No
existen pruebas concluyentes de que este suplemento vegetal muy popular
refuerce, siquiera ligeramente, la memoria y otras facultades
El Comité de Redacción de Acta Bioquímica
Clínica Latinoamericana ha seleccionado y adaptado este artículo
(Investigación y Ciencia, junio de 2003) por considerar de interés
su difusión a través de FABA Informa
Paul E. Gold, Larry Cahill y Gary
L. Wenk
El ginkgo es un árbol notable por muchas razones.
Originario de Corea, China y Japón, adorna parques y aceras de
ciudades de todo el mundo. Alcanza 40 metros de altura y vive más
de 1000 años. Se conocen fósiles de ginkgo de más
de 250 millones de años. Charles Darwin lo consideraba un “fósil
viviente”. Pero la razón principal de la fama que hoy le
acompaña reside en el extracto que se obtiene de sus hojas en abanico.
Desde hace siglos la medicina china tradicional venía empleando
el extracto de hojas de ginkgo. En nuestros días, el ginkgo biloba
constituye quizás el tratamiento de herboristería más
frecuente para reforzar las funciones cognitivas, es decir, mejorar la
memoria, la capacidad de aprendizaje, la atención, el ánimo
y así sucesivamente (En algunos países su venta, sin embargo,
está prohibida en herboristerías). La administración
alemana acaba de aprobar el uso del extracto para tratar las demencias.
Con fondos del Instituto Nacional del Envejecimiento se está realizando,
en los Estados Unidos, un ensayo clínico para evaluar la eficacia
del ginkgo en el tratamiento de los síntomas de la enfermedad de
Alzheimer.
Pero, ¿hay alguna prueba sólida de que ginkgo biloba pueda
realmente mejorar las funciones cognitivas? En la mayoría de los
suplementos dietéticos, la información se basa más
en consejos de la botica de la abuela que en la experimentación
científica. Los fabricantes según la legislación
sanitaria norteamericana, no tienen que comprobar la eficacia o la seguridad
de sus productos porque la Agencia de Alimentación y Farmacología
(FDA) no regula los remedios de herboristería.
Debería prestarse más atención a los suplementos
dietéticos, como los de ginkgo biloba. Aun cuando no provoquen
problemas médicos, pueden ser caros y llevar a los pacientes a
evitar tratamientos más pragmáticos. En un intento de mejorar
el conocimiento, se ha revisado la documentación experimental,
a favor y en contra, sobre la eficacia de ginkgo biloba en la mejora de
las funciones cerebrales.
Muchos estudios, pocas respuestas
La dosis diaria típica de ginkgo biloba -y la que se ha aplicado
en muchos de los experimentos descritos en este artículo- es 120
miligramos de extracto seco en dos o tres dosis por vía oral. El
extracto contiene varios flavonoides, que son parte de una extensa familia
de productos vegetales caracterizados por una estructura química
específica que entraña varios anillos de carbono. El extracto
de ginkgo posee también algunos biflavonoides, un grupo de compuestos
emparentado con los anteriores, y dos tipos diferentes de terpenos, una
clase de moléculas naturales que incluye los ingredientes activos
de la yerba gatera y la marihuana.
Hasta ahora, docenas de investigaciones han examinado los efectos cognitivos
del ginkgo en humanos, pero muchas de las investigaciones se han publicado
en revistas con distribución muy restringida, lo que hace difícil
comprobar los resultados. La gran mayoría de estos estudios implicaban
sujetos con leves o moderados deterioros cerebrales, normalmente un diagnóstico
de Alzheimer en fase temprana. La mayoría de los experimentos que
demuestran mejora cognitiva en enfermos de Alzheimer han usado un extracto
normalizado de ginkgo llamado EGb 761.
