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Artistas

Bioquímicos artistas:
La poesía como una mirada lírica de la realidad

En esta edición entrevistamos a un bioquímico que condensa imágenes y las sintetiza en forma de versos. Ariel Salinas es el seudónimo con el que firma su obra, Gustavo Drappo es el nombre del bioquímico rosarino que confiesa haber sentido la vocación profesional en la temprana infancia. Egresado de la Universidad Nacional de Rosario en 1971 desarrolló su actividad científica en una de las empresas líderes de diagnóstico en el país. “ A fines de 1970 me incorporé al grupo Wiener lab en Rosario y a lo largo de 27 años fui pasando por diversos cargos operativos, terminando en el área de comercio exterior durante el período 1985-1997. Después me vine a Buenos Aires y desde 2000 me desempeño como director técnico de EMSA”, resumió Drappo.

–¿Cuándo se inició tu relación con la escritura? 
Mi madre me enseñó a leer a muy temprana edad, y mi padre, cantante de ópera entre otras cosas, era un lírico autodidacta incurable. Vivía en la zona rural de Rosario, de modo que en la infancia mi principal entretenimiento fue la lectura. Devoraba cuanto libro cayera en mis manos, desde El Quijote hasta las sagas de Alejandro Dumas, desde Bécquer hasta el Martín Fierro. Como era bastante memorioso, también me "asignaban" el recitado de las poesías en los actos escolares, siempre bajo la tutela de mi padre. También tuve un  excelente profesor de Literatura en la secundaria, un cura salesiano que nos estimulaba no sólo a leer sino a atrevernos a escribir.
 
– ¿Dónde encontrás la inspiración para tus versos?
La influencia de mi padre fue crucial para tener una mirada si se quiere lírica de lo que pasa a mi alrededor; como los pintores impresionistas, intento ver el costado poético aún de la actividades más banales o cotidianas. Igualmente, mis  versos tienen el sesgo de mi estado de ánimo o mi situación, en especial la soledad y el desarraigo. Por mi trabajo he viajado durante 30 años por cientos de lugares, y miles de noches me he sentado solo a la barra o a la mesa en bares, hoteles y aeropuertos; eso es mucho tiempo y mucha oportunidad de escribir, por eso lo de "Versos de Servilletas"
 
– ¿Cuáles son tus autores preferidos?
 Hay mucha y muy buena poesía en las letras de las canciones, y no hablo sólo de Serrat o Sabina, que están de moda. Por ejemplo, Chico Buarque tiene una fuerza conmovedora para generar imágenes, que voy a envidiar siempre. Como poetas, comparto la vena lírica de Pedro Salinas y la capacidad de decir cosas de Mario Benedetti, sin olvidarme de la perfección formal de Quevedo o el reclamo visceral de Miguel Hernández. Tengo un especial respeto por Isaac Asimov, como bioquímico que pudo ser a la vez ser un brillante narrador y un increíble divulgador científico.

– ¿Qué lugar ocupa en tu vida la escritura?
 Creo que casi todo lo significativo o valioso de mi vida personal y profesional ha estado vinculado con mi posibilidad de volcar en el papel - ahora en la PC - lo que quiero o debo decir, desde lo puramente  laboral o lo comercial hasta lo doloroso, lo emocional, lo mágico, lo inalcanzable. Cada hito de mi historia familiar, en especial con mis hijos, me motivó a escribir algo. Cuando escribo proyecto lo que siento, y si hay oportunidad, lo comparto como ahora, como testimonio de ese momento o situación especial vivida.
 
– ¿Cuál es tu aspiración para esta actividad artística?

Tengo una idea para una novela, basada en mi experiencia recorriendo ciudades y lugares y conociendo otras culturas. Espero tener tiempo y vida para concretarla, y conformar al mismo tiempo a varios amigos que esperan que lo haga.

VERSOS DE SERVILLETAS

 

Bajo Cero - 2000

Europa bajo cero, y el corazón
frío como el vidrio frío
de estas ventanas sin fin,
o el hielo del tercer whisky,
de esta enésima tarde
en cruda soledad.

¿Cómo llegaste, soledad?
¿O es que siempre estuviste?
Busco, y desde antes estoy solo;
riendo tal vez, solo en verdad,
como que nunca te fuiste;
eres mi sombra, soledad...

No lo sabía antes, soledad,
tu ácido corroe la esperanza
dejando trazas de cinismo.
O conformismo, casi lo mismo:
en lo profundo, uno presiente
que casi todo da casi lo mismo

Hay recuerdos, muy usados;
un tenue calor que se me esfuma.
Adelante, más soledad ominosa;
un horizonte de trazos desolados,
el alma desganada entre la bruma.
Qué extraño... La vida parecía otra cosa...

Nadie aplaude (La Bohème) - 2002


Sin quererlo, noble,
irremediable, bellamente,
Mimí se muere y su perfil amado
se abate manso en la austera cama;
mi pecho se agita con espasmos
de dolor carencia vacío impotencia

En la platea sufro, en escena lloro
Mimí ya no escucha y ni siquiera
puedo ver qué luces del pasado
encandilan el presente mustio.
Alguien olvida apagar las candilejas
el aplauso que no empieza, no termina.

Mi historia es apenas una mancha
en un libreto borroneado por el uso.
Crítico y autor, héroe villano,
la pluma escribe en ambos lados;
la pobre ficción de nuestras vidas
no se graduaría de  melodrama.

Empeño mi saco con Schaunard;
una lágrima me saca del olvido.
Guardo mis cosas, pocas que sirvan:
alguna sonrisa, unos aromas,
hojas amarillas, fotos grises,
y el latido feroz que no obedece

Final. Nadie aplaude. Actor testigo
de gastada escena, artista y crítico,
echo una última mirada:
saludan los sueños desgarrados,
romances descosidos, amores ciegos
y una esperanza usada, que no enciende.

En el oscuro fondo de la escena,
la muerta heroína ve mi pena
y se esfuma con temblor
de flores muertas; ese viejo olor
a vestido de novia  guardado.
Nadie avisó que el amor venía condenado...


Sobremesa - 2003

Se va la luna del cielo de Palermo,
se van apagando las palabras;
cesan los ruidos y el zorzal
deja oír sus fraseos en las ramas

La luna se desliza por  mi vino,
curiosa imagen de una noche a solas
y otra vez en las ramas, desde el cielo,
el zorzal que le trina al aire tibio

El apetito animal está saciado;
la carne, pan y vino están conmigo.
Hay sonidos ajenos que se mezclan
y sublevan los ritmos de mi noche.

Tal vez los malos hábitos
se hacen buenas costumbres.
Tal vez la noche a solas
hoy hasta se vea atractiva.

Y siento que a  la mesa
está sentada una parte,
más o menos clara, pero parte
de un todo que viene reviviendo,
y retazos de sueños componiendo.
Detrás del verde vidrio de mi vino,
entre la carne y el pan, estremecido
por los tenues ruidos de la noche
y el dulce suspiro de algún trino

 

ARIEL SALINAS

 

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La poesía como una mirada lírica de la realidad
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