FIBRAS
SALUDABLES
Presente en frutas, verduras, legumbres, cereales y derivados, la fibra
es esencial para prevenir una larga lista de enfermedades. Así
lo demuestran recientes investigaciones.
El Comité de Redacción de Acta Bioquímica
Clínica Latinoamericana ha seleccionado este artículo publicado
en la revista “Muy Interesante” para su difusión a
través de FABA Informa.
• Enrique M. Coperías
Hasta hace poco tiempo, los expertos en nutrición
consideraban que la fibra era un residuo vegetal que transitaba como un
fantasma por nuestros intestinos. Se creía que su aporte nutricional
y beneficio para la salud eran nulos, ya que se trata de un material complejo
resistente a la digestión por las enzimas del tracto digestivo
humano. Hoy, la idea que los científicos tienen de este elemento
dietético es radicalmente distinta: la ingesta de alimentos ricos
en fibras, es decir, frutas, verduras, legumbres, cereales y sus derivados,
previene la aparición de un gran número de patologías,
desde la obesidad hasta el infarto y el cáncer.

UNA PARED CON LA QUE ES BUENO TOPARSE
• Las células vegetales presentan por la parte externa de
la membrana plasmática una pared celular muy gruesa –arriba-que
es básicamente celulósica, aunque en su composición
puede entrar a formar parte otras sustancias, como hemicelulosa, lignina,
pectinas, mucílagos, gomas y almidón.
Saturados de grasa y proteínas de origen
animal
El papel de la fibra en la alimentación humana es tan importante
que muchos investigadores atribuyen el incremento de ciertas enfermedades
no infecciosas en los países industrializados a una deficiencia
e incluso carencia de fibra en los alimentos consumidos. Ciertamente,
la dieta actual, sobre todo la que reina en Occidente, contiene poco o
muy poco residuo vegetal. En nuestros menús diarios predominan
las proteínas y grasas de origen animal, así como los productos
elaborados, con un alto contenido en lípidos saturados e hidratos
de carbono de escaso valor nutritivo. Se trata de un hábito dietético
insano que se instaura en edades muy tempranas. Prueba de ello es que
la dieta de un importante porcentaje de la población infantil occidental
resulta ser hipercalórica, hiperproteica, hipergrasa, con un alto
contenido en colesterol y bajo aporte de productos vegetales.
De acuerdo con S. Boyd Eaton, apólg de la Universidad de Evory,
en Atlanta (EE.UU.), “1as dietas modernas no están sincronizadas
con nuestros requerimientos genéticos”. Los cazadores del
paleolítico, por ejemplo, consumían más de 100 especies
de frutas y vegetales, que llegaban a aportar hasta 1 00 gramos de fibra
dietética al día. Hoy, la ingesta no llega ni a la tercera
parte. Así es, los nutricionistas recomiendan un consumo diario
de fibra que oscila entre 20 y 30 gramos.
Pero es un consejo desoído por la mayor parte de la población,
como muestran los resultados del estudio epidemiológico llevado
a cabo por la nutricionista Gladys Block, de la Universidad de California
en Berkeley. En éste se puede leer que sólo el 9 por ciento
de los estadounidenses ingiere las cantidades de frutas y verduras sugeridas
por los expertos. En nuestro país, la situación no es muy
distinta.
Pero ¿qué es la fibra? ¿De qué está
hecha? ¿Cómo actúa en nuestro organismo? ¿Cuál
es su potencial terapéutico? La verdad es que la fibra alimentaria
encierra muchos misterios. “A pesar de los numerosos estudios que
se han llevado a cabo en los últimos años, sigue existiendo
una gran controversia en cómo debe definirse este componente de
los alimentos, en cuáles son sus constituyentes, cómo debe
analizarse, si es cierto que existe un constituyente directamente responsable
de una función fisiológica determinada, etcétera”,
afirman en la publicación española Medicina Clínica
Isabel Mesaguer y sus colegas del Departamento de Bromatología
de la Universidad de Alcalá de Henares, en Madrid.