Los investigadores del ginkgo suelen utilizar pruebas de aprendizaje y
memoria; se han preocupado menos de otras funciones mentales (atención,
motivación o ansiedad). Más aún, como la mayoría
de los investigadores aplicaron las pruebas a los sujetos después
de un largo uso de ginkgo biloba (varios meses), es difícil saber
qué funciones cognitivas se han visto afectadas. Por ejemplo, las
mejores puntuaciones en las pruebas de memoria y aprendizaje pueden deberse
a que los sujetos que tomaron ginkgo biloba prestaron mayor atención
a las instrucciones sobre el desarrollo de la prueba. Para conseguir datos
más específicos sobre los efectos del ginkgo, deben hacerse
las pruebas antes y después de que los sujetos tomen el suplemento.
Los estudios han variado mucho en cuanto al número de sujetos y
en el control de las condiciones del experimento. Conviene, pues, centrarse
sólo en las investigaciones más rigurosas. En 1998, el grupo
encabezado por Barry S. Oken, de la Universidad de Ciencias de la Salud
de Oregón, analizaron más de cincuenta estudios en los que
habían intervenido personas con problemas mentales. De ellos, eligieron
cuatro que cumplían una serie de criterios conservadores; entre
otros, la caracterización suficiente del diagnóstico de
Alzheimer, el uso de un extracto normalizado de ginkgo y un diseño
en doble ciego con control mediante placebo (ni los sujetos ni los investigadores
sabían hasta el final si un paciente concreto estaba recibiendo
el extracto o el placebo). Todos estos estudios mostraban que los enfermos
de Alzheimer que tomaban ginkgo se desenvolvían mejor en las pruebas
cognitivas que los pacientes que recibían un placebo. Las mejoras
eran obvias en pruebas normalizadas que miden la atención, la memoria
a corto plazo y el tiempo de reacción; el grado medio de mejora
que resultaba del tratamiento con ginkgo era de 10 a 20 por ciento.
De acuerdo con Oken, el efecto del ginkgo resultaba equiparable al del
fármaco donepezil, que es hoy el tratamiento recomendado para el
Alzheimer. El donepezil mejora la actividad al inhibir la degradación
de la acetilcolina, un neurotransmisor (es decir, un compuesto cerebral
que transmite señales entre ciertas neuronas). Pese a descubrimientos
tan alentadores, un nuevo estudio más reciente, amplio y bien controlado
sobre el EGb 761 (patrocinado por Productos Farmacéuticos Dr. Willmar
Schwabe de Karlsruhe), realizado entre pacientes con leve o moderado estado
de demencia, informó de que no había “efecto clínica
o sistemáticamente significativo del ginkgo” en ninguna de
las pruebas cognitivas.
Uno de los aspectos críticos es saber hasta qué punto el
tratamiento con ginkgo, en los estudios que muestran efectos positivos,
responde en realidad a una mejora de las capacidades cognitivas o simplemente
retrasa su deterioro. Hay dos respuestas a esta cuestión, que surgen
de un trabajo de 1997 dirigido por.Pierre L. Le Bars, del Instituto de
Investigación Médica de Nueva York. En el estudio, uno de
los cuatro analizados por Oken, los resultados variaban según la
prueba cognitiva empleada. Si se medía el resultado de los pacientes
con la Subescala Cognitiva de la Escala de Valoración de la Enfermedad
de Alzheimer, los individuos tratados con el placebo mostraban un lento
deterioro en un año, mientras que los que recibian tratamiento
con ginkgo se mantenían estables. Pero si se aplicaba una prueba
diferente -Evaluación Geriátrica por Instrumento de Tasa
Relativa- los sujetos tratados con ginkgo mejoraban más o menos
en la misma medida en que empeoraban los tratados con placebo.
Más aún, al menos uno de los estudios informó de
efectos positivos en individuos con deterioro mental después de
un solo tratamiento con ginkgo. Hervé Allain, de la Universidad
de Rennes, dio una dosis bastante alta -320 o 600 miligramos- de ginkgo
a un pequeño grupo de ancianos con ligero deterioro mental asociado
a la edad. Una hora después del tratamiento, Allain verificó
la memoria de los sujetos: les mostraba listas cortas de palabras o dibujos
y les solicitaba a continuación que recordaran las listas. Su capacidad
para recordar el material que les habían mostrado en un breve intervalo
temporal mejoró significativamente después de tomar ginkgo.
