afirmaba que las condiciones de cría y confinamiento de la producción industrial, sobre todo en cerdos, crean un ambiente perfecto para la recombinación de virus de distintas cepas. Las mismas conclusiones alertaban sobre el peligro de recombinación de la gripe aviar y la porcina y de que manera, finalmente, puede llegar a recombinar en virus que afecten y sean trasmitidos entre humanos. A la luz de las noticias actuales, eso parece haber ocurrido. El Dr. José de la Torre, virólogo del CONICET y director del Centro de Virología Animal, afirma que todas las pandemias tienen origen aviar. Los porcinos se contagian esa gripe aviar y, en ellos, los virus de la gripe aviar pueden recombinarse con los de la porcina, produciendo nuevas cepas como pasó en este caso. (Clarín 3/5/09). GRAIN es una organización no gubernamental (ONG) que promueve el manejo y uso sustentable de la biodiversidad agrícola basado en el control de la gente sobre los recursos genéticos y el conocimiento tradicional. Esta ONG, en un informe que conviene transcribir, indicó ya hace algún tiempo que: “Debido a que los sistemas de alimentación tienden a concentrar grandes cantidades de animales en muy poco espacio, facilitan la rápida transmisión y mezcla de los virus, dijeron investigadores del Instituto Nacional de Salud (NIH) de Estados Unidos en 2006. Tres años antes, la revista Science advirtió que la gripe porcina evolucionaba una vez más en fase rápida por el aumento en el tamaño de los criaderos industriales y al uso generalizado de vacunas en estos establecimientos. Se repite la historia de la gripe aviar. Las condiciones insalubres y de hacinamiento de los criaderos hacen posible que con mucha facilidad el virus se recombine y desarrolle nuevas formas. Una vez que esto ocurre, el carácter centralizado de la industria garantiza que la enfermedad se disemine a lo largo y ancho, ya sea por las heces fecales, el alimento, el agua, o incluso las botas de los trabajadores. Sin embargo, según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, no existe un sistema nacional de monitoreo que determine cuáles son los virus que prevalecen en la población porcina de Estados Unidos. La situación es la misma en México.” (3) Es que las malas condiciones de trabajo y la proximidad con poblaciones indebidamente protegidas (tema del ámbito de la bioseguridad) hacen el resto al transmitirse estas cepas a humanos. Aparentemente, la empresa ubicada en Veracruz no cuidó el efecto de los desechos de su producción sobre el medio ambiente circundante, donde se encontraba la población de La Gloria, que sufrió el contagio. Lo mismo ocurrió con la gripe aviar, en el Lejano Oriente. La viróloga Vilma Savy, del Instituto Malbrán afirma que en China se mantenían hacinadas a enormes cantidades de pollos. Un virus de la gripe silvestre los afectó. Se sabía que las aves estaban enfermas pero se las comercializó igual. Y el contagio no vino por comerlas sino por su manipulación. (Clarín, 3/5/09). Si hay inadecuadas condiciones de trabajo, deficiencias en las normas de bioseguridad destinadas a proteger al trabajador, incumplimiento de normas de protección del medio ambiente circundante, con una población empobrecida en las proximidades, con desnutrición y consecuentes bajas defensas y si, además, los mecanismos de vigilancia epidemiológica no funcionan, ya sea por desidia, desprecio por la vida de los más pobres o mezquinos intereses electorales o económicos; las condiciones sociales para el problema sanitario están dadas. La causa necesaria (en este caso el Virus A H1N1) se convierte en causa suficiente.

El sistema de salud

En México, la epidemia ha puesto de manifiesto las deficiencias del sistema de salud. Se evidenciaron las fallas en el acceso a la atención sanitaria. La insuficiencias en número de camas, profesionales e instituciones adecuadas saltó a la luz. El sistema, ya exigido por las consecuencias de la pobreza y las enfermedades crónicas, falló. Además, los trabajadores en negro, sin acceso a los sistemas de obras sociales, son el 60% de la población (Clarín, 2/5/2009). Lo anterior es en México. Pero ¿esto no es aplicable a Argentina?. Y además lo que es común a todos: el lucro sobre la desgracia. La empresas fabricantes de los antivirales indicados, cuyas acciones estaban en baja, repuntaron con la epidemia. En México, la epidemia puso en evidencia, también, que faltan laboratorios para detectar virus y para fabricar nuevas vacunas. ¿No ocurre lo mismo en Argentina?. El Dr. José de la Torre, mencionado más arriba, sostiene que, si hubiera decisión política y económica, se podría fabricar en Argentina una vacuna del nivel de las internacionales y actualizada a las cepas locales (Clarín, 3/5/2009). Mientras tanto la epidemia de Dengue sigue su curso. Lo afirmado sobre este tema en un artículo anterior continúa totalmente vigente. Por cierto, otras endemias y enfermedades azotan al pueblo argentino. El Chagas es una de ellas.

