Mientras la dura realidad
muestra que el gobierno nacional se sigue desentendiendo de la grave desfinanciación
que tiene a la salud de la población al borde del colapso y persiste
en su actitud de no brindar subsidios tal como lo hace con los ferrocarriles
privados, la educación y otros sectores de la producción,
se escuchan voces que verdaderamente y por lo menos, originan enormes
expresiones de asombro.
A comienzos de marzo, al conmemorarse el centésimo aniversario
del nacimiento del Dr. Ramón Carrillo, nada menos que el presidente
Néstor Kirchner dijo que el prestigioso sanitarista "fijó
la pauta de que la salud es un derecho de todos y no un derecho exclusivo
de unos pocos".
El primer mandatario dijo además que "la reconstrucción
de la salud pública es el legado que nos dejó Ramón
Carrillo. Fue un verdadero ejemplo y sintetiza todo un tiempo y una época
de cambio en la Argentina. Ojalá que cuando nos acordemos de Carrillo
podamos decir que estamos cumpliendo con su legado".
El presidente Kirchner también sostuvo que "hay que dejar
atrás que la salud pública es para los pobres y la privada
para los ricos" porque "queremos una salud para todos",
enfatizó.
"Tenemos que avanzar en la reconstrucción de la salud",
destacó Kirchner y si bien admitió que "aún
hay que lograr muchas cosas", recalcó la inversión
de 1.200 millones de pesos que impulsa el Gobierno para el Plan Federal
de Salud. "Vamos a seguir a fondo", insistió el primer
mandatario al referirse a la cambios que introducirán en el sistema
de salud, aunque admitió que "quedan muchos años y
muchos gobiernos" para lograrlo.
En otro orden, hay que decir que ´´la salud como el primer
derecho humano a ser defendido y el peligroso estado sanitario de una
sociedad sin memoria´´ fueron los ejes de un debate de tres
días sobre "Derechos humanos y salud" que realizó
la Fundación Isalud, que preside el ministro del área, Ginés
González García, al cumplirse el 30 aniversario del golpe
de Estado de 1976.
"Debe haber muchas formas de cautiverio. Pero el de un cuerpo enfermo
debe ser de los peores. Y entonces hay que generar políticas que
impliquen libertad, aunque también ésta debe tener muchas
formas y nombres", remarcó González García.
En esa línea, juzgó que en el área de salud, "en
una sociedad con tantas desigualdades, puede hacerse mucho por un proyecto
colectivo", y llamó a trabajar "no solo sobre los estilos
de vida, sino también sobre los destinos de vida".
El titular de Salud lamentó que, "paradojalmente, las sociedades
exaltaron en los últimos años los derechos individuales,
lo que muchas veces es una coartada para evitar políticas colectivas".
Demanda popular
El 55 por ciento de la población argentina, cerca de 20 millones
de personas, no tiene obra social o prepaga, por lo que está obligada
a acudir al sistema de salud pública para poder atenderse. En la
provincia de Buenos Aires, se calcula que 8 millones de personas recurren
a hospitales públicos por ese motivo y por no poder afrontar los
gastos de pagos diferenciales de sus mutuales.
Desde la dirección general de Hospitales bonaerenses se indica
que el porcentaje es similar en el país y en la Provincia, pero
se deben sumar aquellos que, teniendo obra social, deben recurrir lo mismo
al hospital público. Según se apunta desde ese organismo,
las consultas externas disminuyeron en los hospitales públicos
pero creció la internación. "Se debe fortalecer el
primer nivel de atención -se apunta-, es decir que habría
que trabajar en red con las salitas y los hospitales. Pero lamentablemente
eso a veces no sucede".
De todos modos, la situación se agravaría en el conurbano
y en las provincias más pobres, de acuerdo con un trabajo realizado
por especialistas de la Asociación Civil de Actividades Médicas
Integradas (ACAMI), que refleja las últimas proyecciones sobre
la delicada situación del sistema sanitario. La desocupación
y el empleo en negro, se sabe, agravaron las penurias de los argentinos
para acceder a una mínima cobertura social.
La población sin cobertura de salud de obra social sindical o plan
médico privado, hay que decir, viene creciendo en forma sostenida:
en el Censo de 1991 alcanzaba al 36,9 por ciento, mientras que en el Censo
de 2001 -realizado un poco antes de la debacle total de la economía-
ya se ubicaba en el 48,1. Ahora, según reportes privados y proyecciones
de datos públicos, se ubicaría cerca del 55 por ciento.
En la Capital Federal, el porcentaje de gente sin cobertura
ronda el 30 por ciento, pero en muchas provincias el cuadro es aún
más severo, ya que en Santiago del Estero, Formosa, Corrientes
y Chaco se acerca al 70 por ciento.
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