Este descubrimiento abre la posibilidad de que el efecto del ginkgo sobre
la cognición se deba a efectos biológicos a corto plazo,
no a largo plazo.
Hay que advertir que el ginkgo también puede dañar la función
cerebral. Gurcharan S. Rai y su equipo, del Hospital Whittington en Londres,
hizo un pequeño estudio en ancianos con ligera o moderada merma
de memoria y descubrió que, después de 24 semanas de tratamiento,
los pacientes que tomaron ginkgo no podían recordar números
con la fidelidad de los que tomaron un placebo.
¿Ayuda para la gente saludable?
Desgraciadamente, escasean mucho más los trabajos
sobre los efectos cognitivos de ginkgo biloba en adultos jóvenes
y saludables. En su pequeño estudio a mediados de los 80, Ian Hindmarch,
de la Universidad de Leeds, aplicó una serie de pruebas a ocho
sujetos saludables de 25 a 40 años después de que tomaran
el extracto EGb 761. Observó que la do sis más alta probada
(600 miligramos) mejoraba el rendimiento sólo en una prueba de
memoria a corto plazo. Más recientemente, dos informes del Laboratorio
de Investigación en Fármacos Cognitivos, de Reading, ofrecieron
algún apoyo a la tesis partidaria de la repercusión positiva
del ginkgo en las funciones cognitivas de los jóvenes. Según
uno de tales informes, los sujetos que tomaron una dosis de ginkgo funcionaron
mejor que los que tomaron un placebo en pruebas que valoraban la atención.
El otro estudio mostró una mejoría en la memoria de sujetos
de mediana edad (entre 38 y 66 años) que fueron tratados con una
mezcla de ginkgo y ginseng, otra medicina de herbolario pregonada como
estimuladora de la memoria. Los efectos de este último estudio
no pueden, sin embargo, atribuirse al ginkgo solo, ni mejoraron con la
dosis, lo que sería de esperar de una sustancia verdaderamente
efectiva.
Si el ginkgo puede mejorar de verdad el funcionamiento mental, ¿cómo
actúa? Los estudios en humanos y animales de laboratorio han propuesto
varios tipos de efectos biológicos que podrían explicar
el supuesto robustecimiento de las funciones cognitivas atribuido al ginkgo.
Sean cuales fueren sus efectos, el ginkgo parece plantear pocos riesgos
para la salud, sobre todo en la dosis típica de 140 a 240 miligramos
por día.
Pese a todo, se han señalado ya algunas complicaciones. Citemos
los hematomas subdurales (coágulos entre las membranas cerebrales
y el cerebro) y los problemas gastrointestinales. Al igual que ocurre
con la mayoría de los extractos y medicinas basados en plantas,
la ingestión de ginkgo se asocia a veces con náuseas y vómitos.
Además, algunos usuarios experimentan un aumento de salivación,
disminución del apetito, dolores de cabeza, vértigos, tinnitus
(ruidos en el oído) y erupciones cutáneas. Dosis mayores
pueden producir hipotensión ortostática, un problema de
baja tensión arterial que, a veces, aparece después de cambios
posturales bruscos, como al levantarse después de estar un tiempo
sentados.
No obstante ese cuadro, la impresión general es que la incidencia
de consecuencias adversas graves después de usar ginkgo es bastante
baja. Y también será menor esta incidencia cuando se establezcan
dosis individuales óptimas para dicho extracto.
Pero, volviendo a la pregunta inicial, ¿de verdad mejora el ginkgo
biloba las funciones cognitivas? En general, los efectos aducidos son
irrelevantes. El número de experimentos también es pequeño
y de variable calidad; en breve: las pruebas de que el beneficio sea siquiera
ligero resultan endebles. En las personas, el ginkgo puede ralentizar
el declinar cognitivo de las demencias seniles. Es posible que los mayores
efectos del ginkgo se disparen justo después de una dosis y que
tengan vida corta, pero la bibliografía sobre la investigación
es tan limitada, que no permite todavía una evaluación,
ni siquiera de estos aspectos trascendentales.