“Todas estas dudas -agregan- deben ser resueltas antes de poder
evaluar si la importancia que se da a la fibra es justa, hasta qué
punto repercute o puede incidir en la salud y si realmente puede estar
relacionada, ya sea positiva o negativamente, con determinadas situaciones
patológicas”.
Aumentan los alimentos con alto contenido en fibra
Ahora bien, lejos de cualquier postura desmedida, los investigadores han
constatado que la fibra alivia los problemas de estreñimiento,
debido a su capacidad para retener agua en las hes. Numerosos estudios
apuntan que, probablemente, este elemento vegetal previene y combate la
diverticulosis -un tipo de hernias de la mucosa intestinal del colon-
y cabe la posibilidad de que se muestre eficaz para reducir el colesterol
y prevenir una larga lista de patologías denominadas por algunos
como enfermedades de la civilización.
FIBRAS DE BASE
• Los nutricionistas recomiendan un consumo diario de fibras
que oscila entre 20 y 30 gramos. Cereales, legumbres, frutas y verduras,
que forman la base de la denominada pirámide alimentaria, están
esntre los alimentos que mayor cantidad posee.
La carencia de frutas y verduras en la dieta se relaciona con las hemorroides,
la apendicitis, la obesidad, los cálculos biliares, la colitis
ulcerosa, la diabetes, los cánceres de colon y recto, el infarto
y las venas varicosas.
ESTOS ALIMENTOS
SON MUY FIBROSOS |
•
Cereales Cantidad*
Cereales All Bran 30,1
Cereales Bran flakes 15,5
Salvado de avena 17
Germen de trigo 14
Cereales Cornflakes 4,3
Cereales Special K 2,7
Pan blanco 2,9
Harina blanca 2,6
• Legumbres Cantidad*
Garbanzos cocidos 6
Arvejas cocidas 5,2
Habas cocidas 4,1
Lentejas cocidas 3,7
Porotos cocidos 3,2
• Frutas
Cantidad*
Coco rallado 6,6
Pasas de Corinto 4,2
Palta 3,9
Manzanas 1,5-3,7
Peras 2,4-3,7
Frutilla 1,8
Mandarinas 1,8
Bananas 1,8
Naranjas 1,7
• Verduras Cantidad*
Repollitos de Bruselas 4,1
Brócoli 3,5
Papas 3,5
Repollo 2,8
Nabos 2,5
Zanahorias 2,5
Coliflor 2,1
Cebollas 2,1
Apio crudo 1,8
|
* Contenido en gramos de fibra
dietética por cada 100 gramos de alimento.
En la boca, estímula la producción de saliva
Obviamente, la capacidad preventiva y terapéutica de la fibra procede
de sus diversos constituyentes. Pero, como asegura el doctor K.W. Eaton,
de la Universidad de Bristol, “la fibra no es una sustancia, sino
un concepto”. Para el profano, se puede afirmar sin miedo a equívocos
que la fibra que ingerimos habitualmente está constituida por los
compuestos de estructura fibrosa que se hallan en la pared de las células
vegetales. Esta definición concierne a tres grandes grupos de sustancias:
los polisacáridos estructurales, que son la celulosa, la hemicelulosa
y las sustancias pépticas; los polisacáridos no estructurales,
es decir, las gomas y los mucílagos; y los compuestos no carbohidratos,
como la lignina, la cutina y los taninos. En palabras del médico
español E. Rojas Hidalgo, estas moléculas tienen en común
el hecho de que no son atacables por nuestras enzimas digestivas.
Ahora bien, que la fibra no pueda ser metabolizada por el aparato digestivo
no implica que deba considerarse como no aprovechable.
Sus efectos sobre el tracto gastrointestinal son patentes. A nivel de
la boca, estimula la salivación, debido a que requiere una mayor
masticación, y aumenta el pH; y en el estómago, su poder
de captación de agua retarda el vaciamiento gástrico, hecho
que proporciona una mayor sensación de saciedad. Ésta es
la base de numerosos regímenes de adelgazamiento.
