Pese a los incrementos de sus ingresos debido a
mejoras salariales, las obras sociales son remisas a actualizar los aranceles
profesionales. Una política similar llevan adelante las empresas
de medicina prepaga.
La finalización de un nuevo año encuentra al sector sanitario
nacional, otra vez, en una muy difícil situación con una
creciente desfinanciación como factor preponderante pero con varias
amenazas graves en el horizonte cercano.
El gobierno nacional, ya está más que claro, no tiene la
menor intención de impedir que la salud prosiga desfinanciándose
al ignorar la posibilidad de que el Estado subsidie al sector del mismo
modo en que lo hace con el transporte, la educación y las economías
regionales que, si bien son áreas de vital importancia, no lo son
tanto como la mismísima salud de la población.
Pero ya también está muy claro que es extremadamente dificultoso
que las obras sociales sindicales vuelquen sus ingresos por entero a la
atención de la salud de sus afiliados y los ejemplos de esto, sobran,
tanto en la provincia de Buenos Aires con los coseguros del Ioma como
a nivel nacional con las mutuales de varias organizaciones gremiales.
En este marco de incertidumbre y temores, la escalada inflacionaria llega
como un factor que decididamente agrava en mucho el panorama.
Desde la salida de la convertibilidad a comienzos de 2002 hasta mediados
de este año, los salarios de los trabajadores crecieron en promedio
un 44 por ciento con claras diferenciaciones entre los sectores privado,
en donde la mejora fue del 70%, y público, en el que los aumentos
no llegaron a superar el 18%.
Si bien en muchos casos, la Federación Bioquímica logró
mejoras arancelarias, la enorme mayoría de los procesos de negociación
fueron extremadamente lentos y trabajosos. Pero además, los porcentajes
negociados están muy lejos de corresponderse con los guarismos
de los incrementos de sueldos que significaron a su vez un incremento
de los ingresos de esas mutuales.
De todos modos, las mejoras logradas han comenzado a ser absorbidas por
la inflación, y en esta materia también, como se ve en una
nota aparte, el caso del instituto de Obra Médico Asistencial,
con la falta de actualización de sus coseguros gremiales, resulta
paradigmático.
GRAVE ENCRUCIJADA
Con las cosas así planteadas, para colmo de males, se llega ahora
a la grave encrucijada que representa la paritaria que a marcha lenta
se viene desarrollando en el Ministerio de Trabajo de la Nación
y de la que la Federación Bioquímica quedó expresamente
excluida, como se sabe, de la representación patronal por un absurdo
laudo de la cartera laboral.
La discusión pareciera, sólo pareciera por ahora, haber
entrado en una vía muerta en la que el sector patronal señala
y con razón no poder hacer frente a una mejora de los salarios
de los trabajadores del sector sanitario sin tener el correlativo incremento
arancelario.
Hay que destacar que los gremios están reclamando una básico
mínimo de pesos lo cual por el momento y en virtud de la situación
planteada, es de imposible cumplimiento para los laboratorios bioquímicos,
aunque no se deja de reconocer por supuesto la justicia del reclamo de
los trabajadores.
En tanto, las empresas de medicina prepaga acaban de incrementar, en promedio,
un quince por ciento el valor de las cuotas que mensualmente deben pagar
sus afiliados, esgrimiendo como causa de esa decisión las supuestas
mejoras otorgadas a los prestadores, cosa que como todos saben, no se
cumplió. Los incrementos logrados hace un tiempo de parte de este
sector, ni de cerca reflejan el aumento que ahora imponen a sus afiliados.
VARIABLES
La supervivencia de los laboratorios de análisis clínicos
depende de la armonía de una ecuación compuesta por distintas
variables entre las que se destacan por su importancia los salarios del
personal, los costos de los insumos específicos e inespecíficos
, los impuestos, las inversiones edilicias y de equipamiento y lógicamente
el honorario del profesional.
Esa ecuación, como claramente se puede apreciar, no está
armoniosamente compensada, y la paritaria y la inflación amenazan
seriamente con ponerla en números groseramente rojos.
Mientras tanto, la reinversión en aparatos o el simple mantenimiento
de éstos se vuelve cada día más difícil. Pero,
fundamentalmente, el mantenimiento de una prestación de calidad
para la población se ha venido manteniendo merced a un gran esfuerzo
de los colegas, esfuerzo que ya no es posible seguir llevando adelante
por simple agotamientos de los recursos.
El deterioro de la calidad de la prestación es algo, empero, que
nadie quiere pero desgraciadamente la política del gobierno nacional
pareciera apuntar en ese camino que la gente no merece.
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