El límite inferior
¿Puede afirmarse, con la documentación
disponible, que el ginkgo biloba constituye una terapia óptima
para mejorar la memoria? Hay otros suplementos dietéticos que se
sabe que potencian la función cognitiva en animales de laboratorio
y en seres humanos. El donepezil y otros fármacos estimulan el
aprendizaje y la memoria en roedores y producen mejoras modestas, aunque
significativas, en el hombre. Pero algunos actos relativamente sencillos
pueden producir algunos de estos mismos resultados. Por ejemplo, escuchar
una historia interesante, manifiestamente, libera epinefrina de las glándulas
adrenales a la circulación sanguínea, mejorando la memoria
sin ningún fármaco. El mecanismo por el que la epinefrina
podría reforzar la memoria es mediante la liberación de
glucosa almacenada en el hígado, aumentando así la glucosa
disponible para el cerebro.
Comer un simple bocado dulce también puede mejorar la memoria.
Hay pruebas sólidas de que la glucosa administrada sistémicamente
(a los seres humanos por ingestión y a los roedores por inyección)
incrementa el rendimiento cognitivo en ratas jóvenes y viejas,
ratones y personas, incluidos los pacientes de Alzheimer. Al igual que
la mayoría de los tratamientos que mejoran la memoria, el efecto
de la glucosa sigue una curva dosis-respuesta en forma de U invertida.
Sólo las dosis intermedias mejoran la memoria; las dosis bajas
son ineficaces y las dosis altas pueden de hecho deteriorarla.
Debido a las diferencias en el diseño de los experimentos para
verificar la eficacia del ginkgo y otros tratamientos, es difícil
establecer comparaciones directas sobre su eficacia aunque es imprescindible
para identificar los tratamientos que mejoran la cognición. Este
es uno de los muchos aspectos en los que nuevos estudios con roedores
serían útiles porque se ofrecería a los investigadores
la posibilidad de controlar todas las variables del experimento. Sólo
se ha realizado un estudio que haya comparado directamente los efectos
del ginkgo con los de otros tratamientos. En dicho trabajo se demostró
que el máximo de mejora observada con el ginkgo era más
o menos la mitad del observado con otros fármacos. Es claro que
se necesitan más comparaciones directas, tanto en seres humanos
como en animales de laboratorio.
Empezamos el repaso de la bibliografía sobre investigación
con un saludable escepticismo, pero con el compromiso de evitar prejuzgar
los resultados. Encontramos pruebas que apoyan la idea de que el ginkgo
mejora las funciones cognitivas, aunque débilmente y en algunas
condiciones. La impresión dominante, sin embargo, es que no tenemos
suficiente información como para decir de modo concluyente si el
ginkgo mejora o no la cognición. No hay experimentos suficientes
en los que basar recomendaciones claras y la mayoría de los estudios
que muestran beneficios se han realizado con una muestra poblacional muy
restringida.
Sin embargo, hay hallazgos positivos, quizá sólo los justos,
para mantener el interés en seguir investigando sobre el ginkgo.
Muchos años de experiencia con investigaciones sobre nuevos fármacos
han demostrado que los resultados positivos iniciales obtenidos en estudios
con pocos sujetos tienden a desaparecer cuando los fármacos se
someten a prueba en un número mayor de sujetos de poblaciones diversas.
Queda aún muy lejos una prueba real que resuelva la eficacia real
del ginkgo.
Ver cuadro:Efectos
del ginkgo ejercidos en el cerebro
Aceleradores cerebrales
Mark A. McDaniel, Steven F. Maier y Gilles O.
Einstein |
Los adultos de edades avanzadas muestran un comprensible interés
en los "estimuladores cerebrales" de venta libre, muchos
de los cuales son promocionados con grandes alardes sobre sus beneficios.