Las buenas acciones de la pectina en nuestro yeyuno
Diversos estudios sugieren que algunos componentes de la fibra estimulan
cambios morfológicos en el intestino delgado, concretamente a nivel
del yeyuno. Por ejemplo, una dieta rica en pectina produce cambios apreciables
en la maduración, la longitud y el grosor de las microvellosidades
o villi de las células que tapizan esta región intestinal.
Esto se traduce en una alteración de los procesos digestivos y,
sobre todo, de absorción de alimentos. La fibra posee una capacidad
sobresaliente para fijar, es decir atrapar, sustancias orgánicas
e inorgánicas: minerales, vitaminas, sales biliares, proteínas,
azúcares y grasas. Se trata de una facultad de gran interés
terapéutico. Efectivamente, las fibras hidrosolubles, como la pectina
y el guar, ayudan a mantener los niveles de glucosa sanguínea y
previenen la aparición de la diabetes de tipo II, es decir, la
no insulinodependiente. Por otro lado, este tipo de fibra, junto a la
lignina, posee la facultad de captar los ácidos y sales biliares,
lo que indirectamente ayuda a bajar el colesterol.
No obstante, los mayores efectos de los residuos vegetales se dejan notar
en el intestino grueso, concretamente en el colon. Allí, la microflora
bacteriana digiere en mayor o menor medida la fibra, dependiendo de su
composición y de su estructura.
ASÍ PREVIENE EL CÁNCER DE COLON

• Es un hecho irrefutable que las dietas pobres en fibra entorpecen
el funcionamiento y la salud de nuestros intestinos. Por ejemplo, causan
cambios en la flora intestinal y transforman los pacíficos lactobacilos
en bacterias capaces de producir sustancias cancerígenas. Por el
contrario, las dietas ricas en fibra, además de facilitar la digestión,
previenen el cáncer. La fermentación de la fibra por parte
de la flora intestinal produce butirato –abajo-, ácido graso
que en los coloncitos sanos produce energía y mevalonato.
Éste último favorece el crecimiento celular. Sin embargo,
en los coloncitos cancerosos, el butirato se acumula en el interior celular
e impide la proliferación de las células malignas.
Los productos derivados de esta fermentación tienen acciones que
son imprescindibles para el organismo. Al devorar la fibra, nuestros inquilinos
intestinales producen gases, como dióxido de carbono, hidrógeno
y metano, que son absorbidos por la mucosa intestinal, aunque una fracción
se escapa por las flatulencias; y ácidos grasos de cadena corta
(AGCC), como el acetato, el propinato y el butirato. Precisamente, algunos
científicos han centrado su atención en este último
compuesto volátil, ya que es absorbido y metabolizado por los colonocitos,
las células epiteliales del colon.
Recientes investigaciones confirman que el butirato, que estimula el crecimiento
de los colonocitos sanos, inhibe la proliferación de los colonocitos
cancerosos. Esta acción, que se conoce como efecto paradójico,
explicaría el efecto preventivo de la fibra contra el cáncer
colorrectal.
Por último, otro de los efectos que tiene la fibra alimentaria
sobre el intestino grueso es estimular la propulsión de las heces,
así como su dilución, lo que aleja el fantasma del estreñimiento.
No hay que olvidar que cuando éste se cronifica provoca un aumento
de presión en el aparato gastrointestinal que se traduce en la
aparición de una serie de dolencias, como la apendicitis, las hemorroides
y las hernias de hiato.
DIEZ RAZONES PARA
COMERLA |
1.
Previene la obesidad |
2.
Mejora la digestión y el tránsito intestinal |
3.
Previene el estreñimiento |
4.
Evita la formación de cálculos biliares |
5.
Alivia los síntomas de la diverticulosis (hernias de la mucosa
del colon) |
6.
Mejora los síntomas del síndrome del intestino irritable |
7.
Previene el cáncer de colon, de recto, de próstata
y de mama |
8.
Ayuda a prevenir y controlar la diabetes de tipo II |
9.
Previene los trastornos cardiovasculares (aterosclerosis, infarto...)
|
10.
Previene la hipertensión |
|