Recomiendan utilizar
la prueba de alta sensibilidad para evaluar la inflamación del
endotelio. El método de referencia sugerido por la FDA es el nefelométrico.
Valores superiores a 3mg/l indicarían un alto riesgo de sufrir
enfermedad cardiovascular.
Por Ana María Pertierra
La Proteína C Reactiva podría ser un indicador pronóstico
de riesgo cardiovascular mayor que los marcadores convencionales como
el colesterol y la homocisteína.
Recientemente la AHA (American Heart Asociation) y el Center Disease Control
and Prevention (CDC) han recomendado la utilización de la PCR de
alta sensibilidad en sus guías para la aplicación clínica
sobre la base de la evidencia científica actual.
Considerada clásicamente como un reactante de fase aguda y marcador
de inflamación, la Proteína C Reactiva es una globulina
sintetizada en el hígado que, en condiciones normales, alcanza
niveles plasmáticos inferiores a 1 mg/l. Sin embargo, con la introducción
de técnicas más sensibles se ha encontrado que pequeños
incrementos de los niveles de PCR podrían relacionarse con el riesgo
de sufrir episodios cardiovasculares.
Actualmente se sabe que la arterioesclerosis, un proceso subyacente a
la enfermedad cardiovascular que incluye enfermedad coronaria, infarto
de miocardio, ataque cerebral agudo y enfermedad arterial periférica,
es una entidad que se caracteriza por una inflamación crónica
del endotelio vascular. Esto se ha evidenciado por la presencia de monocitos
y macrófagos en los sitios de ruptura de la placa de ateroma en
autopsias de pacientes fallecidos de infarto de miocardio.
La utilización clínica de marcadores de inflamación
para la predicción del riesgo cardiovascular tiene uno de sus más
firmes defensores en un estudio de casos y controles en la cohorte del
Women’s Health Study, hecho sobre 28.263 mujeres por el equipo de
Paul Ridker, de la Universidad de Harvard en Boston. En él se encontraron
asociaciones significativas con el riesgo de accidente vascular. La PCR
de alta sensibilidad fue el marcador con mayor asociación independiente,
junto con el índice aterogénico (col Total/HDL).
Datos de una docena de estudios prospectivos epidemiológicos como
el Multiple Risk Factor Intervention Trial (MRFIT), el Cardiovascular
Health Study (CHS) y el Rural Health Promotion Project (RHPP), realizados
entre individuos sin historia previa de enfermedad cardiovascular demostraron
que una simple muestra sin ayuno de PCR es un predictor fuerte de futuros
eventos cardiovasculares.
“Hoy por hoy está muy en boga focalizar en el proceso inflamatorio
el desarrollo de la placa aterioesclerótica, por eso ha tomado
tanta vigencia el tema de la PCR”, comentó el doctor Ricardo
López Santi, médico cardiólogo a cargo, junto con
el doctor Eduardo Valeff, de PROCODIS ( Programa de Prevención
de Enfermedades Cardiovasculares) de la Fundación Bioquímica
Argentina y actual secretario de la Federación Argentina de Cardiología.
Este grupo acaba de dar a conocer un estudio clínico sobre 75 pacientes
de prevención secundaria (es decir, pacientes con antecedentes
de enfermedad coronaria o vascular periférica y pacientes diabéticos
a los que se considera con similar riesgo cardiovascular) que mide a la
PCR como parámetro de inflamación frente a un tratamiento
antihipertensivo con un inhibidor de la enzima convertidora de angiotensina.
“Debe tenerse en cuenta el contexto clínico del paciente
y no tomar a la PCR como un parámetro aislado”, recalcó
López Santi, que consideró a la prueba útil no sólo
para valorar el pronóstico de la enfermedad cardiovascular sino
para analizar los efectos benéficos de cierto grupo de drogas.
De acuerdo a las pautas dadas por la AHA y el CDC se consideran tres categorías
de pacientes, los de riesgo cardiovascular bajo con niveles de PCR menores
a 1 mg/l., los de riesgo moderado con valores de 1 a 3 mg/l. y los de
alto riesgo con cifras superiores a 3 mg/l. de PCR en sangre.
El trabajo del grupo de PROCORDIS, que fue distinguido en el último
Congreso Argentino de Cardiología, demostró que el inhibidor
de la enzima convertidora de angiotensina estudiado (Ramipril) fue un
tratamiento eficaz para reducir la inflamación endotelial, y por
ende para disminuir significativamente los niveles de la PCR en aquellos
pacientes que inicialmente tenían los valores más altos.
Sin embargo, y debido a la inespecificidad de la prueba, existen ciertas
limitaciones. Cuando los niveles sobrepasan los 10 mg/l, la prueba pierde
utilidad porque sería el reflejo de alguna inflamación sistémica,
infección o trauma. “Antes de indicar una prueba de PCR es
obligatorio hacer un exhaustivo examen clínico para descartar procesos
inflamatorios por ejemplo, a nivel odontológico”, enfatizó
López Santi.
Métodos
Para usar la PCR como un marcador de inflamación vascular fue necesario
desarrollar pruebas de alta sensibilidad. Según los organismos
internacionales el método consensuado para la PCR de alta sensibilidad,
o ultrasensible como lo ha registrado alguna empresa comercial, es el
inmunonefelométrico.
“Si bien el método turbidimétrico cuantitativo logra
niveles similares de sensibilidad que el nefelométrico de referencia,
entre 0,10 y 0,16 mg/l., todavía no se han estudiado comparativamente
ambos métodos”, señaló Claudio Duymovich, bioquímico
del equipo de PROCORDIS.
Mientras la nefelometría mide la difracción de la luz producida
por las partículas la turbidimetría mide la diferencia de
absorbancia o trasmitancia.
A favor del método utilizado en el estudio de PROCORDIS, Duymovich
destaca que “la técnica es automatizada, reproducible y con
un bajo coeficiente de variación”.
A pesar de que la bibliografía indica el valor plasmático
de 3mg/l. de PCR como límite superior de normalidad -explica Duymovich-
un concepto más moderno describe el riesgo cardiovascular como
directamente proporcional a las concentraciones crecientes de PCR en el
rango que va desde 1 a 5 mg/l en lugar de establecer un valor de corte.
La prueba es estable y no requiere preparación alguna del paciente
ni aun ayuno previo. Sin embargo se le objeta una alta variabilidad biológica
razón por la cual se aconseja hacer el promedio de dos determinaciones
con un intervalo de 15 días.
La permanente preocupación de la comunidad científica por
las enfermedades cardiovasculares, que representan la principal causa
de muerte en los países desarrollados, apunta a poder prevenirlas.
De allí el entusiasmo por encontrar indicadores, ahora denominados
“emergentes”, que aporten un valor pronóstico. Hoy
le toca el turno a la PCR, antes fueron la homocisteína, el fibrinógeno,
la interleukina, la lipoproteína a, entre otros. Especialistas
en el tema instan a tomar acciones enérgicas para disminuir el
valor de la presión arterial y los niveles de colesterol, procurar
una dieta saludable, aumentar la actividad física y suspender el
hábito de fumar. Sin embargo, la salud pública requiere
de un criterio médico que permita una buena utilización
de los recursos farmacológicos.
“En la medida en que la PCR nos ayude a identificar a aquellos pacientes
en los que podamos aplicar terapias más agresivas realmente va
a ser un elemento de mucha utilidad”, concluyó López
Santi.
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