Condiciones de trabajo, bioseguridad y prevención en Argentina


Las amenazas de agentes infecciosos de difusión nacional y universal nos obligan a repensar la bioseguridad para saber si se está previendo lo posible y aún lo inesperado para proveer lo necesario. Existen hoy condiciones de trabajo que no deben ser admitidas. La responsabilidad de los organismos oficiales de control es inexcusable. Y la del Estado es mayor cuando se observa que muchas de las violaciones de las normas de bioseguridad, incluidas las condiciones de trabajo, se producen, también, en establecimientos de su dependencia. Ya no basta con discursos sobre el tema. Debe haber hechos. Algunos de los peligros de que se habla en nuestros días (hace unos años la gripe aviar, hoy el dengue y la fiebre porcina) exigen tomar medidas ya mismo si no se quiere correr riesgos de los que nos lamentaremos después. La situación exige prever los riesgos, y capacidad previa para detectarlos, para proveer lo necesario en el momento oportuno. Cabe la pregunta ¿Tenemos formas de labor y estructuras edilicias ajustadas tanto a las necesidades habituales como a las posibles emergencias?. La respuesta es no. Todo indica, entonces, que es preciso realizar un adecuado análisis de riesgo.(4) Se deben analizar los riesgos sanitarios posibles y prever la bioseguridad necesaria.

Prever, prevenir y proveer

Una vez que se han analizado las eventos posibles, deben existir tres fases a planificar:

1- Fase de prevención. Destinada a evitar que el brote epidémico se produzca.

2- Fase de acción en la emergencia. Destinada a actuar si, a pesar de lo anterior, el brote ocurre, para que las consecuencias sean lo menos graves posibles.

3- Fase paliativa. Destinada a paliar los daños morales y materiales en las víctimas. Hechos recientes demuestran que hay serias deficiencias al respecto. Pareciera considerarse a la prevención como un gasto superfluo que se puede eludir. Además, no se debe reducir la bioseguridad sólo al trabajo con material biológico. Una respuesta adecuada a las circunstancias obliga a ampliar el espectro de acción. Esta ampliación de la visión de la bioseguridad, debe incluir la participación de la población en la vigilancia epidemiológica para detectar rápidamente cualquier evento que pueda significar la diseminación de microorganismos, y enfermedades consecuencia de ellos en el interior del territorio nacional, entre las diversas regiones. Asimismo, el control de fronteras es una tarea ineludible para una visión ampliada de la bioseguridad. La entrada al país de agentes infecciosos para humanos, animales y vegetales pone a la orden del día esta cuestión: nuestras fronteras parecen ser demasiado permeables. Y aquí es notoria la relación entre fenómenos sanitarios como los que se tratan y la defensa nacional de nuestro país. Las patologías infecciosas existentes así como la posibilidad de aparición de otras obligan a incluir estos temas en la agenda de la Salud Pública y de la Defensa Nacional.

A las causas sociales respuestas sociales


Quien estas líneas escribe, no puede dejar de recordar a un estudiante, que allá por los años ¨70, en una asamblea, enfatizaba que “las milanesas son el mejor medicamento contra la tuberculosis”. Más allá de la simpleza o esquematismo de la afirmación, algo había de cierto. La epidemia de dengue, la fiebre porcina, el Mal de Chagas, etc. exigen no sólo respuestas médicas. Los ranchos, las casas precarias con hacinamiento, la convivencia directa con animales para la supervivencia, la falta de alimentos y agua potable, son causas de enfermedad. Por eso es ineludible dar respuestas sociales a las causas sociales: Casas dignas, en lugares dignos, cloacas y agua corriente, tierra para el que la trabaja y, en fin, trabajo y salarios adecuados para asegurar pan, educación y, en consecuencia, salud.



Referencias Bibliográficas
1- Micucci HA. Dengue: causas sociales de la enfermedad. Periódico FABA Informa. Órgano de la Federación Bioquímica de la Pcia. de Bs. As. Nº 439. Abril de 2009.

2-
Ribeiro S. Epidemia de lucro. INTERNET:
www.jornada.unam.mx/2009/04/28/. Acceso: 19/05/2009.

3-
Influenza porcina: un sistema alimentario que mata. La industria de la carne desata una nueva plaga. GRAIN. INTERNET: www.grain.org . Acceso: 3/5/2009

4-
Micucci HA. Prever para proveer. Sección Programa de Bioseguridad, Seguridad en Instituciones de Salud y Gestión Ambiental. Periódico FABA Informa. Órgano de la Federación Bioquímica de la Pcia. de Bs. As. Nº 388. Enero de 2005.

Fiebre porcina: Epidemias, causas sociales, bioseguridad y defensa nacional



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