Interés General

Los argentinos gastan por año
en salud 9.400 millones de su bolsillo


El informe se dio a conocer en un Congreso realizado en la ciudad de Buenos Aires. El gasto per cápita es de 261 pesos anuales.


Cada argentino destina unos 261 pesos anuales en promedio para afrontar gastos en salud no cubiertos ni por obras sociales ni por prepagas, que en total suman unos 9.400 millones de pesos, el 2,5 por ciento del Producto Bruto del país.
Los datos forman parte de las conclusiones del X Congreso Internacional de Salud, Crisis y Reforma realizado en Parque Norte, donde participaron representantes de todos los países iberoamericanos.
De acuerdo con un estudio presentado allí el “desembolso directo que debe realizar cada argentino se destina básicamente a adquirir medicamentos sin descuento, abonar honorarios médicos y afrontar estudios de alta complejidad que carecen de cobertura”.
Este promedio surge de dividir los 9.400 millones de pesos por un total de 36 millones de habitantes, los datos son los últimos procesados y corresponden a 2003.
Se explicó que “el impacto de estas cifras es mayor entre la población de menores recursos, no sólo porque representa un porcentaje más importante en sus ingresos, sino porque en general carecen de obra social, porque trabajan en negro o directamente están desempleados”.
“A pesar de los enormes esfuerzos que se están haciendo desde el gobierno nacional, a través de programas como el Plan Remediar, sabemos que aún falta mucho, debemos tomar conciencia de ello, y por eso estamos trabajando juntos, el sector público y el privado, en este Plan Federal de Salud donde participan la Nación y todas las provincias”, se destacó.
El gasto en salud de la Argentina se distribuye de la siguiente manera: a los 9.400 millones de pesos de gasto directo se le deben sumar 8.080 millones de las obras sociales, 6.830 millones del sector público y 3.500 millones del sector privado.
Por su parte, el superintendente de Servicios de Salud, Rubén Torres, destacó que como parte del inicio del Plan Federal de Salud “se eliminaron subsidios discrecionales, se regularizaron deudas y se elevó el pago de prestaciones de alta complejidad de 41 millones de pesos en el 2001, a 290 millones en el 2004”.
Torres reveló, además, que en los últimos nueve años la morosidad de los empleadores en el pago de los aportes y contribuciones a las obras sociales acumuló un total de 4.555 millones de pesos.
En tanto, el titular del IOMA, Javier Mazza, explicó el plan para mejorar el funcionamiento de la obra social de la provincia de Buenos Aires, que atiende a 1.500.000 beneficiarios.
Destacó la implementación de un programa de prestaciones mínimas y la exigencia de contratar prestadores acreditados, además de que se quiere evitar la doble afiliación a obras sociales.
A su turno, el presidente de ADEMP, Pablo Giordano, explicó que “el esquema tradicional de financiamiento de la salud ya no alcanza, por lo que se lo debe reformular”.
Se refirió también al “problema” que representa el envejecimiento poblacional, al señalar que entre 1960 y el 2000 la población menor de 25 años creció 13 por ciento; pero en mayores de 65 aumentó 89 por ciento y los que tienen más de 85 subieron 235 %, lo cual “impacta sobre el gasto en salud, ya que a mayor edad, más gastos en la atención”.
“La Argentina es el tercer país con mayor envejecimiento poblacional del mundo”, graficó Giordano del mundo”, graficó.

Medicamentos

En otro orden, un grupo de especialistas en neurología advirtió que la producción de medicamentos biotecnológicos, como por ejemplo los que se utilizan para tratar a personas con esclerosis múltiple, debe incluir la realización de “todos los estudios clínicos necesarios” antes de que esas especialidades sean aprobadas para su venta.
Al respecto, subrayaron que si no se da ese proceso -que incluye los denominados estudios de Fase I, II y III y los trabajos posteriores al lanzamiento al mercado- “no puede saberse si el medicamento tendrá efecto o podrá resultar dañino” para el paciente.
Así se expresaron los especialistas Edgardo Cristiano, Jorge Correale y Liliana Patrucco, en el marco del 41 Congreso Argentino de Neurología desarrollado en la ciudad de San Miguel de Tucumán, con la presencia de alrededor de 600 médicos de todo el país.
Cristiano, médico neurólogo y jefe de la Sección Enfermedades Desmielinizantes del Hospital Italiano de Buenos Aires, señaló que “cuando se produce un medicamento biotecnológico es necesario tener una regulación especial, porque se trata de un proceso totalmente diferente al de los medicamentos químicos”.
“Hay diferencias en la obtención y en la producción de estos medicamentos. Una pequeña modificación en una molécula puede llevar a diferencias enormes en la efectividad y seguridad del medicamento que se produce”, aseveró el especialista.
Por su parte, Patrucco, quien está a cargo de la Sección de Esclerosis Múltiple del mismo hospital, aseguró que en el caso de la fabricación de nuevos productos biotecnológicos, “deben hacerse los estudios que corresponden a nivel de investigación clínica y si después que se pasan las fases I, II y III se determina que son seguros y efectivos, recién entonces se podría autorizar a que sean suministrados a los pacientes”.
Los especialistas subrayaron que esos pasos deben darse aún cuando se trate de “copias” de otras especialidades existentes, debido a que se considera que el proceso de producción de uno y otro nunca es exactamente igual.
El caso de estos productos biotecnológicos es, por ejemplo, el del interferón Beta 1-a, utilizado por los neurólogos en el tratamiento de la esclerosis múltiple, una enfermedad crónica que ataca el sistema nervioso central y que, aproximadamente, afecta a unos dos millones de personas en todo el mundo.
Al respecto, y al ser consultado en cuanto a la posibilidad de que un nuevo producto biotecnológico elaborado a partir de un interferón Beta 1-a pueda tener efectividad para el tratamiento de la esclerosis múltiple, Correale, jefe de Neuroinmunología del Instituto FLENI, señaló que para saberlo sería necesario contar con los estudios clínicos correspondientes a ese producto específicamente.
El especialista agregó: “Con un producto de esas características, que no tenga estudios clínicos, no se sabe exactamente qué puede pasar. Puede ocurrir que no tenga ningún efecto o bien que sea dañino para el paciente”.


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