El premio de este año
fue para los bioquímicos israelíes Aaron Ciechanover y Abraham
Hershko y el norteamericano Irwin Rose. Los tres investigadores fueron
recompensados por haber descubierto a comienzos de los años 80
el mecanismo que tiene la célula para deshacerse de las proteínas
falladas. A la luz de sus hallazgos se han podido explicar distintos procesos
biológicos como el ciclo celular, la transcripción genética,
la reparación del DNA asi como el origen de ciertas enfermedades
como la fibrosis quística.
Por Ana María Pertierra
Hace más de dos décadas dos científicos israelíes
y uno norteamericano lograron averiguar cómo hace la célula
para deshacerse de las proteínas que ya cumplieron con su función
o que tienen fallas.
“A través del descubrimiento de este proceso regulador, Ciechanover,
Hershko y Rose permitieron entender en el nivel molecular cómo
la célula controla un número de procesos bioquímicos
importantísimos, tales como el ciclo celular, la reparación
del ADN, la transcripción genética y el control de calidad
de las proteínas recién producidas”, afirmó
en su comunicado la academia sueca.
Los científicos trabajaron juntos en el Fox Chase Cancer Center
de Filadelfia, y a principios de los años 80 describieron en dos
trabajos publicados en la revista Proceedings of the National Academy
of Sciences el ingenioso sistema por el que la célula se deshace
de las proteínas que no le sirven : les adhiere una pequeña
proteína llamada ubiquitina y de ese modo las envía al proteasoma,
un a especie “tacho de basura” donde son degradadas en aminoácidos
que luego son reutilizados.
La ubiquitina es un polipéptido de 76 aminoácidos y toma
dicho nombre por que es muy ubicua. El proteasoma vendría a ser
una especie de “triturador de basura” que la célula
tiene en distintos lugares del citosol y alli van a parar las proteínas
marcadas con ubiquitina para ser degradadas.
Los investigadores laureados descubrieron la cascada enzimática
que hace posible dicha señalización y demostraron que requiere
energía en forma de ATP.
Víctor Romanosky, doctor en bioquímica, profesor titular
del área de química biológica y biología molecular
de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de La Plata e investigador
del Conicet, en diálogo con Faba-Informa explicó que “el
mecanismo descripto para la degradación de las proteínas
falladas o mal plegadas denominado ubiquitinilación consiste en
una serie de tres pasos enzimáticos que transfieren la ubiquitina
a la proteína fallada. Esta secuencia se repite hasta que la proteína
lleve pegada una cadenita de por lo menos seis moléculas de ubiquitina,
lo que se conoce como poliubiquitinilación. Esta marca identifica
a la proteína como fallada y es reconocida por el sistema de destrucción
que la degrada totalmente en aminoácidos”. El proteasoma
-agregó Romanowski- tiene la forma de un barril con dos embudos.
Por uno de ellos entran los polipéptidos mal plegados y por el
otro salen los aminoácidos. Para que la proteína ingrese
al proteasoma debe estar medio desplegada, proceso que también
consume energía.
Un mecanismo regulatorio
Entre algunos de los procesos que se han podido explicar a partir de la
degradación proteica por la ubiquitina se encuentra la regulación
de la expresión genética. Si bien el proceso es complejo
y en él participan una serie de señales que vienen del exterior
a partir de los receptores, en el interior de la célula hay moléculas
que toman la señal cambiando de conformación o fosforilándose
y trasmiten esos cambios a través de una cascada de reacciones
que concluyen con la fosforilación de algún inhibidor que
de ese modo se convierte en blanco de la ubiquitina, se degrada y deja
de actuar.
Hay enfermedades -ejemplificó Romanowski- en las que es la ubiquitina
la que ejecuta la falla . Es el caso de la fibrosis quística- agregó-.
La mayoría de los enfermos tienen un aminoácido cambiado
en la proteína del canal de cloruros. Ese aminoácido distinto
le confiere una configuración diferente que lo convierte en blanco
de la ubiquitinilación. Entonces -concluyó- desaparecen
los canales de cloruro mal plegados porque van a parar al proteasoma.
Como todo laboratorio, la célula, productora de proteínas
también tiene implementado su control de calidad. “En la
síntesis de proteínas un 30 % de la fabricación sale
con fallas, se incorpora algún aminoácido incorrectamente
que es la causa de un mal plegamiento”, explicó el científico.
Esa cantidad de proteínas se elimina por este sistema que “no
es gratuito” sino que implica un gasto de energía para la
célula.
Otros procesos biológicos que pueden explicarse por acción
de la ubiquitina son la respuesta del sistema inmune en las células
presentadoras de antígenos y el cáncer por degradación
de la proteína P53 que desencadena una proliferación celular
descontrolada.
Este mecanismo está ampliamente difundido y no es exclusivo de
los mamíferos. Está presente en todos los eucariotes para
mantener el equilibrio ecológico. Por ejemplo, las plantas no se
pueden autopolinizar porque mediante el sistema de la ubiquitina se destruyen
algunas proteínas del polen. “La autopolinización
conspiraría contra la biodiversidad genética ya que la homogeinización
genética para una especie es indeseable porque la hace más
vulnerable”, comentó Romanowski.
Actualmente Aaoron Ciechanover , de 57 años
y Abraham Hershko, de 67 trabajan en el Instituto de Tecnología de
Haifa, Technion, Israel e Irwin Rose tiene 78 años y es profesor
emérito de la Universidad de California en Irvine. |