Tal como se viene insistiendo
desde estas mismas páginas desde hace más de un año,
la desfinanciación del sistema de solidaridad social en nuestro
país sigue profundizando la crisis del modelo sanitario. La falta
de decisiones políticas por parte del gobierno nacional para inyectar
fondos que refuercen los alicaídos ingresos de las obras sociales
y del modelo sanitario estatal, ahonda una problemática que a lo
largo del pasado mes de abril ha tenido dos expresiones palmarias: el
paro en el Hospital de Niños Juan Garrahan de la ciudad de Buenos
Aires extendido luego a otros establecimientos asistenciales porteños
y bonaerenses, por ujn lado; y por el otro, la decisión de médicos
de la zona norte del Gran Buenos Aires, ante sus magras retribuciones
profesionales, de cobrar un plus de 15 pesos a afiliados de obras sociales
y empresas de medicina prepaga.
Más allá de manejos mediáticos y declaraciones políticas,
en el caso de la crisis hospitalaria, lo sucedido en el Garraham y otros
nosocomios estatales, por su duración y consecuencias no es más
que otro toque de alerta que desde el Estado debiera escucharse con suma
atención.
Pero el caso de los médicos de la zona norte del Gran Buenos Aires
es doblemente significativo porque refleja por una parte, la crisis de
los efectores privados de salud, mientras que además, muestra un
ejemplo de lo que los bioquímicos bonaerenses no debemos llevar
adelante en materia de contrataciones de prestaciones.
Los profesionales que anunciaron que cobrarían un plus de 15 pesos
son unos quinientos y celebraron, en su mayoría, contratos con
las prepagas de forma individual, es decir, por fuera de las tradicionales
instituciones que los representan.
Es así que, tal como lo indicaron esos médicos y admitieron
las prepagas, desde 1992 a la fecha los valores contractuales se ajustaron
solamente en un ocasión: el diez por ciento el año pasado.
Con una situación arancelaria insostenible, los médicos
se nuclearon improvisadamente para impulsar la percepción de los
plus, pero la respuesta de las empresas de medicina privadas fue contundente
ya que decidieron abrir sus cartillas de profesionales para que nuevos
médicos atendieran a sus afiliados.
El ejemplo es muy claro de lo que acontece cuando la desunión de
los profesionales cunde en algunos sectores. No nos cansaremos de levantar
las históricas bandera de la Federación Bioquímica
sobre la monolítica unidad profesional más allá de
toda dificultad que pueda presentarse en cualquier momento o ante toda
crisis.
Día de la Salud
La Organización Mundial de la Salud (OMS) expresó la necesidad
de sensibilizar y entregar información sobre "la importancia
de la salud materna como elemento clave del buen desarrollo de los niños
y, por lo tanto, de la sociedad", al celebrarse el 7 de abril último
el Día Mundial de la Salud.
Este año, la OMS tituló su campaña del Día
Mundial de la Salud "Las madres y los niños sanos son la verdadera
riqueza de la sociedad", con el propósito de apoyar uno de
los principales objetivos de desarrollo del milenio: reducir la mortalidad
infantil y mejorar la salud materna.
Entre las causas de la mortalidad materna, la OMS las agrupó en
cinco elementos: hemorragias (24 por ciento), infecciones (15 por ciento,
abortos en condiciones de riesgo (13 por ciento), hipertensión
arterial (12 por ciento) y parto obstruido (8 por ciento). Además,
el organismo internacional indicó que las mujeres que tienen embarazos
muy jóvenes o que tuvieron múltiples embarazos seguidos
están en mayor riesgo de muerte.
Impuestos a la Muerte
Los aranceles aduaneros, los impuestos sobre importaciones y los impuestos
sobre las ventas de las medicinas, dispositivos médicos e ingredientes
para hacer medicamentos bloquean el acceso a las medicinas en el mundo
en desarrollo, según un nuevo estudio de trabajo publicado por
el AEI - Brookings Joint Center en Washington, DC.
Con el título "Impuestos a la Muerte: El papel que juegan
los impuestos, los aranceles y las regulaciones en la negación
de medicinas esenciales a los pacientes en el mundo en desarrollo",
el estudio señala que los gobiernos de muchos países en
desarrollo imponen impuestos y aranceles onerosos de entre 30 -- 60 por
ciento a las medicinas, gasa, vendas y otras necesidades médicas.
El estudio encontró que Brasil y la India son dos de los principales
infractores del mundo, manteniendo barreras financieras promedio sobre
las medicinas esenciales de 38 por ciento y 61 por ciento respectivamente.
Uno de los hallazgos más interesantes del estudio fue que una reducción
de 1 por ciento en los aranceles aduaneros podría incrementar el
acceso de la población a las medicinas en algo más del 1
por ciento en el mundo en desarrollo.
"Las organizaciones internacionales, incluyendo la Organización
Mundial de la Salud deben usar estos resultados como una llamada de alerta",
señaló el Dr. Roger Bate del American Enterprise Institute,
coautor del estudio.
"Las barreras impuestas por los gobiernos al acceso están
agravando las crisis de salud y los gobiernos tienen el poder para retirar
inmediatamente esas barreras retrógradas y perniciosas".
Para este estudio, el examen más exhaustivo hasta la fecha de las
barreras impuestas por los gobiernos a las medicinas y dispositivos médicos,
Bate colaboró con Richard Tren, director de Africa Fighting Malaria,
con sede en Sudáfrica.
"Países que tienen algunas de las peores crisis de salud del
mundo han elegido colocar estas barreras opresivas como forma de generar
ingresos, y lo que es peor, para la protección de industrias locales
ineficientes", señaló Tren.
El estudio fue dado a conocer por la Iniciativa No a los Impuestos en
Medicamentos y Dispositivos (NtDDi), una coalición internacional
de expertos en salud y desarrollo encabezada por el Dr. Roger Bate. El
objetivo del grupo es arrojar luz sobre la práctica de imponer
impuestos y aranceles onerosos a las medicinas y a los dispositivos médicos
en países en desarrollo de todo el mundo. |