Hay sólidas razones bioquímicas para esperar que algunos
de estos nutrientes sean eficaces. Al revisar la bibliografía
sobre la investigación en este campo, encontramos estudios
que demuestran que algunas de estas sustancias han potenciado la memoria
de animales de laboratorio y a veces han dado lugar a mejorías
impresionantes también en seres humanos. Sin embargo, persisten
muchos interrogantes sobre el tamaño de la muestra en tales
trabajos, la generalización de los resultados a lo largo de
diversas pruebas de memoria y diversos ámbitos de muestreo
y otros aspectos metodológicos. Estos problemas, junto con
una falta general de investigaciones que demuestren que los resultados
pueden repetirse, atenúan el entusiasmo por la eficacia de
estos nutrientes a la hora de detener o revertir sustancialmente la
pérdida de memoria.
He aquí un resumen de los descubrimientos sobre seis clases
de compuestos que se expenden sin receta y que se supone que mejoran
la memoria, lo que les facultaría para convertirse en remedio
contra el declive de la memoria asociado con la edad.
FOSFATIDILSERINA (FS)
Es un lípido natural que compensa muchas de las consecuencias
del envejecimiento neuronal en ratas y ratones seniles y hace que
recuperen su memoria normal para diversas tareas. Sin embargo, la
investigación sobre su impacto en seres humanos es escasa.
En adultos con deterioro mental moderado, la FS consigue modestos
aumentos en recordar listas de palabras. Estos efectos positivos no
se han confirmado en otras pruebas de memoria.
COMPUESTOS DE COLINA
La fosfatidilcolina, que se suele administrar como lecitina, no ha
demostrado eficacia en la mejora de la memoria de pacientes con probable
enfermedad de Alzheimer. La investigación sobre la citicolina
es prácticamente nula, pero un estudio informó de una
gran mejoría en el recuerdo de historias en una pequeña
muestra de adultos ancianos con envejecimiento normal.
PIRACETAM
Descubierto en 1967, el piracetam no ha sido aprobado por la FDA norteamericana,
pero se vende en Europa y México con varios nombres (Nootropil
y Pirroxil, entre otros). Los estudios en animales sugieren que el
fármaco puede mejorar la transmisión neuronal y la actividad
sináptica y también combatir el deterioro de las membranas
neuronales asociado a la edad. Sin embargo, no hay señales
claras de ninguna ventaja cognitiva en pacientes con Alzheimer o en
adultos con problemas de memoria por envejecimiento.
VINPOCETINA
Es un alcaloide derivado de la pervinca que aumenta la circulación
sanguínea en el cerebro. En tres estudios en ancianos con problemas
de memoria asociados con mala circulación cerebral o con algún
tipo de demencia, la vinpocetina produjo mejoras en la realización
de pruebas cognitivas que miden la atención, la concentración
y la memoria.
L-ACETIL-CARNITINA [ALC]
Es un aminoácído que se incluye en algunos suplementos
de "poder cerebral" que se venden en centros de salud natural.
La ALC forma parte del sistema de producción celular de energía,
un proceso que reviste importancia capital para las neuronas. Los
estudios en animales mostraron que la ALC revierte la pérdida
de moléculas receptoras, sitas en las membranas neuronales,
asociada a la edad. Pero los estudios en pacientes con Alzheimer informan
de mejoras meramente nominales en una serie de pruebas de memoria.
ANTIOXIDANTES
Los antioxidantes, como las vitaminas C y E, ayudan a neutralizar
los radicales libres que dañan los tejidos y que son más
frecuentes con la edad. Sin embargo, diversos estudios- han descubierto
que la vitamina E no produce ninguna mejoría en la memoria
de pacientes con Alzheimer o Parkinson. La combinación de vitaminas
C y E tampoco potenció el rendimiento de estudiantes en varias
tareas cognitivas. |
Los autores
PAUL E. GOLD, LARRY CAHILL y GARY L. WENK son autoridades reconocidas
en la mejora de las funciones cerebrales. Gold enseña psicología
y neurociencia en la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign, Cahill
es profesor asociado de neurobiología y comportamiento en la de
California en Irvine y Wenk da clases de psicología y neurología
en la Universidad de Arizona. |