Lamentablemente, esta
vez nos vemos en la necesidad de hacerles llegar algunas reflexiones con
relación a la circular distribuida por CA.DI.ME., fechada el 4
de mayo de 2006.
Decimos, lamentablemente, porque en la realidad, la recurrente política
adoptada por dicha Cámara buscando trascender a través de
declaraciones institucionales que se envían a nuestros federados,
aparentemente con el ánimo de instalar una suerte de polémica
pública, constituye un intento al cual creemos no debemos prestarnos.
Lo contrario, sería encauzarnos en un inconducente camino en el
cual, además de distraer esfuerzos en pos de los objetivos que
verdaderamente nos preocupan, nada lograríamos a no ser abrir un
espacio a quien no lo tiene.
Sin embargo, nos mueve en esta oportunidad el interés de que nuestros
colegas tomen conocimiento del porqué en anteriores ocasiones se
ha juzgado conveniente no replicar veladas acusaciones provenientes de
esta Cámara de Instituciones de Diagnóstico Médico,
respecto de la cual la mayoría no conoce su actividad a no ser
por su desempeño como “representante”, del sector empleador
bioquímico en el marco de las paritarias donde se convienen los
sueldos de los empleados de los laboratorios de análisis clínicos.
Y todos estamos padeciendo su resultado.
Más allá de lo expuesto, y frente a la directa alusión
hacia la Federación Bioquímica de la Provincia de Buenos
Aires vertida por CA.DI.ME. en la citada circular, creemos oportuno aprovechar
esta comunicación para poner en su debido lugar algunas de las
cuestiones allí planteadas.
Llama la atención, que se hable de “la necesidad de instrumentar
aranceles mínimos obligatorios como forma de equilibrar a los prestadores
frente al poder de negociación de los financiadores”, cuando
es archi conocido que desde siempre CA.DI.ME. ha suscripto acuerdos prestacionales
con aranceles por debajo de los valores de nomenclador.
Llama la atención que CA.DI.ME. se irrogue como propio “el
reclamo a favor de aranceles éticos mínimos obligatorios
a través de mecanismos concertados”, cuando es sabido que
no sólo la Federación Bioquímica, sino todas las
entidades representativas del sector prestador, plantean dicha cuestión
cada vez que se reúnen con las autoridades de gobierno.
Llama la atención que se critique la actividad de los “megalaboratorios”,
cuya existencia FABA no prohijó, cuando por otro lado se defiende
la “mal llamada libre competencia” que brinda enormes ventajas
comparativas a éstos en detrimento de los pequeños y medianos
laboratorios, los cuales, de profundizarse esta orientación, quedarán
en riesgo de desaparición. Por lo demás, estos “pulpos”
no surgen por “generación espontánea” ni son
creación de nadie, son producto de las políticas economicistas
que se pretenden instalar para el sector de la Salud con el beneplácito
de instituciones como CA.DI.ME.
Lo que no llama la atención, es el embate sobre las normativas
provinciales que reservan la propiedad de los laboratorios para los profesionales
o sociedades de profesionales toda vez que, la visión de CA.DI.ME.,
tiene una óptica absolutamente empresarial donde la situación
del profesional queda relegada a un segundo plano. Todos sabemos el destino
reservado para los bioquímicos en el marco del desenvolvimiento
de los llamados “centros integrales de diagnóstico médico
(polivalentes)”.
A la luz de estas consideraciones, tampoco llama la atención que
se cargue sobre la Federación Bioquímica, o más precisamente
contra los principios que ésta defiende, por tratarse de una entidad
sin fines de lucro de incorporación voluntaria que aglutina a la
mayoría de los laboratorios de la Provincia de Buenos Aires y que
representa intereses en muchos aspectos contrapuestos a los suyos.
Principios y objetivos como el de “solidaridad”, “libre
elección del profesional”, “aranceles dignos”,
“excelencia en los servicios”, “capacitación
profesional” y “asistencia para equipamiento de los laboratorios”
son horizontes permanentes que guían nuestro desenvolvimiento institucional
desde sus comienzos, y no se advierte ni se pretende que CA.DI.ME. participe
de ellos.
Para finalizar, entendemos que resulta más honesto buscar la explicación
de la atribuida, “posición dominante” de la FABA, pensando
que la gran mayoría de los laboratorios de la Provincia comparten
y se identifican con los mencionados fines institucionales, que adjudicarla
a una reglamentación abusiva inexistente solo advertida por una
mezquina e intencionada interpretación.
MESA DIRECTIVA
23-05-06I
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