Interés General

Premian con el Nobel de Medicina a los descubridores de Helicobacter pylori

La bacteria que causa más del 90% de las úlceras duodenales y hasta el 80% de las úlceras gástricas fue descubierta en 1982 por los patólogos australianos Barry J. Marshall y J. Robin Warren. Antes, el estrés y el estilo de vida se consideraban como las mayores causas de las úlceras. El logro de los científicos introdujo el tratamiento con antibióticos.

Por Ana María Pertierra


Helicobacter pylori en cultivo

Los investigadores australianos Barry J. Marshall (54) y J. Robin Warren (68) fueron galardonados con el premio Nobel de Medicina por identificar a la bacteria Helicobacter pylori como el agente causal de las gastritis y las úlceras gástricas. Los científicos, que obtuvieron estos resultados en el año 1982 trabajando en el hospital Royal Perth, lograron echar por tierra los dogmas sobre las úlceras pépticas basados en el estrés y el estilo de vida.
El jurado del comité Nobel señaló que "gracias a los pioneros descubrimientos de Marshall y Warren, la úlcera ya no será una enfermedad crónica, sino un trastorno que puede curarse con un breve tratamiento de antibióticos e inhibidores de las secreciones ácidas".
Ya en 1979 los patólogos australianos habían observado la presencia de bacterias en forma de espiral en muestras de mucosa gástrica, un sitio donde normalmente la acidez impediría la proliferación de microorganismos.
Sin embargo, este peculiar tipo de germen lograba sobrevivir en la capa de moco al estar aislado de la influencia ácida. En un principio, y debido a su similitud morfológica con microorganismos del género Campylobacter, patógenos del tracto digestivo, se lo llamó Campylobacter pylori; pero observaciones posteriores desmintieron tal relación y surgió el género conocido como Helicobacter.
Las observaciones de Marshall, cuya tenacidad llegó hasta el extremo de ingerir Helicobacter pylori para probar sus teorías, fueron confirmadas por estudios más recientes y en la actualidad se acepta que la infección está fuertemente asociada con inflamación persistente de la mucosa gástrica, gastritis crónica, y con el desarrollo de enfermedad ulceropéptica y cáncer gástrico.



Helicobacter pylori

Una abrumadora evidencia ha determinado que la bacteria Helicobacter pylori causa más del 90% de las úlceras duodenales y hasta el 80% de las úlceras gástricas y que la gastritis crónica, uno de los procesos inflamatorios más frecuentes se asocia con la presencia de dicho germen. Si bien el mecanismo patogénico responsable de la amplia diversidad de manifestaciones clínicas del microorganismo aún no está totalmente esclarecido, en 1994 la Organización Mundial de la Salud (OMS) a través de su Agencia para la Investigación en Cáncer (IARC), consideró que H.pylori era un agente carcinogénico del grupo 1 para el hombre. El papel de esta bacteria en la carcinogénesis gástrica se apoya en datos epidemiológicos y estudios prospectivos histopatológicos. Y como si todo esto fuese poco, en los últimos años han aparecido trabajos que relacionan la infección por H.pylori con enfermedades que no son del tracto digestivo. La hipótesis de estos trabajos se apoya en que el proceso inflamatorio crónico asociado al microorganismo podría generar una importante cantidad de mediadores inflamatorios capaces de actuar en distintos tejidos fuera del aparato digestivo. Como señalara el jurado: "El descubrimiento de la Helicobacter pylori permitió entender mejor las conexiones entre infecciones crónicas, inflamación y cáncer".

Una bacteria difícil

Uno de los obstáculos -además del escepticismo de la comunidad científica- que encontraron los investigadores cuando decidieron señalar a Helicobacter pylori como la responsable de los males gástricos fue la dificultad para su desarrollo in vitro. La bacteria requiere medios enriquecidos y condiciones de microaerofilia y aún así su crecimiento es lento y se observa recién entre los 7 y 10 días de cultivo. Es un bacilo gramnegativo en forma de espiral, estructura que le permite introducirse a través de la capa de moco gástrico y acercarse a las células epiteliales gástricas. Posee de 4 a 6 flagelos polares que le confieren una gran movilidad y además cuenta con una gran variedad de adhesinas, sustancias que reconocen a los receptores de la mucosa gástrica a los que la bacteria se une para iniciar la colonización.

Cortesía del Prof. A.Lee y Dr. J.O´Rourke, Escuela de Microbiología e Inmunología de la Universidad de New South Wales, Australia

Otras características de su virulencia son la toxina vacuolizante, que produce grandes vacuolas en las células eucarióticas, y la proteína CagA que actuaría favoreciendo la respuesta inflamatoria.
Si bien H.pylori es sensible a un gran número de antibióticos in vitro, no siempre son útiles in vivo debido a que pueden ser inactivados por el pH ácido del estómago o bien no logran alcanzar las zonas profundas de la mucosa gástrica donde se encuentra el germen. De la misma forma que en cualquier proceso infeccioso, es necesario el conocimiento de la sensibilidad o la resistencia de Helicobacter pylori a los distintos antibióticos para erradicar el microorganismo y curar la enfermedad.

Diagnóstico de laboratorio

Existen distintos métodos para la identificación de Helicobacter pylori: Por la observación directa y el cultivo de muestras de mucosa gástrica o duodenal obtenidas por endoscopía, o por métodos indirectos tales como la determinación de la ureasa, una enzima presente en el bacilo, y el dosaje de anticuerpos en sangre y en saliva.
El germen produce enzimas - ureasa, catalasa, y oxidasa - que utiliza para obtener energía o para defenderse del medio hostil. Estas características bioquímicas se emplean como métodos de identificación.
A la luz de las investigaciones más recientes no se descarta la posibilidad de lograr una vacuna para prevenir la infección. Tal es el caso de las vacunas de ADN que se han utilizado ampliamente en animales de laboratorio y primates no humanos para inducir respuesta inmune humoral y celular. Ya se está probando la construcción de una vacuna de ADN, en Salmonella typhimurium atenuada, que lleva el gen hpaA de Helicobacter pylori.
A principios del siglo XX las úlceras fueron descriptas como "neurosis gástricas", sin embargo es posible que en el siglo XXI se produzca una vacuna para prevenirlas.



Interés General